Una organización con más de 300 casas en 34 países busca reinsertar social y laboralmente a personas con trastornos mentales- RED/ACCIÓN

Una organización con más de 300 casas en 34 países busca reinsertar social y laboralmente a personas con trastornos mentales

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Casaclub Internacional tiene una sede en Buenos Aires a la que asisten 53 personas ―tiene capacidad para 100― que trabajan juntas en sostener el lugar, reciben apoyos para buscar empleo y vivienda y organizan actividades culturales y recreativas. El modelo fue incluido por la Organización Mundial de la Salud en su guía de servicios de salud mental enfocados en las personas y sus derechos humanos, y se alinea con la legislación argentina reciente, que dispone el cierre de los hospitales psiquiátricos.

Collage de fotos de personas que trabajan en CasaClub.

Intervención: Marisol Echarri

Entre los 18 y los 22 años, Facundo no tuvo inconvenientes para conseguir y sostener un empleo. Trabajó en comercios atendiendo a clientes, cobrando y haciendo control de mercadería. Después, comenzó a sentirse deprimido, atravesó ataques de pánico y episodios de ansiedad y angustia que le dificultaban cumplir con los horarios y las tareas del día.

“En ese momento, mi entorno no comprendía mi malestar. Con el correr del tiempo el cuadro depresivo se agravó y pasé por varias internaciones en hospitales psiquiátricos. A partir de ahí me ha costado mucho conseguir trabajo”, cuenta Facundo, que hoy tiene 33 años y vive en la Ciudad de Buenos Aires.

Para él, como para casi todas las personas que han estado internadas por padecimientos mentales, reinsertarse socialmente es el gran desafío. Y conseguir y mantener un trabajo que le permita autosustentarse es fundamental para lograrlo.

En esa búsqueda es que Facundo llegó a Casaclub Baires, un espacio que replica en la Ciudad de Buenos Aires un modelo internacional puesto en práctica en más 300 casas en 34 países y que tiene como finalidad la inclusión social y laboral de las personas con padecimiento psíquico, más puntualmente con trastorno bipolar, esquizofrenia o depresión.

“Estar con personas que padecen lo mismo me hizo dar cuenta de que no era el único, me generó un sentido de pertenencia a un grupo. En Casaclub pongo el foco en mis habilidades, lo que me hace sentir útil para la sociedad y capaz para realizar diferentes tareas”, cuenta Facundo.

Atender el bar de Casaclub Baires es una de las actividades que suele hacer Facundo, a quien le diagnosticaron trastorno depresivo mayor. (Imagen: gentileza Casaclub Baires)

Para él, el diferencial de este espacio —que se creó en diciembre de 2019 y funcionó hasta marzo de 2021 de modo virtual—está en que el recorrido para conseguir un trabajo se hace de manera comunitaria: “Trabajar todos juntos para lograr la inclusión me ayudó a sostener las tareas diarias, a tener mejores relaciones interpersonales, a pensar en conseguir un trabajo, a realizar mi CV y a retomar mis estudios”, asegura.

Hasta el momento, Facundo no consiguió trabajo. Pero en los pocos meses que lleva como miembro de Casaclub pudo comenzar a recorrer el camino para conseguir un empleo.

La reinserción social

El modelo con el que funciona Casaclub está inspirado en Fountain House, espacio creado en Nueva York, en 1948, por cinco pacientes de salud mental externadas. El objetivo: terminar con el aislamiento social y económico de las personas con trastornos psiquiátricos.

De acuerdo con el primer estudio epidemiológico nacional realizado en 2018 por el Ministerio de Salud, 1 de cada 3 argentinos mayores de 18 años presentó un trastorno de salud mental en algún momento de su vida. El más frecuente fue el episodio depresivo mayor, seguido por el abuso de sustancias y las fobias específicas. A esto hay que agregarle que, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la pandemia por COVID-19 provocó un aumento del 25 % en la prevalencia de la ansiedad y la depresión en todo el mundo.

Los derechos humanos que se les deben garantizar a las personas con trastornos mentales se explicitan en la Ley Nacional de Salud Mental (Ley N.° 26.657). La norma fue sancionada en noviembre de 2010 y estableció que, para fines de 2020, los hospitales psiquiátricos públicos y privados no deberían existir más, entre otros motivos, por el trato deshumanizado que se registraba en estos espacios.

Sin embargo, según datos del primer censo nacional de salud mental de 2019, aún hay 162 hospitales psiquiátricos, donde permanecen internadas 12.035 personas. El 60,4 %, sin su consentimiento.

Miembros de Casaclub Baires durante un encuentro recreativo en una plaza de la Ciudad de Buenos Aires. (Imagen: gentileza Casaclub Baires)

En ese sentido, el modelo comunitario de Casaclub Baires se inscribe en la línea de la ley de salud mental y atiende la necesidad de crear nuevos espacios que acompañen el proceso de reinserción social. Actualmente, la casa cuenta con 53 miembros, pacientes externados que junto a dos personas que conforman el equipo son los encargados de gestionarla. Se estima que puede albergar a hasta 100 personas.

El modelo propuesto por Casaclub en el mundo resultó tan eficiente que, en 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluyó en la Guía sobre los servicios comunitarios de salud mental: Promoción de enfoques centrados en la persona y basados ​​en los derechos.

Para sumarse como miembro a una casaclub —explica Cecilia Salas Gatti, directora ejecutiva de Casaclub Baires—, se deben cumplir los siguientes requisitos:

  • Estar interesado en asistir a la Casaclub, ya que la participación es voluntaria y gratuita.
  • Tener un diagnóstico de enfermedad mental como trastorno bipolar, esquizofrenia o depresión.
  • Estar en tratamiento terapéutico.
  • No estar consumiendo sustancias.
  • Ser mayor de 18 años. 
  • Tener autonomía de movilidad. Cuando quiera irse tiene que poder hacerlo.
  • No debe representar una amenaza para sí mismo o para la comunidad.

Los miembros continúan sus tratamientos por fuera de la casa, mientras que dentro de ella todas las tareas para que funcione son su responsabilidad: administración, gestión, recepción, limpieza, mantenimiento, cocina, guardarropas, comunicación, etc.

Esto tiene un sentido. Explica Salas Gatti: “Nosotros sabemos que a través de esas tareas y los vínculos significativos, las personas se vuelven sujetos activos de su propia rehabilitación psicosocial”.

Así, en ese proceso, las personas eligen qué labor quieren hacer, entrenan nuevas habilidades, descubren su perfil laboral y en qué pueden aportar. Además, a través de las decisiones que se toman por consenso se pone a prueba la resolución de problemas y la búsqueda de alternativas, lo que potencia las habilidades sociales.

En el proceso de búsqueda laboral, las personas que asisten a Casaclub Baires tienen reuniones y entrevistas en diferentes empresas. En la imagen, una visita a las oficinas de Pedidos Ya. (Imagen: gentileza Casaclub Baires)

Lo que busca Casaclub Baires es asegurarles a sus miembros los derechos básicos. Por eso, tiene diferentes programas: de empleo, de actividades recreativas y culturales —ir al teatro, juntarse a ver una película, a festejar un cumpleaños o a jugar a las cartas— por fuera del ámbito laboral —de lunes a viernes de 9 a 17 h— y de vivienda.

Dentro del programa laboral, existen tres modalidades de empleo: con apoyo, en transición o independiente.

Un empleo con apoyo, explica Salas Gatti, implica un acompañamiento: “La persona necesita que la vayamos a buscar, que los primeros días vayamos con ella desde la casa al trabajo, que miremos qué colectivos debe tomar, qué ropa se va a poner, etc. Mantenemos una relación tanto con quien ocupa el puesto laboral como con el empleador”.

Un empleo de transición es aquel que se realiza por un breve lapso y que permite tener las primeras experiencias laborales y comenzar a construir un CV con referencias.Y hay miembros de Casaclub con empleo independiente. Por ejemplo, una mujer que trabaja dos veces por semana como secretaria en un consultorio.

El día a día

Cuando una persona llega por primera vez a la casa un miembro la recibe, le explica cómo funciona el lugar y le pregunta si quiere probar y asistir por un día.

Cuando la persona vuelve, cuenta la directora ejecutiva, “debe llenar un formulario con datos de contacto y de su salud (esquema de medicación y resumen de historia psicosocial de los últimos 90 días, hecho por su equipo tratante)”.

La rutina de la casa incluye dos reuniones diarias —una por la mañana y otra por la tarde— que se denomina “orden del día” y en las que los miembros acuerdan qué actividades quieren realizar en la jornada —administración, recepción, limpieza, etc.—. De estos encuentros también participan la coordinadora Tania Flinger y Salas Gatti.

En Casaclub se hacen dos reuniones por día para repartir tareas y preguntar si alguien necesita apoyo. (Imagen: gentileza Casaclub Baires)

Cada reunión comienza con un espacio para compartir novedades —“empecé el gimnasio”, “me doy la tercera dosis de vacuna”—. Se sigue, cuenta Salas Gatti, “con la lectura de una de las 37 normas que rigen las casaclub del mundo y que hablan de los derechos y responsabilidades que tienen dentro de la casa, y se reflexiona sobre qué significa para cada uno de ellos”.

Luego, se leen las actividades que hay para hacer y cada persona elige una. Suelen ser cortas, de no más de una hora, por lo que a veces pueden hacer más de una en el día.

Antes de terminar la reunión, se pregunta si alguien necesita ayuda en las actividades o en algo de su vida cotidiana. Puede ser que alguien diga: “Me quiero anotar en la UBA y no sé usar el portal” o “Me abrí una cuenta en Instagram, pero no sé usarla”. En esos casos, otro miembro del grupo ayuda.

Para finalizar, cada persona informa hasta qué hora se va a quedar en la casa. “Esto permite evaluar si las actividades que cada uno eligió se pueden concretar en el tiempo que va a estar”, destaca Salas Gatti.

Entre las tareas diarias que realizan los miembros de Casaclub está el llevar registro de su propia asistencia, de las horas trabajadas y en qué sector. También armar CV, buscar puestos de trabajo por medio de plataformas digitales y gestionar los acuerdos que la organización tiene con empresas e instituciones. Aclara la directora: “No hay espacio restringido entre el personal y los miembros. De hecho, una de las 37 normas dice que no hay reuniones entre el personal para conversar sobre los miembros, solo reuniones comunitarias”.

Cuando aparece un puesto de trabajo disponible son los miembros quienes se encargan de seleccionar qué perfil laboral se ajusta mejor a esa oportunidad. “Si el puesto es en un bar, ven en el registro quiénes trabajaron en el bar de Casaclub, luego quiénes logran cumplir con una jornada como la solicitada y así eligen 2 o 3 candidatos. Después, es la empresa la que decide quién ocupa el puesto. Las personas tienen derecho a que alguien de Casaclub las apoye en el proceso. Puede ser un miembro o alguien del equipo de trabajo ”, detalla Salas Gatti.

La experiencia de México

Abraham Pérez tiene 45 años, vive en Guadalajara (México) y estuvo internado por esquizofrenia. Actualmente, asiste a Guadalajara Clubhouse ―allí adoptaron el nombre en inglés―, una sede de Casaclub Internacional con más camino recorrido que la porteña.

En algunos de sus trabajos, el fotoperiodista Abraham Pérez sintió que las personas lo rechazaban cuando se enteraban de su diagnóstico de esquizofrenia. (Imagen: gentileza Guadalajara Clubhouse)

Él trabajó como fotoperiodista en un periódico y estudió Artes en la universidad, aunque no terminó la carrera, “en parte, por la enfermedad”. Su último empleo fue en un call center y antes trabajó en una tienda de Walmart.

“El último trabajo lo dejé porque el salario era muy bajo, pero mi meta es conseguir la autonomía económica”, dice Abraham. Y agrega: “Cuando trabajé en el periódico no tuve problemas por mi diagnóstico, pero en otros trabajos sí me ha sido difícil socializar y, en algunos casos, sentí que las personas me rechazaban cuando se enteraban de mi diagnóstico”.

En Guadalajara Clubhouse tomó cursos para aprender a redactar un CV y para ejercitar el proceso de la entrevista laboral.

Compañero de Abraham, Salvador García tiene 40 años y sufre un trastorno mixto ansioso-depresivo. A pesar de contar con un título universitario de licenciado en Administración de Empresas, conseguir trabajo resultó una tarea compleja para él. “Durante las entrevistas de admisión me ponía muy nervioso y empecé a tener ataques de ansiedad. Esto afectó más mi salud mental y me llevó a una depresión severa”, cuenta Salvador.

Salvador García es miembro de Casaclub en Guadalajara, México, y trabaja produciendo contenidos para las redes sociales y la página web de una organización civil de esa ciudad. (Imagen: gentileza Guadalajara Clubhouse)

En cuanto a su participación en Guadalajara Clubhouse una vez externalizado, sostiene: “Lo primero que me dio fue un sentido de pertenencia, ya que me sentía excluido de la sociedad, sin oportunidades y con un futuro muy oscuro. Luego, me permitió descubrir mis talentos, desarrollar conocimientos y habilidades que me permitieron obtener el empleo en el que actualmente me desempeño”.

Salvador se encarga de producir y subir contenidos a las redes sociales y la página web de una organización de la sociedad civil.

Para Facundo, aún sin haber conseguido trabajo, el recorrido en Casaclub Baires cambió su perspectiva hacia el futuro: “Hoy puedo darme cuenta de que no soy un diagnóstico, sino una persona que tiene un padecimiento psíquico que no me define. Puedo diseñar mi vida, ponerme objetivos y buscar alcanzarlos, como cualquier persona”.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 7 de marzo de 2022.

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