Sandra: "La pandemia evidenció que no hay excusa para no ayudar al otro"- RED/ACCIÓN

Sandra: "La pandemia evidenció que no hay excusa para no ayudar al otro"

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION
Foto de una voluntaria de a Fundación Brincar.

Intervención: Julieta de la Cal.

Foto de una voluntaria de a Fundación Brincar.
Intervención: Julieta de la Cal.

Sandra Botto pasó la mayor parte de su vida laboral en un estudio contable. Pero una experiencia familiar le hizo notar la falta de personal capacitado para trabajar con personas mayores o con discapacidad. Entonces, hizo un curso de Acompañante Terapéutico. Se interesó en el rol del APND (acompañante personal no docente) para las instituciones educativas y a la vez llamó su atención el trato con niños que tienen un trastorno del espectro autista (TEA). Así, abrazó un nuevo oficio y dejó la oficina a fines de 2017.

En paralelo, cuenta cómo llegó a ser voluntaria: “Al terminar el curso y leyendo por Internet me encontré con la página de Fundación Brincar y su biblioteca gratuita con estrategias para la inclusión escolar. Les escribí para conocer el tema desde adentro. Y tiempo después, ya fuera de la oficina, cuando me ofrecieron ser parte del voluntariado, ni lo dudé”.

En la pandemia, el aislamiento estuvo lejos de frenar las actividades de Brincar y las tareas de Sandra. “En la fundación siempre hay mucho trabajo administrativo, como hacer nóminas de posibles donantes o contestar emails, organizar los encuentros con abuelos o los sábados con amigos. Además, en pandemia pudimos dar apoyo virtual estando cerca de los papás en esta situación tan difícil del encierro y colaboramos en la organización de las charlas y capacitaciones web”, cuenta. 

Cuando Sandra piensa en lo lindo y lo más difícil del voluntariado, las emociones juegan un rol clave. “Lo más lindo sin dudas es ver la satisfacción del otro al contar con alguien, sentirse parte, estar acompañando”, dice. “Todos, a su manera, agradecen que estés compartiendo. Y cuando nos toca hacer algo administrativo o no presencial, te da alegría darte cuenta de que por tu ratito de tiempo se pudo llegar a organizar algo que va a ayudar a miles de personas”.

“Lo más difícil —agrega— es el desafío social y afectivo. Tenés que saber que muchas situaciones te van a provocar un reto y quizás te parezca que no podés enfrentarlo”, cuenta. Aunque aclara: “En la fundación siempre supieron darme las sugerencias adecuadas para lograr un equilibrio”.

“En la pandemia aprendimos todo lo que se puede hacer no presencial y llegar con un clic a cualquier lugar del mundo en donde una familia necesita una escucha, y si le podemos dar una respuesta, es maravilloso”, destaca también Sandra. Y concluye: “La pandemia cambia al voluntariado en un 100%, ya no hay excusas para no ayudar a otro, porque podés venir presencial a la fundación o podés contestar un email o hacer una planilla, hacer unos llamaditos, o ayudar compartiendo una publicación para que cada día más personas, tu vecino, tus amigos, la comunidad colaboren en mermar la diferencia y mejorar la calidad de vida de muchas personas”. 

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