Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN
La senadora Silvina García Larraburu (de Río Negro) votó a favor del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo y así cambió de opinión en relación a su voto de 2018. “Mi voto es un voto deconstruido, es un voto afirmativo”, dijo en su intervención, en aquella jornada larga del último 29 de diciembre.
La senadora explicó que su nueva posición se debió a que el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo llegó acompañado por el proyecto de los Mil Días, de apoyo a las embarazadas y los recién nacidos. “La propuesta que hoy desarrolla nuestro gobierno es integral, superadora, que dialoga de frente con el Plan de los Mil Días, pensada para que nadie tenga que interrumpir su embarazo por vulnerabilidad económica”, dijo. “En este contexto, comprendí que más allá de mis creencias estamos ante un tema que requiere un abordaje de la salud pública”.
?“Estamos atravesando un cambio de paradigma y este cambio lo lideran las luchas feministas. Comprendí que nada puede detener el avance de la historia y la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo es la demanda de las nuevas generaciones”, expresa García Larraburu
— Senado Argentina (@SenadoArgentina) December 29, 2020
Como ella, el senador Sergio Leavy (también oficialista) pasó de celeste a verde. La neuquina Lucila Crexell, que en 2018 se abstuvo, votó a favor y el jujeño Guillermo Snopek pasó de negativo a abstención. Años antes, Cristina F. de Kirchner había pasado de una posición a otra (en su libro Sinceramente explicó por qué). En tiempos de polarización, permitirse pensar distinto a como uno pensó antes es todo un reto. Por eso, una de las grandes preguntas de esta época es: ¿qué es lo que hace que las personas cambien o no de opinión?
“La gente cambia de opinión por la confianza, por estar discutiendo frente a otras personas no en clave bélica, sino apuntando a un sistema de investigación”, dice Miguel Espeche, coordinador general del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano. Ilustra: “Vos ves esa parte de la verdad y yo veo ésta, pero la verdad es más grande de lo que ve cada uno de nosotros, por lo cual podemos sumar nuestras perspectivas para incorporar mayor conocimiento en vez de hacerlas competir”.
“Cuando hay desconfianza, se arma una pulseada y gana el que más grita, o el que tiene más ingenio en el momento”, sigue Espeche. “Pero la verdad de la cuestión pierde. Para incorporar la palabra del otro, el otro tiene que ser un amigo, alguien que viene a colaborar y no a derrumbar mis murallas. Por lo que no sirve tratar de convencer a los otros, sino mostrar lo que uno tiene para decir, y si el otro quiere tomarlo, enhorabuena”.
Inspirados en un tweet del periodista Valentín Muro (el mismo que también nos dio la iniciativa de esta nota a partir de una crítica), preguntamos a nuestra comunidad de lectores si últimamente había habido algún cambio de posición en sus vidas…
¿Cambiaste de opinión últimamente? ?
— RED/ACCIÓN (@redaccioncomar) January 12, 2021
Buscamos ? historias o anécdotas ? para una nota de ✍️ @sinaysinay. ? Podes escribirnos ? acá ?. https://t.co/MZUN9XYKSz
… y las respuestas fueron variadas y elocuentes:
- “Cambiar de opinión es una experiencia muy dolorosa. De repente datos nuevos que llegaron a mi conocimiento provocaron un derrumbe de ciertas cosas que creía. Fue y es una experiencia angustiante y dificil de sobrellevar” [Isabel Novosad]
- “Con los años me da cada vez más placer cambiar de opinión sobre algo, siento que se expande el cerebro” [Romina Pomponio]
- “No sé si de opinión pero ahora amo a los perros y antes de la pandemia no me gustaban para nada” [María Laura Chang]
El peligro de la polarización
Bautista Logioco es consultor de las Naciones Unidas en prevención de conflictos y consolidación de la paz. Trabajó en procesos en Colombia y en Liberia, y en relación a la violencia social estructural en Centroamérica. Hace poco, creó Converseamos, una propuesta para mejorar el diálogo, según dice él, “sobre los temas que nos importan con las personas que nos importan (familia y amigos), y por la construcción de algo más grande: ciudadanía”.
“Hoy en día, por las dinámicas polarizadoras, corremos el riesgo de creer que debilitamos nuestra convicción cuando cambiamos de opinión”, explica. “En este contexto de dinámicas polarizadoras tendemos a simplificar problemas altamente complejos: la grieta K vs. anti-K, el lenguaje inclusivo, la educación sexual integral y otros temas que atraviesan la agenda sociopolítica argentina. La polarización nos hace creer que uno debería estar a favor o en contra de estos temas, pero quizás podés estar a favor de uno de los subtemas interconectados, y en contra del tema grande”.
Para Logioco, al simplificar y englobar en extremos distintos aspectos de temas complejos, podemos correr el riesgo de pensar que si cambiamos de idea con respecto a algo, perdemos una convicción. “No deberíamos creer que por cambiar de opinión sobre algún aspecto, siendo problemas tan complejos, estemos claudicando a nuestra convicción. Puede ser que estemos abriendo los ojos a aspectos sobre los cuales no habíamos pensado”.
Una vez, recuerda, participó de una negociación entre un banco de desarrollo internacional, las autoridades del gobierno nacional de un país, y los vecinos de una localidad en la cual se había construido una obra de infraestructura debajo de las vías de un tren. Los vecinos habían hecho un reclamo ante el banco, y una de las cuestiones era que las mujeres se sentían inseguras al pasar por ahí abajo.
“Desde el banco y las autoridades nacionales, percibían que ese riesgo estaba mitigado por la instalación de cámaras y luces”, dice Logioco. “Lo que generó ese espacio de diálogo fluido fue que las mujeres pudieran expresar sus temores. Desde su mejor voluntad, las autoridades y el banco creían que todas las medidas necesarias estaban tomadas, pero no tenían la lente para entender el riesgo, y fue a partir de la mesa de diálogo que la tuvieron y pudieron empezar a pensar opciones para resolver eso. Como existió la confianza, se habilitó un tiempo para trabajar sobre opciones diferentes a las que estaban pensadas desde el principio”.
Elegir el momento de la conversación es uno de los consejos de Logioco (de hecho, lo incluyó en un decálogo antipolarización). “El timing, en qué momento decido tener un intercambio, es uno de los tres elementos a tener en cuenta para elegir una estrategia que no sea ir a chocar contra una pared”, sigue. “Los otros dos son la información y la apertura a entender la emocionalidad de un intercambio”.
Y, muy importante, no aferrarse ciegamente a nada: “¿Por qué pensar que la convicción no puede transformarse o evolucionar a lo largo de la vida?”, se pregunta Logioco. “Las convicciones quizás sean específicas a los contextos de tiempo y espacio. Quizás una persona que hace diez años tenía una convicción específica respecto a la interrupción voluntaria del embarazo, hoy tiene una convicción diferente porque ha estado expuesta a una evolución que fue de la mano con adquirir información nueva o empatizar con gente. No necesariamente la transformación de las convicciones es algo negativo; todo lo contrario”.
Experiencias de cambio
Pero, volviendo a nuestra comunidad de lectores, para el abogado ambiental Alejo López Mejía el cambio estuvo en dejar de consumir carne. “Costó bastante (no dejar de comer) comprender el por qué la consumía (costumbre), y transitar el camino hacia la coherencia entre los valores, principios, pensamientos y actos, integrar lo que pienso, digo y hago”, nos escribió en un tweet.
¿Estamos dispuestos a abandonar el asado del domingo para salvar el planeta?
Para él fue un proceso largo. “Entendí los impactos negativos de la industria, por ahí empecé a descubrir(me) y a cuestionarme por qué consumía este tipo de productos, descubrí que era por costumbre, mejor dicho porque mis padres me dieron carne desde chico y así seguí de manera inconsciente consumiéndola”, explica.
“También tengo un aprecio por los animales y en este cambio descubrí que son iguales, y así como no consumo perros tampoco debería consumir vacas ni cerdos. Por otra parte luego de investigar y analizar bastante comprendí que para tener una vida saludable física y mental me es suficiente con alimentos a base de plantas”.
Para Josefina Bar, el cambio fue en algo pequeño, pero rotundo: “Estaba negada-negada a cursar la facultad online (voy por mi tercer título y siempre presencial) y ahora me muero si hay que volver a presencial”, tweeteó.
“A mí me encantan las estructuras en general, y la facultad, con su edificio, era una estructura para mí en lo real y en lo simbólico”, dice. También le gustaba interactuar en persona con los profesores.
“Mi sorpresa fue que se creó algo muy copado con los profes, desde lo virtual. Porque nos terminamos adaptando ellos y nosotros. Fue un ejercicio grande de humildad para los profes (¡de Derecho!) y eso logró relajarnos a todos. Los alumnos que quieren prenden la cámara, los que no, no. Todo se volvió mucho más eficiente. Incluso las clases mismas son más eficientes porque antes duraban dos horas, y ahora no pueden durar más de 1:10, por reglamento”.
La legisladora Silvina García Larraburu, que cambió de posición respecto a su voto sobre el aborto, dijo: “Soy la misma senadora que en este tiempo decidió seguir escuchando, analizando diferentes opiniones y recibiendo distintos testimonios con un profundo respeto por el pensamiento del que piensa diferente”. Quizás en muchas cadenas de acciones como esa esté la solución al problema de los tiempos de polarización.