Un puente hasta diciembre - RED/ACCIÓN

Un puente hasta diciembre

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

La aceleración del problema cambiario en los últimos días generó una dinámica en la que cada actor político sigue su propia estrategia. A pesar de las diferencias, parece haber consenso en evitar una escalada que ponga al país en una situación aún más crítica.

Un puente hasta diciembre

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! La aceleración del problema cambiario en los últimos días generó una dinámica en la que cada actor político sigue su propia estrategia. A pesar de las diferencias, parece haber consenso en evitar una escalada que ponga al país en una situación aún más crítica.

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Intervención: Marisol Echarri.

Temblor. Hace menos de una semana, Alberto Fernández anunció su decisión de no competir en las próximas elecciones y la noticia ya quedó vieja, como en sepia. Así es la Argentina. El pato más rengo de la historia parece haberse encarnado en el presidente y los analistas se animan a la hipérbole sin pudor: Fernández no renunció a la candidatura, sino a la presidencia misma, dicen. Ahora el presidente es Sergio Massa, que abraza el timón que siempre añoró justo cuando el barco ya se está hundiendo: mal timing.

En ese contexto, la relación del peso con el dólar sigue una dinámica que recuerda la del mes fatídico en que Martín Guzmán renunció al Ministerio de Economía. Con el dólar blue rondando los 500 pesos, las arcas del Banco Central exhaustas y las expectativas de inflación en ascenso, los ciudadanos de a pie ponen el oído en tierra intentando captar señales esperanzadoras. No resulta suficiente, al menos hasta ahora, que Massa esté a cargo para serenar los ánimos.

Así las cosas, el coro de voces en los últimos días suena más o menos de esta manera:

  • La izquierda. La coalición del Gobierno, amplia como es, cobija dentro de sí a grupos de verba inflamada. Uno de sus representantes más conocidos, Juan Grabois, decía: “¡Ni en pedo vamos a votar a este sinvergüenza, vendepatria y cagador de Massa. No hay forma!”. Poético. La exdiplomática y exdiputada Alicia Castro, por su parte, deslizaba en un tweet: “No podemos seguir sometidos a Estados Unidos con Alberto Fernández y Sergio Massa”. O sea, el Gobierno ya no nos representa.
  • El kirchnerismo. Todo es relativo: la locuacidad de Grabois y Castro hace que Axel Kicillof, Wado de Pedro o Máximo Kirchner parezcan viejos conservadores de Wall Street. Desde hace días evitan mencionar el precio del dólar, las políticas acordadas con el FMI y las penurias por las que pasa el Banco Central. La crisis de reservas y la inflación desbocada son, por ahora, “the elephant in the room”.
  • El presidente. Cómodo en su papel de “lame duck”, culpa en un tweet a la derecha especuladora que “lastima el ahorro de las argentinas y los argentinos”. Y se indigna con los que hablan en el exterior en contra de los gobiernos populares “pidiendo que nos corten el crédito y que nos exijan más ajuste sobre el pueblo”. Se refiere a Alfonso Prat Gay, Guido Sandleris y Hernán Lacunza, supuestos traidores a la patria.
  • Sergio Massa. Por un lado, uso de la Justicia Penal económica para investigar “algunos comportamientos” y de la UIF y la CNV para perseguir el lavado de dinero. Por el otro, seguir con los pactos multilaterales y con “el acuerdo de desembolso con el FMI para refortalecer las reservas que por el impacto de la sequía se vieron perjudicadas”. Nafta y matafuego en simultáneo, todo en un mismo tweet. Boicot a su propia credibilidad.
  • La oposición. Los precandidatos parecen entender que el horno no está para bollos: casi todos se lamentan de las desgracias argentinas con palabras cautas, sin estridencias. Los acusados de traición a la patria se defienden con lo justo. La mayor oposición al Gobierno, por unos días, parece encarnarse sobre todo en las consultoras pesimistas que vaticinan un futuro económico incierto. Los demás, quietos.

Aunque cada cual atiende a su juego, parece haber consenso implícito en una única cosa: sostener a Massa, asegurar que el Gobierno llegue a diciembre, evitar el estallido. Que la sangre no llegue al río. En los tiempos que corren, no es poco.

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Tres preguntas a Lera Boroditsky. Originaria de Bielorrusia, ​es una investigadora y profesora en el campo de la ciencia cognitiva experta en lenguaje y cognición. La revista Utne Reader la incluyó entre los 25 visionarios que están cambiando el mundo.

—¿Qué es la ciencia cognitiva?
—Es la relación entre nuestra mente, el lenguaje y el mundo. Me interesa cómo es que los seres humanos adquirimos tanto conocimiento sobre el mundo y cómo ese fenómeno maravilloso tan complejo que llamamos lenguaje nos permite ser lo inteligentes y sofisticados que somos. Las palabras influyen en el funcionamiento del cerebro. Pero no están aisladas, están conectadas a otras palabras. En nuestra mente están conectadas a recuerdos y emociones. Cuando alguien te dice algo, se desencadenan una serie de respuestas cerebrales y aparecen recuerdos, emociones e ideas. Naturalmente, cada palabra está conectada a recuerdos y emociones diferentes, pero pueden influir mucho incluso en el funcionamiento de nuestro cuerpo. Por ejemplo, el medicamento universal más potente que conocemos es el placebo: tiene efecto en casi cualquier enfermedad. En los estudios clínicos, cuando un paciente lo recibe y se le dice que es un medicamento, en muchísimos casos hace que empiece a sentirse mejor. Esa es una prueba de lo poderoso que es el lenguaje.

—¿Cuáles son los grandes interrogantes que buscás resolver con tu investigación?
—Para mí la gran pregunta es cómo los seres humanos pueden llegar a ser tan inteligentes, cómo inventamos esos mundos mentales tan increíblemente complejos en los que vivimos. Somos criaturas físicas que recibimos estímulos físicos del mundo (fotones en los ojos, ondas de presión en los oídos, moléculas a través de la lengua y la nariz, etc.), pero de ahí pasamos a reflexionar sobre ideas como la justicia, la verdad, el amor y todo ese conjunto de conceptos complejos. Componemos sinfonías, jugamos al ajedrez y enviamos naves al espacio. ¿Cómo es que la mente humana pasa de estímulos tan básicos a elementos tan complejos? Y una de las herramientas básicas que nos distinguen del resto de los seres vivos es el lenguaje, esa habilidad para crear sistemas de comunicación complejos, que también son sistemas para el propio pensamiento, para su desarrollo y su almacenamiento.

—Demostraste que el idioma que hablamos modifica el modo en que vemos el mundo. ¿Cómo es que la lengua influye en el modo en que pensamos?
—Los seres humanos tenemos unas 7.000 lenguas, todas muy diferentes. Tienen sonidos, palabras y estructuras distintas. Y cada lengua requiere que sus hablantes cuenten con información complementaria. Esto puede afectar el modo en que percibimos unas flores, aunque también conceptos abstractos. Por ejemplo, mi lengua madre es el ruso, y en ese idioma no hay una palabra que cubra todos los tonos de azul que el inglés llama blue. En ruso hay una categoría para el azul claro y otra para el oscuro, pero ninguna para ambos. La pregunta es si los hablantes de ruso ven esos dos colores como diferentes y resulta que sí. Se han hecho pruebas que comparan la capacidad de distinción de estos colores en hablantes de ruso y angloparlantes, y esto quedó en evidencia. La lengua interfiere en nuestro sistema visual.

Las Tres preguntas a Lera Boroditsky se tomaron de la presentación “Cómo la lengua configura nuestro pensamiento”, dada en el contexto del ciclo BBVA Aprendemos Juntos. Para acceder a la charla completa podés hacer click acá.

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Thought leadership. Influencers no son solo los usuarios de redes sociales con miles o millones de seguidores. También lo son las personas capaces de articular ideas de manera que se genere interés en un determinado público y termine influyendo en él. Este artículo propone algunas pautas para el arte del thought leadership basado en textos escritos: escribir mucho, decidir el estilo (formal o no, ágil o pausado), tener en cuenta el interés de los lectores y, finalmente, aprovechar la voz de la corporación para la que se trabaja para potenciar el propio posicionamiento. Un buen aporte a la construcción de la marca personal.

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Academia. La complejidad de la gestión de las comunicaciones en las organizaciones hace, en muchos casos, necesario contar con un tablero de control. Relaciones con los medios, comunicación interna, sustentabilidad, relaciones con el gobierno: pilares que requieren de coordinación y seguimiento. Este artículo plantea algunas de las características que deben tener los indicadores incluidos en el tablero de control: alineamiento con la misión de la empresa y sus prioridades del negocio, criterios de comparación relevantes, ejecutabilidad, claridad y simplicidad.

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Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a comms@redaccion.com.ar

¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

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* El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país. *