No es un oro ni un podio lo único que queda grabado en la memoria colectiva. Hay mucho más allá de las medallas obtenidas en los Juegos Olímpicos. Son imágenes que pueden guardarse para siempre en los recuerdos de los espectadores y despertar un sinfín de emociones, para muchos, inexplicables.
Momentos como el de la delegación argentina ovacionando a judoca Paula Pareto en la villa en su tercer y último Juego; el de Las Leonas con una Belén Succi arquera y heroína del equipo, que le dedicaba el pase a semifinales a su hijo; o el de Delfina Pignatiello enojada por la derrota pero con un debut olímpico a sus apenas 21 años, viajaron desde Tokio hasta la Argentina y se convirtieron en el centro de las conversaciones deportivas.
Lo cierto es que los JJ.OO, desde Londres 2012 hasta ahora, tienen un tinte especial. Basta con entender que ese año y contabilizando las delegaciones de todos los países, un 45% de las atletas fueron mujeres, según datos del Comité Olímpico Argentino (COA). En el siguiente, Río 2016, la cifra subió a un 47%. Finalmente, en Tokio 2020, la paridad estuvo a un punto porcentual de ser alcanzada, con un 49% de deportistas en competencia.
Y estos no son meros porcentajes, sino que ilustran un cambio cultural que se viene tejiendo hace años y que todavía le queda mucho por andar. Aquel día de 1896 en Atenas, en la primera jornada olímpica de la historia, ninguna mujer decía presente. A los cuatro años, en París 1900, 22 pioneras encarnaban el 2% de la participación y rompían el molde para las miles de atletas que demostrarían su fuerza y talento durante ese siglo y el siguiente.
“El deporte es un espacio y una actividad históricamente dominada por los varones, que se sostiene fuertemente en los estereotipos hegemónicos de género que asocian la práctica deportiva con la imagen del varón y sus ‘atributos naturales’: la fuerza, el poder, la virilidad, el vigor físico, la velocidad, la postura competitiva en busca de la victoria”, explica a Lisa Solmirano, coordinadora del proyecto “Una victoria lleva a la otra” de ONU Mujeres.
A su vez, plantea que “las mujeres e identidades feminizadas deben enfrentar múltiples discriminaciones y obstáculos, tanto como atletas, entrenadoras, cuerpo médico, dirigentas, e incluso en las etapas formativas, las niñas y adolescentes enfrentan más dificultades para practicar deportes”.
Todo esto se refleja en baja profesionalización y acceso a becas, desigualdad salarial, escaso acceso a cargos dirigenciales y a cuerpos técnicos, y pocos o nulos sistemas de protección, lo que se traduce en menos deportistas en las categorías femeninas. “Las mujeres atletas muchas veces deben llevar adelante sus carreras sin ningún tipo de apoyo, combinando la actividad con otros trabajos o tareas de cuidado”, amplía Solmirano.
Hacia el camino de la paridad
Por eso, imágenes como las mencionadas al principio, o la de la niña de 13 años brasileña Rayssa Leal consiguiendo la plata en skate -deporte que debutó en Tokio 2020 como disciplina olímpica-, consagrándose como la más joven de su país en ganar una medalla, y la ecuatoriana Neisi Dajomes, quien se llevó la dorada en halterofilia 76 kg (levantamiento de pesas) y se convirtió en la primera mujer medallista de su país marcan precedentes que parecieran, afortunadamente, no tener frenos.
Rayssa Leal y Neisi Dajomes, dos ejemplos internacionales inspiradores.
Pilar Escalante, subsecretaria de Políticas de Igualdad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, señala que los deportes con más presencia femenina en el pasado estuvieron ligados con disciplinas con una búsqueda estética, estilizada y ligada a la feminidad.
En este sentido, algunas de las primeras disciplinas habilitadas en las categorías femeninas fueron tenis, arquería, patinaje artístico, natación, saltos ornamentales, esgrima y equitación.
En este tuit de la UNSAM podés ver y entender cómo evolucionó la inclusión de las categorías femeninas en las diferentes disciplinas ?:
Escalante sin embargo agrega: “Hay que reconocer que a lo largo de las décadas las mujeres hemos ido fuertemente ganando espacio, reclamando para nosotras todos los ámbitos del deporte y esto se está viendo en los JJ.OO con las incorporaciones de las categorías femeninas”.
Es que, de acuerdo con lo que plantean las especialistas, las prácticas deportivas no pueden quedar afuera del cambio cultural que se está dando en el mundo en cuanto a la igualdad de género. “Es central entender que los JJ.OO no están aislados del conjunto social, son parte de un mismo movimiento y proceso histórico”, considera la funcionaria del Ministerio de las Mujeres.
Pero tanto Escalante como Solmirano coinciden en que “falta muchísimo” en términos de promoción de la igualdad en el deporte. “Sin ir más lejos, en Argentina, solo el 12% de los puestos ejecutivos en las federaciones deportivas más importantes es ocupado por mujeres”, manifiesta la coordinadora de ONU.
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También, considera las razones por las que se dan cada vez más cambios positivos: “Los principales instrumentos internacionales que abordan la problemática de género, dedican una mención especial al deporte y alientan a los estados a establecer medidas concretas y obligaciones para eliminar la discriminación de las mujeres”.
Entre estas medidas, menciona: “La creación de cuotas o trato preferencial para favorecer la participación femenina, así como proveer instalaciones adecuadas, sistemas de premios, acceso a espacios de decisión, una representación justa e igualitaria y no estereotipada en los medios de comunicación, y por último, reconocer que el deporte es un espacio donde se ejerce violencia por razón de género, por lo que se requieren medidas concretas para hacer frente a la violencia sexista y a los estereotipos de género”.
Sobre esto último, cabe destacar la decisión que Delfina Pignatiello tuvo que tomar luego del sinfín de agresiones que recibió a través de las redes sociales. La nadadora, quien además es influencer, cerró algunos de sus perfiles y hasta borró gran parte de sus posteos. La tenista Nadia Podoroska también advirtió sobre la violencia virtual y lanzó: “Piensen que somos personas que sentimos y sufrimos”.
Ejemplo e inspiración
De las 75 medallas obtenidas por la Argentina desde Atenas 1896 hasta el momento de redactada esta nota, trece fueron obtenidas por mujeres. Si bien conseguir un podio es de un mérito inmensurable, ya competir en un Juego Olímpico es el sueño de cualquier atleta.
Así lo plantea Mabel Roca, vicepresidenta de la Comisión Mujer en el Deporte del COA: “Con sólo participar en un JJ.OO, ya estás entre los mejores del mundo por haber hecho un extenso recorrido con tu deporte para llegar a esa clasificación. Los testimonios de las atletas contribuyen a fortalecer que ese logro es mérito personal como consecuencia del esfuerzo, constancia, conducta y disciplina en los entrenamientos”.
Cada cuatro años, los JJ.OO se presentan como una vidriera perfecta para visibilizar el talento femenino y derribar mitos sobre las mujeres en el deporte.
A su vez, miles de niñas y adolescentes que se sientan frente a la pantalla se pueden ver inspiradas por esas mujeres que manifiestan su talento y esfuerzo en las diversas disciplinas.
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“Muchas de nosotras crecimos sin tener referentes deportivas, por ejemplo. Que hoy estén, le dice a las pibas que están creciendo hoy que también se pueden ocupar esos espacios, que también se pueden practicar esos deportes, que no hay deportes o juegos que estén cercenados para nosotras. Eso es también parte del cambio cultural que estamos teniendo”, añade Escalante.
Solmirano, por su parte, advierte además sobre la importancia de que las atletas sean representadas adecuadamente en los medios de comunicación. Para evitar que se sigan fomentando estereotipos de género, ONU Mujeres y el Comité Olímpico Internacional lanzaron una guía para “reflexionar críticamente sobre la forma en que las coberturas pueden contribuir con representar a las mujeres de forma justa, igualitaria e inclusiva”.
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