Un abrazo que perdura: el de quienes, luego de ayudar, eligen quedarse- RED/ACCIÓN

Un abrazo que perdura: el de quienes, luego de ayudar, eligen quedarse

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Héroes en pandemia que deciden quedarse donde hay necesidad.

Imagen de perfil de una gendarme con su barbijo.

Foto: Pastoral Villera. Intervención: Julieta de la Cal.

¡Buenas tardes de feriado! En esta edición te quiero compartir una historia conmovedora de alguien que se involucró a tal punto con quienes necesitaban una mano que decidió sostener la colaboración luego de que los momentos más duros quedaran atrás.

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Imagen de perfil de una gendarme con su barbijo.
Foto: Pastoral Villera. Intervención: Julieta de la Cal.

Hace pocos días, inesperadamente, vimos durante una mañana en un gran club de la Argentina a un grupo de chicos que llegaban en ómnibus, en una suerte de visita al club. Con esa alegría de los más jóvenes, que se les notaba, con esas ganas de vivir y sentir un espacio grande y una institución famosa de la ciudad de Buenos Aires. El grupo venía del Gran Buenos Aires, de una zona de muchas carencias económicas. Y se conocían, juntaban y reunían en uno de los tantísimos lugares sociales que tiene la Obra de Don Bosco, los salesianos. Estaban ligados a un club parroquial y esa mañana tenían su día de esparcimiento, de divertirse, en un lugar especial.

Comenzaron a jugar en canchas modernas, con buena infraestructura, con camisetas y botines. Una fiesta, una alegría tremenda para ellos, todos varones (las mujeres irían al siguiente fin de semana).

Reuniendo a todos estos chicos había una mujer, de edad mediana. Ella los conducía, guiaba, orientaba. Y me llamó la atención esta imagen. Todos los varones, alegres, conducidos por una mujer. Preguntamos quién era. Ella era una colaboradora del club del barrio parroquial. Su historia es breve pero me llamó la atención.

Ella es gendarme de vocación, de profesión desde hace muchos años. Tiene un cargo importante. Llegó la pandemia. Con sus dificultades y momentos complejos. La Gendarmería, como otras fuerzas, como la iglesia, se acercaron a la gente, especialmente a los más postergados. Aparecieron ollas solidarias, comedores, merenderos. Había que sobrevivir al virus y a la situación social.

Esta mujer, con su uniforme y su fuerza, comenzó a conocer el barrio. Arriesgaba su vida: no había vacunas, se sabía poco del virus por entonces. Estuvo en el frente de batalla, cerca de la gente, cerca del virus. La historia es simple y conmovedora: conoció a sus chicos, sus familias, el barrio, la parroquia y el club. Y, cuando terminó el operativo, cuando bajaron los casos y aparecieron las vacunas, ella se quedó con ellos. A estar, a permanecer. Se quedó en un abrazo largo que aún se sostiene.

Este encuentro maravilloso entre una persona, una fuerza y la comunidad, se repitió por decenas en cientos de lugares. Y hay una mirada para hacer ahí. Fuera de lo profesional -o además de lo profesional- la pandemia generó un encuentro que se vio en muchos lugares. Las Fuerzas Armadas, las fuerzas de seguridad, la Iglesia (sacerdotes, monjas, laicos) y la gente. En este caso, se perpetuó. El abrazo continúa.

Levantar la mirada, acercarnos al otro y, si es posible, mantener ese "quedarse". Seguir estando cerca. Luego ya no es una ayuda: se convierte en un ida y vuelta, en un compartir.

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Historias como la de esta gendarme, de personas que en una época de miedo e incertidumbres estuvieron cerca de quienes necesitaban ayuda en barrios vulnerables, son las que contó la serie documental Ser Esencial, que transmitió la TV Pública. Un proyecto detrás del cual estuvo el actor Walter Peña, la productora Pastoral Villera y también la parroquia San Juan Bosco.

Podés ver los distintos episodios acá.

Además, recientemente se publicó un libro que retrata estas historias, escrito por el propio Peña. “Ser esencial fue fundamental para difundir y colaborar en aquellas acciones o encuentros basados en los valores éticos y el recupero de consignas de vida a partir de la creencia. La Iglesia que no miramos fue lo que Ser Esencial nos planteó visibilizar”, dijo al respecto de estas serie y lectura recomendadas el padre Pepe di Paola.

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Hemos hablado mucho en RED/ACCIÓN de aquellas personas que han tenido que dejar su hogar, su tierra, sus afectos, su lugar y comenzar de nuevo en otras latitudes, a veces muy distantes: las personas refugiadas.

Claro, escapar del horror que viven en sus países (como persecuciones y guerras) es solo el primer paso. Luego viene el empezar nuevamente en un sitio ajeno, lo cual muchas veces no suele ser sencillo. Y es clave abrazar a las personas refugiadas, tenderles una mano, incluirlas en la que ahora es su nueva comunidad.

Este es el mensaje que buscará transmitir, con el lenguaje universal que es la música, la segunda edición del “Concierto con los refugiados”, dirigido por Lito Vitale, que se llevará a cabo el 28 de noviembre. Podrá verse desde las 22 por la pantalla de Canal 9 y por el canal de YouTube de Fundación ACNUR Argentina.

Habrá participaciones emotivas como la de la orquesta sinfónica Latin Vox Machine, integrada por músicos migrantes y Okba Aziza, un refugiado sirio que vive en Argentina.

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Fernanda, con una vestimenta propia de la mujer musulmana.

Cuatro preguntas a Fernanda Chaves [Por David Flier]. Fernanda es periodista y miembro co-responsable de RED/ACCIÓN. En 2017, a los 22 años, pasó un mes en un campo de refugiados sirios en Grecia, donde estuvo como voluntaria. Allí, además de colaborar con actividades educativas para niños en edad de jardín de infantes y actividades culturales, convivió con quienes escapaban de la guerra. A partir de sus vivencias, escribió el libro No solo refugiados: historias detrás del rótulo.

—¿Cuál es el mensaje central del libro?
—La idea es mostrar todo lo que se esconde detrás del rótulo de un refugiado. Hay historias o vidas que uno no conoce al pensar en olas de gente. Busco que la gente pueda entender que las personas refugiadas están ahí por una circunstancia, pero mañana puedo ser yo o cualquiera.

—¿Qué aprendiste de esa experiencia?
—Desde chica estoy familiarizada con el tema de refugiados: soy nieta de una persona que escapó de la Segunda Guerra Mundial por ser judía. También bisnieta de inmigrantes sirios. Cuando estuve de viaje por Europa busqué un campo que me permitiera vivir con ellos.  No tenía idea de donde había ido. Yo pensé que no tenía prejuicios, pero tenía un montón. Los terminé de derribar viviendo con esas personas. Uno tiene una idea de la cultura musulmana, del islam, pero cuando se vive con personas que profesan la religión esa idea cambia.

—¿Y cuán importante fue convivir con estas personas, a diferencia de otro tipo de voluntariado?
—Yo quería vivir con ellos porque creo que solo así podés entender su realidad. Llegué a dormir en habitaciones con nenas hermanas de una mamá que había cruzado el mediterráneo sola. Solo entendés su amor durmiendo toda la noche o compartiendo la cena o el té en su habitación. No es la misma relación que cuando hacés tu tarea de voluntariado y te vas. Además, por ejemplo, un aspecto que cambió mi cotidianeidad es que ya no rechazo comida en ninguna casa, porque allá te invitaban a comer de lo poco que tenían.

—Argentina recibe a muchos migrantes y refugiados. ¿Cómo se puede ayudar a estas personas?
—Cuando uno quiere ayudar puede ayudar desde cualquier lugar. No tenés por qué alojar una familia, pero podés acompañarlos con trámites o dar clases de idioma. Y, sobre todo, incluirlos en el día a día. Sacarnos la idea de “tolerar”, que es aguantar, sino compartir con personas de otros países, que también nos enriquecen.

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Una imagen en el centro de la elefanta Mara, con fotos que aluden a su historia en los costados.
Intervención: Julieta de la Cal.

En los últimos días, en RED/ACCIÓN publicamos dos contenidos que nos hablan de procesos de crecimiento que hemos vivido como sociedad y quería recomendártelos.

Uno es una emotiva crónica de la vida de Mara. Mara es la elefanta que vivió hasta el año pasado en el Ecoparque de la Ciudad de Buenos Aires y fue trasladada en plena pandemia a un santuario de Brasil. El valor de la libertad, del respeto a otros seres vivientes y el aprender a soltar están en el centro de un bellísimo texto de Verónica Sukaczer.

El otro texto nos invita a un replanteo, a un cambio de visión. A dejar de instalar a personas con discapacidad en el lugar de héroes o de considerarlas ejemplares solo por tener una discapacidad. En la nota, ellas cuentan lo humillante que es y lo mal que les hace.

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Cerramos la semana con una de esas historias que conmueven y que, por supuesto, oxigenan. Ocurrió en Rosario y la protagonista fue Mía, una niña de 11 años.

Mía había perdido recientemente uno de sus dientes de leche, y había ahorrado el dinero para comprarse pinturas y hacer manualidades. Pero se enteró que un compañero de su hermano, con miopía degenerativa en ambos ojos y estrabismo en el izquierdo, necesitaba una operación urgente que no podía costear.

“Hola, soy la hermana de Jazz y adentro está la plata de la donación para la cirugía de Mateo. Cantidad de plata: 100 pesos", escribió Mía fuera del sobre que entregó a Noelia, la maestra de tercer grado que armó la colecta.

Un gesto que conmovió a la comunidad educativa. Y que también nos recuerda el valor de compartir, de levantar la vista y compartir con quien lo necesita. A propósito, al pie están los datos para colaborar con la cirugía de Mateo, que cuesta 85.000 pesos. Una cantidad que su familia no puede costear pero que —a esta altura lo sabemos— está al alcance de la mano de una gran comunidad comprometida, en la que todos aportan algo. Aunque sea la plata que el Ratón Pérez dejó bajo la almohada.

Contacto: 2634 377010
Vicente Cabañez. Banco Galicia
CBU: 0070224130004019763762

Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Un gran abrazo.

Juan