"¿Tienen libros sobre cambio climático?" - RED/ACCIÓN

"¿Tienen libros sobre cambio climático?"

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Hay una literatura emergente sobre cambio climático, algo que se aprecia al recorrer librerías. De todas maneras, hay barreras que persisten, como el idioma y su distribución a distintos países.

"¿Tienen libros sobre cambio climático?"

Foto de la biblioteca: Tais Gadea Lara | Intervención: Marisol Echarri

Esta es la pregunta que hago en cada librería que visito en Buenos Aires o en cualquier otra ciudad del mundo en la que me encuentre. En la edición de hoy los invito a hacer un recorrido por las reflexiones que me despiertan las respuestas que recibo. Reflexiones que tienen un elemento común: hay una literatura emergente sobre cambio climático.

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Foto de la biblioteca: Tais Gadea Lara | Intervención: Marisol Echarri.

"¿Tienen libros sobre cambio climático?", pregunto con total expectativa al visitar una librería. A veces lo hago no bien ingreso. Otras, luego de recorrer los pasillos y no encontrarme con ellos o ver algunos pocos. Algunos amigos y colegas me miran con sonrisas en mi búsqueda ansiosa por publicaciones sobre la temática con la que trabajo a diario. Soy una Hermione Granger o una Lisa Simpson que sueña con ver estanterías llenas de publicaciones dedicadas al tema. Por sobre todo, y como aquellos personajes de ficción, soy una persona que disfruta leer libros y aprender con ellos.

"El verbo 'fatigar' lo vinculamos con Borges cuando se trata de una biblioteca. Yo soy un fatigador de librerías y bibliotecas: me encanta pasar horas mirando las estanterías, una por una, anaquel por anaquel, lomo por lomo", dice el escritor español Jorge Carrión en el libro que estoy leyendo (o devorando gustosamente) estos días bajo el título Contra Amazon. Más que una crítica directa contra la superempresa, es una invitación a recuperar y volver a abrazar eso que aún sigue diferenciando a las librerías y bibliotecas de la selección y compra de un libro frente a una pantalla. Y mucho de ello está en el poder 'fatigarse' entre pasillos llenos de libros para, en mi caso, analizar cómo cambia, crece, se expande el mercado de libros sobre cambio climático.

En parte esto es lo que me propuse hacer hace una semana con una amiga costarricense que visitó por primera vez Buenos Aires. Le preparé un tour por cinco librerías destacadas de la ciudad. En todas y cada una de ellas me vio en el rol de Hermione al preguntar: "¿Tienen libros sobre cambio climático?". En todas y cada una de ellas, le compartí lo que ese interrogante me permite conocer, descubrir, analizar. Y eso que hago habitualmente en mi ciudad y en otras, o una partecita, es lo que me gustaría compartir hoy con ustedes porque, además, no encuentro mejor forma de, en vísperas de mi cumpleaños, despedirme de los 34 conversando sobre libros.

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Sucursal de la Waterstones en el barrio St. James's de Londres, Reino Unido. Noviembre de 2021 | Foto: Tais Gadea Lara

Los libros según las secciones o las secciones según los libros. Hay libros sobre temática ambiental desde hace años. La mayoría de ellos más concentrados en las bondades de la naturaleza y en el conocimiento de las otras especies animales. ¿Y sobre cambio climático? ¿Se ha comenzado a escribir recién en los 2000?

Si uno indaga un poquito más, se encuentra con que ya en 1989 -cuando yo apenas tenía un añito de vida- la climatóloga australiana publicaba el El efecto invernadero: viviendo en una Australia más cálida y que el profesor en ciencia también australiano Ian Lowe daba a conocer Viviendo en el invernadero. Ese mismo año, el después fundador de la organización 350.org y activista estadounidense Bill McKibben pareció marcar el inicio de ese antes y después para la literatura ambiental con su libro titulado El fin de la naturaleza.

El contenido de esas primeras publicaciones iban en línea con el conocimiento del momento: se hablaba del efecto invernadero y de cómo nuestras actividades lo estaban alterando, de cómo estaban calentando el planeta, de cómo empezaban a afectar a esa bella naturaleza que se mostraba antes con mayor predominancia en las bibliotecas.

Con la creciente concientización sobre el cambio climático y la exposición misma del problema en nuestra vida cotidiana, se inició un proceso de auge de publicaciones específicas. Cuando empecé a comunicar sobre el tema hace 10 años, esas publicaciones eran contadas. Hoy tengo que elegir cuál de todos los libros que emergen voy a priorizar comprar. Hoy hay una diversificación y profundización de las temáticas dentro de la temática paraguas "cambio climático".

La pregunta "¿tienen libros sobre cambio climático?" puede derivar en que el librero o la librera me lleve a un pasillo lleno de publicaciones, a un conjunto de estanterías, a un estante o una mesa. A veces solo hay unos poquitos distribuidos por ahí, pero esta es la excepción —afortunadamente— en los años recientes.

Confieso que me molesta un poco cuando los libros sobre cambio climático aparecen mezclados entre las bellas publicaciones sobre naturaleza. Y, al mismo tiempo, esto me señala una primera realidad que se narra sola desde la estantería. Algo así como que el libro En llamas de Naomi Klein al lado de uno de fotografías de animales salvajes nos cuenta desde un libro que estamos prendiendo fuego todo eso hermoso que aparece en el otro.

De a poco y a medida que crece la oferta de publicaciones sobre cambio climático, cada vez son más las librerías con secciones específicas sobre Ambiente que buscan diferenciarse de las publicaciones de naturaleza. Claro que no porque no tengan nada que ver unas con otras, pero sí porque no es lo mismo un libro que contiene fotografías del leopardo de las nieves que los libros que surgen ahora para profundizar en los problemas que amenazan a la naturaleza representada en ese tipo de imágenes.

Muy de a poquito, la categoría Cambio Climático emerge en los pasillos y allí... magia. Uno puede profundizar en el conocimiento sobre los impactos presentes y futuros, sobre las soluciones más individuales a aquellas tecnológicas mucho más complejas, sobre ser vegano o alcanzar la carbono neutralidad, sobre prepararse para el colapso o actuar para un futuro mejor o ambos.

Al momento, la que más llamó mi atención fue la que observan en la imagen superior. "Cambio climático. Ciencia popular. Ciencias de la Tierra" alertaba un cartel de gran tamaño cuando con éxito seguí las indicaciones del librero en una sucursal de la librería comercial Waterstones en Londres, justo unos días después de la intensa COP26. Our biggest experiment (nuestro mayor experimento) de la escritora británica Alice Bell sobre la historia científica del cambio climático y cómo nos hemos vuelto adictos a los combustibles fósiles, Client Earth de James Thornton y Martin Goodman sobre el rol del derecho para exigir acción, The new climate war del popular científico Michael E. Mann que siempre da pelea contra la industria de los combustibles fósiles y sus tácticas para la inacción, There is no planet B de Mike Berners-Lee y How we're f***ing up our planet (creo que no necesita traducción, no?) de Tony Jupiner sobresalían en los estantes sobre cambio climático. Estantes, con plural.

Muchas veces los autores definen la ubicación de su libro. Me ha llamado la atención que, en más de una oportunidad, el libro de Bill Gates dedicado al tema —Cómo evitar un desastre climático— aparece en la sección de Economía y no en la de Cambio Climático o Ambiente. Pero sí se ubica en estas últimas a un libro que expone y denuncia como ningún otro los intereses económicos detrás de los negacionistas y la inacción como Mercaderes de la Duda, de Naomi Oreskes y Erik M. Conway. Ello también plantea el interrogante en si tendría que haber una sección específica a estas publicaciones o si, como la transversalidad del propio problema, aparecer en distintas secciones a lo largo de la librería.

Esto es lo que se puede percibir en estos días con el más reciente libro compilado por Greta Thunberg, El libro del clima, que adquiere un lugar protagónico en las mesas de Novedades o, incluso, de las vidrieras. Claro que la popularidad de la activista busca despertar el atractivo en los lectores. Y claro que aquí lo que nosotros también queremos es que más personas lean sobre cambio climático. Pero ello no es tan fácil como parece...

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En el subsuelo de libros usados de la librería Harvard Book Store en Boston, Estados Unidos | Abril de 2022

Esos libros que nunca llegan a todos. Si todavía estamos esperando que algunos reportes científicos aparezcan en su versión en español, imaginen lo que sucede con los libros sobre cambio climático. El idioma es la principal barrera que tenemos en el acceso a las publicaciones de la temática: la mayoría de los libros son en inglés y la mayoría no llega a ser traducida al español. De hecho, la mayoría de los que mencioné en el apartado anterior están disponibles, al momento, sólo en inglés.

Y aquí voy a hacer honesta. Mientras leo Contra Amazon me siento algo mal por utilizar ciertas plataformas online para comprar nuevos libros del tema que viajan kilómetros (generando emisiones). Son libros que nunca terminan llegando al país, incluso en su versión en inglés. Son libros cuyo contenido utilizo para el ejercicio de mi profesión.

El Futuro por Decidir de Christiana Figueres y Tom Rivett-Carnac -y su espectacular llamado detallado a la acción- tardó un año en aparecer en su versión al español. La mencionada publicación En llamas de Klein tuvo el doble de tiempo para arribar a la Argentina. Sea en papel u online, el idioma es una primera barrera contundente en temas que, aun si uno sabe inglés, tienen un vocabulario técnico y complejidad tal que ameritan un ejercicio de lectura en la lengua materna. ¡Cuánto me gustaría que todas las voces de mujeres del movimiento ambiental del compilado de ensayos sobre cambio climático All we can save pudieran llegar a más lectores en español!

A esto se suma otra cuestión: el valor de los libros. Desde ya soy de las que cree que comprarse una publicación es una inversión para nuestro conocimiento, pero no soy ajena a las situaciones económicas que vivimos. Incluso en el mayor privilegio que uno pueda tener, el precio de un libro muchas veces es motivo para retrasar su compra o nunca llegar a efectuarla.

Ante ello, me pareció interesante el surgimiento de distintas iniciativas que buscan hacer más accesibles estas publicaciones a los lectores. Desde las librerías de publicaciones usadas o de secciones de este tipo dentro de las librerías generales —así fue como me encontré con la obra maestra de Jane Goodall En la senda del hombre— hasta emprendimientos que promueven la circularidad de libros entre lectores desconocidos. Entre estos últimos se encuentra Libros Nómades, donde podrán encontrar el hermoso El libro de la esperanza de la misma magnífica autora, publicación que es un ejemplo de todos los siguientes apartados.

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Rachel Carson, autora de Primavera Silenciosa

No subestimar el impacto de los libros o, mejor dicho, todos sus impactos. Probablemente desde el inicio de esta edición estén pensando "pero Tais los libros requieren papel, tala de árboles..." Sí. Todo eso. No soy ingenua al proceso y procedencia de cada publicación que incorporo en mi biblioteca.

Un estudio publicado en 2012 mostró que un libro, un solo ejemplar, de tapa blanda con producción en Estados Unidos e impresión en Canadá generaría 2,71 kilogramos de CO2 equivalente. Eso sería similar -considerando las distintas variables de análisis en uno y otro caso- a la huella de carbono de la producción de 1 kilogramo de maní y de 1 kilogramo de caña de azúcar. Y estaría muy lejos, por ejemplo, de los 60 kilogramos de CO2 equivalente que emite producir 1 kilo de carne roja.

La producción de un libro requiere de papel que se obtiene de la tala de esos árboles que actúan como sumideros de carbono, cuando están en pie. Esa pérdida de carbono forestal forma parte de la huella de cada publicación. A ella se suman las emisiones de todas las etapas consecuentes: fabricación, impresión, distribución. Entonces, ¿mejor nos pasamos a la lectura digital?

Los dispositivos electrónicos de lectura -como los e-readers o e-book- no requieren papel, impresión, traslado y, plus, no ocupan lugar físico en la biblioteca. Pero... no dejan de ser dispositivos electrónicos con materiales procedentes de actividades extractivas que, además, necesitamos cargar consumiendo electricidad que procede mayormente de la quema de combustibles fósiles y que, además, necesita de servidores que también consumen energía y recursos para mantener el contenido disponible.

El destino final de un libro en papel (que siempre espero sea otra biblioteca) sería el reciclaje. El destino final de un dispositivo electrónico, que tiene menor vida útil que el libro en papel, encuentra aún varias dificultades en el mercado para ser reciclado en un 100%.

Awwwww, ¡qué difícil se hace incluso leer un libro!

Sin ánimos de continuar con un tema que podría tener una edición entera y propia de PLANETA y mientras varias editoras comienzan a mejorar en el impacto de sus actividades, el consultor líder en energía en el Centro Internacional de Referencia para el Ciclo de Vida de Productos, Procesos y Servicios (CIRAIG) de Canadá, Pierre-Olivier Roy, hizo un interesante análisis sobre cómo en función del mayor o menor hábito de lectura conviene -en términos de emisiones- leer en papel o en dispositivos electrónicos. Su conclusión es que a más libros que se leen, mejor electrónico y a menor lecturas, mejor en papel.

En mi caso, que confieso disfruto leer en papel y me resulta mucho más amigable para la vista- cuando es posible, priorizo comprar publicaciones en papel usadas. Como regla autoimpuesta, por cada libro que ingresa a mi biblioteca, sale otro que se vende o dona, porque menos es más, siempre. Soy de las que comparte libros con otros (con un lindo Excel de recordatorio, obvio, para que regrese y circule). Y algo no menor: intento apoyar a las librerías más independientes, de barrio, esas menos comerciales de franquicias, esas donde los libreros saben responderme a la pregunta ¿tienen libros sobre cambio climático?

Todo esto me lleva a hablar también de otro impacto que tienen los libros y particularmente los de la temática que aquí nos convoca. Cuando la bióloga marina y conservacionista Rachel Carson publicó Primavera Silenciosa en 1962 probablemente no haya imaginado que su denuncia sobre el impacto en el ambiente y la salud humana esos productos químicos que comenzaban a utilizarse a mansalva en el campo sería el impulso para la mayor movilización ambiental en Estados Unidos, a normativas para limitar la contaminación de las empresas, a la creación de una Agencia de Protección Ambiental en Estados Unidos. De hecho no llegó a conocer todo eso, falleció en 1964. Pero su conocimiento, denuncia y espíritu continuaron vivos en esas páginas que despertaron la conciencia de tantas personas que decidieron salir a la calle en 1970 en lo que terminó siendo el primer Día de la Tierra. Páginas que hasta el día de hoy resuenan como si nada hubiera cambiado, como si todo aún debe cambiar.

La literatura es una herramienta maravillosa para también informar, despertar conciencia, promover la acción. Ahora bien, esto me lleva inevitablemente a otro interrogante ¿cuántos libros más sobre cambio climático necesitamos para la acción? Dije al inicio que me encantaría ver muchos estantes llenos de libros sobre cambio climático. Ello claro no puede olvidar lo más importante en toda esta cuestión: que los libros, en papel o digital, sean una herramienta útil para exigir e involucrarse en los cambios drásticos que se necesitan. Ojalá en un futuro no muy lejano, los libros sobre cambio climático queden en la sección de usados, y pase a ser protagonista la narrativa sobre todo eso que hicimos, bien.

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Los libros más recientes sobre la temática. Son muchos, afortunadamente, y no nos alcanzaría una newsletter para mencionarlos. De hecho, si en los buscadores rastrean "libros sobre cambio climático 2023" podrán observar todo lo que aún está por venir. Además del mencionado y ya analizado en una edición anterior El libro de la esperanza, aquí destaco tres publicaciones que son nuevas, aún no leí y están esperando para ser disfrutadas.

(Re) Calientes. Las periodistas argentinas Marina Aizen, Pilar Assefh y Laura Rocha ofrecen, sin pelos en la lengua los argumentos por los cuales la crisis climática es el problema más urgente de nuestro tiempo. Es un ABC para acercarse al tema no sólo desde el problema sino también de las necesarias soluciones a emprender. Lo que más me gusta: un libro, sobre cambio climático, en español, con tres autoras mujeres latinoamericanas; todo eso que hoy escasea en el mercado, todo esto que se necesita.

Contra la sostenibilidad. Con su habitual estilo provocador, el ambientólogo español Andreu Escrivà propone explicar por qué venimos equivocados en la acción, más precisamente: por qué el desarrollo sostenible no salvará al mundo. Con un índice que invita a leerlo de inicio a fin, ofrece una guía de qué es lo que sí debiéramos estar haciendo ante la crisis de nuestro tiempo. Lo que más me gusta: un libro, en español, que desafía al tema y a los lectores.

El ministerio del futuro. Estoy haciendo un poquito de trampa porque este libro se publicó en 2020, pero dado que me lo han recomendado tanto distintas personas, lo sumo aquí. A través de la ficción, Kim Stanley Robinson nos ubica en un escenario de futuro sobre el cambio climático y el rol que le competía a un área de gobierno para defender a las generaciones venideras y proteger a todos los seres vivos. Lo que más me gusta: es una propuesta desde la ficción y ya se puede conseguir en su traducción al español.


Además de Contra Amazon y mi vigente pasión mundialista con La Tercera, estos días mi lectura salió un poco más de lo deseado de los libros y se concentró en reportes, noticias, datos, testimonios sobre lo que está ocurriendo del otro lado de la Cordillera de mi país. El centro-sur de Chile está ardiendo en una tendencia creciente de megaincendios que tienen una particularidad, o no tanto: encuentran su explicación y causa en un conjunto de actividades humanas.

Me hubiera gustado que este viernes, el día de mi cumpleaños, la edición de PLANETA continúe siendo una conversación sobre libros, pero la realidad amerita a que se dedique a ese tema al que más nos hemos dedicado desde los inicios en 2018: los incendios.

Manden mensajes de buenos deseos para el inicio de mis 35 y/o recomienden sus lecturas favoritas sobre cambio climático como regalo ?

Un abrazo!

Tais

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