El 40% de los jóvenes no termina el secundario y eso los condena a tener trabajos de mala calidad y que en promedio pagan la mitad de lo que ganan los que egresaron. Si analizamos su salud, sólo tres de cada 10 jóvenes de los estratos más bajos usa preservativo y uno de cada tres es obeso o muy flaco. La buena noticia es que entre los 18 y los 29 años existe una ventana de oportunidad para incluirlos socialmente implementando buenas políticas públicas.
En los últimos 20 años nos hemos convertido en una sociedad estructuralmente más desigual, con pocas opciones de integración social. Una sociedad donde las generaciones más jóvenes en condiciones de pobreza efectivamente son más educadas que las de sus padres pero donde el esfuerzo ya no es suficiente para el progreso social.
Estas conclusiones son parte de la cruda radiografía de un nuevo estudio hecho por el Programa del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) con el apoyo de la Fundación Instituto Superior de Ciencias de la Salud.
"Juventudes Desiguales" revela que existe un amplio consenso de que la sociedad argentina mutó y el esfuerzo y la educación no garantizan la movilidad social. Eso hace que la forma de atacar la desigualdad en los jóvenes de entre 18 y 29 años sea más compleja y las oportunidades de intervenir sean limitadas.
“Hay muchas juventudes en Argentina y lo que ocurre en esa etapa marca el resto de la vida. Es por eso que la adolescencia y preadolescencia son una oportunidad para integrar socialmente a los más pobres y los que menos oportunidades tienen”. La frase es de Santiago Poy, becario del CONICET y docente de la UCA y autor del estudio.
El estudio que hizo Poy muestra que los jóvenes más pobres actualmente enfrentan un déficit dramático en el acceso a la salud, educación de calidad y desarrollo de capacidades psicosociales. Esa realidad, en consecuencia, acentúa las diferencias entre las distintas clases. El resultado es que los jóvenes menos favorecidos se han ido empobreciendo y no han logrado acomodarse a los cambios sociales.
“Hay un desencanto con la educación y las credenciales educativas. Los jóvenes sienten que no cumple lo que promete. Y la sociedad argentina no puede absorber a los pobres que están egresando de la secundaria”.
Algunas cifras que ilustran la problemática:
- Los jóvenes argentinos son 8,4 millones y representan casi un quinto del país.
- Cuatro de cada 10 jóvenes no cuenta con educación secundaria completa
- A fines de 2017 el 18,1% de los jóvenes argentinos de entre 18 y 29 años está desocupado, una tasa que triplica la de la población de 30 a 60 años.
- La calidad del empleo que consigue varía notablemente conforme a la educación: el 52,5% de los que completaron el secundario o siguieron estudiando tienen un empleo pleno y de calidad. En tanto, el 81% de los jóvenes que no terminó el colegio tiene un empleo precario o un subempleo inestable.
- Entre los jóvenes, las mujeres tienen un nivel educacional más alto que los hombres, pero una tasa de desocupación más alta (14% versus 24,8%).
- Vivir en en hogares en donde hay personas que necesitan cuidados (niños pequeños, ancianos) es una variable que limita: la mitad de los que vive en hogares con requerimientos de cuidado medios y altos no terminan la secundaria.
- Casi la mitad de los jóvenes (45,5%) no tiene cobertura de salud por obra social, mutual o prepaga. La evidencia es contundente de que el acceso a la salud y procesos de atención facilitan el bienestar en otras dimensiones de la vida.
- El 50% de los jóvenes no hace ejercicio físico estructurado al menos una vez a la semana. En los estratos más bajos el porcentaje es casi el 60%.
- El ingreso a la maternidad/paternidad son eventos claves: uno de cada tres jóvenes tiene hijos o está esperando a uno y la mitad de ellos fueron padres o madres adolescentes. Casi el 85% de ellos recibe algún mecanismo de transferencia de ingresos (52% la Asignación Universal por Hijo y 31,2% las asignaciones familiares).
- Los jóvenes se sienten solos: el 17,9% dice no tener amigos ni una red a la cual recurrir en caso de tener una necesidad. Y mientras más pobre sea peor es la situación. En el estrato socio-ocupacional alto, tan solo el 7% presentan un déficit de apoyo social estructural, mientras que en los estratos bajos la cifra es de 20%.
El objetivo del estudio es caracterizar a la población de 18 a 29 años que reside en Argentina en función de una serie de dimensiones que tienen impacto en sus oportunidades de desarrollo humano y social. Entre las variables de corte más importantes son el nivel educativo, estrato social, aglomerado urbano, condición residencial y la composición del hogar.