El daño que Trump aún podría causar a Estados Unidos y al mundo si gana un segundo mandato hace que las elecciones sean fácilmente las más importantes en la historia moderna de Estados Unidos.

Una pandemia es un fenómeno colectivo, comunitario. Por tanto, solo puede resolverse si todo el mundo colabora: los ciudadanos, las instituciones, los partidos, las empresas y todos ellos (nosotros) entre sí.

De los cinco dedos de la mano, el pulgar es el más independiente. También es distinto en términos de cinemática, tamaño y fuerza de sus músculos. No en vano, el pulgar es el único dedo de la mano que puede oponerse. Y eso implica que permite que la mano refine su agarre para sostener objetos mediante el agarre de la presa y la pinza digital.

Hacia mediados del año 2020, el continente americano se había convertido en el epicentro de la pandemia. Más que nunca, se necesitan soluciones tecnológicas para resolver la cotidianidad de las personas y grupos sociales.

Los distintos esfuerzos de las autoridades sanitarias por contener y mitigar la pandemia (desde protocolos estrictos en lo relativo a la realización de test y rastreo de contactos a la implantación de la distancia social y la obligación de llevar mascarilla) han demostrado su utilidad. Sin embargo, y dado que el virus se ha extendido a prácticamente todos los rincones del mundo, parece claro que esas medidas por sí solas no acabarán con la pandemia.

La desinformación irresponsable de los anti-vacunas ignora a quienes tienen más que perder si no se vacunan: los más pobres y vulnerables, que corren el riesgo de morir o caer en el empobrecimiento médico si ellos o sus seres queridos se enferman. Para gran parte de la población mundial, la vacunación significa la inoculación contra la pobreza.

Cómo gobernar para la nueva era digital. Durante demasiado tiempo y en demasiados temas, los responsables políticos han dejado la gobernanza de la tecnología en manos de quienes la diseñan. Los gobiernos se enfrentan a tres imperativos para mitigar los efectos negativos de la economía digital y ya no pueden darse el lujo de quedarse al margen.

El almacenamiento y procesamiento de los archivos en la nube depende de inmensos centros de datos que precisan de una ingente cantidad de recursos y energía.

Desde la industria de la energía hasta la agricultura industrial, el sector privado ha cosechado grandes beneficios económicos por la destrucción del medio ambiente. Pero los costos de esa destrucción están aumentando, y la responsabilidad y motivación de las empresas para revertirla se vuelve más evidente.

Como muestra la experiencia de Uruguay, transformar los sistemas financieros de los países en desarrollo para impulsar la inclusión social requerirá políticas más audaces, metas más ambiciosas y soluciones creativas. Si estas medidas permiten que todos accedan y se beneficien de los servicios financieros, es posible que las finanzas ya no sean una mala palabra.

La pandemia ha puesto de relieve los riesgos sociales, económicos y ambientales que se han ido acumulando durante el último medio siglo de neoliberalismo. Incluso en medio de las profundas incertidumbres de la situación mundial actual, una cosa está clara: es hora de comenzar a cuestionar los viejos supuestos y desarrollar un nuevo paradigma.