Por qué la agricultura vertical podría ser la respuesta a nuestros problemas ambientales y alimenticios- RED/ACCIÓN

Por qué la agricultura vertical podría ser la respuesta a nuestros problemas ambientales y alimenticios

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

La agricultura vertical ofrece soluciones a algunos de los mayores desafíos a los que se enfrenta la agricultura en la actualidad. No solo es una manera más sustentable de cultivar, sino que acerca productos frescos y más nutritivos a los centros urbanos. ¿Se puede implementar de manera masiva?

Por qué la agricultura vertical podría ser la respuesta a nuestros problemas ambientales y alimenticios

Ilustración: Marisol Echarri.

Luces led, temperatura y humedad perfectamente reguladas. Estantes que van del piso al techo, cada uno cubierto de un cultivo distinto —rúcula, espinaca, hierbas aromáticas, brócoli, hongos y hasta calabazas— y ningún trazo de tierra. No se trata de una película de ciencia ficción, sino de una tecnología ya existente que promete revolucionar la industria alimentaria: la agricultura vertical.

Según expertos, la agricultura vertical podría ser la respuesta a muchos de los problemas ambientales que genera la agricultura tradicional —degradación de suelos, emisión de gases de efecto invernadero, consumo masivo de agua— y, al mismo tiempo, al desafío de alimentar a una población mundial que, según se estima, llegará a los 10 mil millones en 2050.

Qué es la agricultura vertical

La práctica de cultivar alimentos en ambientes interiores controlados no es de por sí nueva. Los romanos, por ejemplo, usaban una metodología similar a la del invernadero para poder cultivar pepinos a lo largo del año, sin importar la estación. Pero la agricultura vertical surge de llevar esta práctica tradicional a la tercera dimensión: la altura.

Los cultivos crecen unos sobre otros en los distintos “pisos” de la “granja” vertical. A diferencia de la agricultura tradicional, las raíces no están plantadas en tierra, sino que se encuentran generalmente suspendidas en un rocío de agua y nutrientes; una tecnología conocida como “aeropónica”. Mientras tanto, la temperatura, la humedad y la luz del ambiente se encuentran completamente reguladas.

Hoy en día, la gran mayoría de las granjas verticales produce microverdes y hierbas aromáticas, mientras que un 14 % produce verduras de viña como el tomate y el pepino, el 9 % hongos y el 3 % calabazas.

En las granjas verticales las raíces se encuentran suspendidas en un rocío de agua y nutrientes, mientras tanto, la temperatura, la humedad y la luz del ambiente se encuentran completamente reguladas. Imagen: Plenty

“Un edificio de agricultura vertical del tamaño de una cuadra y de una altura de 30 pisos podría proveer suficiente nutrición para alimentar hasta diez mil personas”, dice Dickson Despommier, microbiólogo y profesor de Salud Pública y Ambiental en la Universidad de Columbia. Despommier fue el primero en proponer el concepto de agricultura vertical, hace más de dos décadas

“Dentro de los próximos 40 años podríamos tener 3 mil millones de personas más para alimentar. Y si uno busca la tierra de donde van a provenir esos alimentos en términos de agricultura tradicional, no la encuentra”, dice Despommier. “Entonces, el mayor problema al que nos enfrentamos como humanidad es: ¿de dónde va a venir la comida para las próximas 3 mil millones de personas?”

Los beneficios ambientales de la agricultura vertical

Hoy en día, alrededor de la mitad de la tierra habitable del mundo se utiliza para la agricultura. A pesar de que la expansión de esta actividad ha permitido aumentar la producción de alimentos para poder sostener a una población mundial cada vez más grande, los impactos ambientales son preocupantes.

Según el más reciente informe de evaluación del Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre cambio climático, el aumento del uso de la tierra para la agricultura ha contribuido a un incremento en la emisión de gases de efecto invernadero, la pérdida de ecosistemas naturales y una disminución en biodiversidad. Asimismo, la agricultura actualmente representa el 70 % del uso total de agua fresca a nivel mundial.

Frente a este contexto, la agricultura vertical se presenta como una solución para producir alimentos de una manera más eficiente y sostenible.

“El suministro mundial de alimentos sufre las limitaciones del clima, las estaciones, el tiempo, la distancia, las pandemias, las plagas, los desastres naturales, las estaciones y la falta de control”, dice Shireen Santosham, líder de iniciativas estratégicas para Plenty, una compañía de agricultura vertical basada en San Francisco. “En lugar de talar más árboles o despejar la tierra para el cultivo, lo que en muchas áreas del mundo simplemente no es posible, podemos crear más tierras agrícolas a través de la tecnología y la innovación”.

La agricultura vertical consume 95 % menos de agua y utiliza 99 % menos de tierra que la agricultura tradicional, mientras que produce más cultivos. Por ejemplo, Plenty, una compañía de agricultura vertical basada en California, produce 400 veces más cultivos por hectárea que una granja de agricultura tradicional.

La compañía de agricultura vertical Plenty, basada en California, produce 400 veces más cultivos por hectárea que una granja de agricultura tradicional. Imagen: Plenty

Además, gracias al ambiente totalmente controlado en el que se realiza la agricultura vertical, la práctica no requiere del uso de pesticidas ni herbicidas, químicos que tradicionalmente contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero. Por último, la posibilidad de cultivar frutas y verduras localmente permite minimizar el impacto ambiental que produce el transporte de alimentos entre regiones  y países.

El desafío de alimentar a una población mundial creciente

Erradicar el hambre sigue siendo un desafío a nivel mundial y uno agravado debido a la pandemia de COVID-19. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se espera que el hambre y la inseguridad alimentaria a nivel global aumenten en los próximos años.

Es por eso que la organización estableció como uno de sus objetivos de desarrollo sostenible el “hambre cero”. Según este objetivo, para 2030 los países deberían asegurar la sustentabilidad en la producción de alimentos y aplicar prácticas que, al mismo tiempo que permitan aumentar la productividad, contribuyan a la preservación de los ecosistemas.

En este contexto, muchos impulsores de la agricultura vertical creen que la tecnología podría aumentar la producción de alimentos de una manera sostenible y accesible. Ese es el caso de Samuel Bertram, CEO y cofundador de OnePointOne, una compañía de agricultura vertical basada en California.

“Lo que nos llevó a fundar OnePointOne fue un dato: más de mil millones de personas arrancaron este milenio con hambre. Hoy en día, enfermedades vinculadas a la desnutrición son la mayor causa de muertes a nivel mundial”, dice Bertram. “La tecnología de agricultura vertical es clave para resolver este problema, ya que no solo nos ayuda a producir alimentos para más personas, sino que también nos permite desarrollar tecnologías a base de plantas para el uso de la medicina, por ejemplo”.

Al mismo tiempo, gracias a cómo está diseñada, esta tecnología permite producir cultivos en lugares donde, debido a condiciones climáticas o geográficas, el acceso a frutas y verduras frescas es más limitado.

“El acceso igualitario a comida saludable y nutritiva es fundamental para la calidad de vida”, dice Santosham. “La agricultura en interiores puede ocurrir en áreas del mundo que anteriormente luchaban para tener acceso a alimentos frescos. Plenty, por ejemplo, elige establecer granjas en comunidades que tradicionalmente han sido desiertos de comida.”

Otro de los impactos de la agricultura vertical tiene que ver con la prevención del desperdicio de comida, y de esta manera lograr que la producción de comida sea más eficiente y justa. A nivel mundial, el 30 % de los alimentos elaborados cada año se desperdician, de los cuales una gran parte son las frutas y hortalizas. Una buena proporción de este desperdicio ocurre no en nuestras casas, sino en la cadena de producción de estos alimentos, especialmente durante el proceso de cultivo y selección.

El mayor desafío de la agricultura vertical es el de los costos, aunque se espera que baje en los próximos años a raíz del uso de más tecnología. Imagen: Plenty

La agricultura vertical presentaría una solución a este problema, ya que minimiza la cantidad de etapas por las que tiene que pasar un alimento para llegar a los platos de las personas. Al mismo tiempo, al ocurrir en un ambiente totalmente regulado, evita el desperdicio de cultivos que puede suceder debido a condiciones climáticas extremas o pestes inesperadas.

“En Estados Unidos, una verdura o fruta viaja en promedio más de 3.000 kilómetros desde donde se cosecha, hasta cuando llega al consumidor final”, dice Bertman. “Cuando uno construye granjas verticales cerca de los consumidores, inevitablemente se desperdicia mucho menos a lo largo de la cadena de producción. Además, los productos llegan más frescos, y por ende, duran más”.

Los desafíos pendientes

A pesar de sus beneficios, la agricultura vertical también presenta importantes desafíos. Uno de ellos es el costo. Además de incurrir en costos altos a la hora de instalar las granjas verticales, su mantenimiento también puede ser elevado, especialmente debido a la luz artificial, los controles climáticos y al trabajo manual que requiere.

Estos costos se trasladan directamente al precio final de los productos. Según un análisis de mercado, los productos cultivados en granjas verticales son mucho más caros que los  cultivados en granjas tradicionales e, inclusive, que los productos orgánicos. Por ejemplo, el kale cultivado en una granja vertical en Nueva York es tres veces más caro que su equivalente disponible en un supermercado orgánico. 

Sin embargo, especialistas creen que a medida que el uso de la tecnología se vuelva más extendido, su costo inevitablemente va a bajar.

Hoy en día, la gran mayoría de las granjas verticales produce microverdes y hierbas aromáticas, mientras que un 14 % produce verduras de viña, como el tomate y el pepino, el 9 % hongos y el 3 % calabazas. Imagen: OnePointOne

“Las luces led son cada vez más eficientes y, por ende, menos costosas. Al mismo tiempo, la incorporación de energías renovables va a hacer que los costos bajen y que la práctica sea aún más sustentable”, dice Bertman. “Por el otro lado, compañías como OnePointOne estamos utilizando inteligencia artificial para automatizar muchos de los procesos que hoy requieren de trabajo manual, lo que nos permite bajar mucho los costos. Eventualmente, la idea es que el costo de la agricultura vertical sea aún más bajo que el de la agricultura tradicional. De no ser así, no estaríamos en este negocio”.

A pesar de estos desafíos, los proponentes de la agricultura vertical creen que con el paso del tiempo la tecnología será aún más eficiente y sustentable, lo que logrará revolucionar la industria alimentaria.

“Obviamente, la agricultura vertical no es la panacea. Pero si podemos alimentar a más gente con productos sin pesticidas, con más nutrientes y a un precio más bajo, entonces vamos a poder hacer una diferencia”, asegura Bertman. “Hay un espacio enorme para esta tecnología, es solo una cuestión de tiempo”. 

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 20 de mayo de 2021.

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