Todos tienen entre 12 y 18 años y un mismo sueño: jugar en Primera División. Llegan a Buenos Aires desde diversos rincones del país, y muchos vienen de contextos socio económicos difíciles: familias disfuncionales, de bajos recursos y con historias de soledad y lucha. Traen un bolso con pocas prendas pero repleto de ilusiones. Sin embargo, apenas menos del siete por ciento logrará sortear el filtro y firmar un contrato profesional. El desafío que se pusieron los clubes, entonces, es el de asegurarles un porvenir en la vida más allá de lo que pase en el césped.
Tal es el caso de Independiente, Racing y River, tres clubes que han desarrollado proyectos interdisciplinarios con psicólogos, sociólogos, trabajadores sociales, nutricionistas y educadores abocados al desarrollo de los jugadores. Esta tarea colectiva que apunta a formar ciudadanos de derecho –con desarrollo académico, contención afectiva y pensamiento crítico– incluso permitió sacar a la luz los casos de abusos en el club Independiente que de otra manera no hubieran sido abordados.
A fines de marzo de 2018 la pensión de Independiente se adueñó de la atención pública por una noticia: siete víctimas de abuso sexual por parte de una red que explotaba a niños y adolescentes, según la acusación de la fiscal del caso, María Soledad Garibaldi. Fue Fernando Berón, coordinador de Inferiores, el que hizo la denuncia luego de que un niño activara las alarmas al contarle al psicólogo del departamento médico lo que sabía de un compañero.
Independiente: los frutos del trabajo articulado
Fernando Langenauer es Licenciado en Ciencias de la Educación, y lleva cuatro años en Independiente, luego de dos años de trabajo en Vélez. En su club anterior llevaba a los chicos a la matiné, al cine o al teatro. “Era algo inédito en las pensiones”, explica. “La educación no formal era un campo virgen en el fútbol. A la vez, empecé a ver que por un chico de pensión pasaban 20 o 25 adultos por día y faltaba articulación. Alguno se mandaba una macana en la escuela y eso pasaba inadvertido para su entrenador”, describe. Hoy es natural que los directores técnicos estén al tanto del rendimiento en las aulas, y que se haga seguimiento más personal y articulado.
El trabajo derivó en un Proyecto Integral de Articulación Pedagógica de Fútbol Amateur que inició en Vélez y exportó a Independiente en su mudanza laboral, en febrero de 2015. Los problemas de repitencia, falta de cuidados, robos o piñas se fueron resolviendo a partir del trabajo articulado.
Desde su llegada al Complejo Santo Domingo, en Villa Domínico, apenas dos futbolistas debutaron en la Primera del Rojo: Gastón Togni, cedido a préstamo a Defensa y Justicia, y Ezequiel Barco, campeón de la Copa Sudamericana con un penal suyo en el mítico estadio Maracaná. Tras la consagración, fue transferido a la liga estadounidense por 15 millones de dólares. Su gesta anterior había sido en el estudio. “Con un esfuerzo descomunal pasó de año. Tras ese logro hizo un click en su cabeza: del no puedo al sí puedo. En seis meses saltó de Sexta a Primera”, añadió.
Racing: estudio y herramientas de liderazgo
A pesar de la rivalidad deportiva, Racing comparte la metodología de trabajo de su clásico. Aunque ahí no se hable de pensión sino de casa. “Trabajamos interdisciplinariamente y los chicos siempre están acompañados. Uno de los pilares de Casa TITA es el estudio. En la cabeza de los chicos el fracaso no es una opción. Pero sabemos que solamente el siete por ciento, con suerte, llegará a firmar un contrato profesional. Por eso la formación es fundamental”, dijo Cecilia Contarino, Licenciada en Psicología especializada en deporte.
“Hacemos charlas de todo tipo: actualidad del país, educación sexual, bullying y redes sociales, entre otros temas. Festejamos los cumpleaños, hacemos salidas recreativas y desarrollamos el taller de capitanes, en el que se brindan herramientas de liderazgo a los capitanes de cada categoría incluyendo a los de Primera”, sumó la profesional que hace 11 años se desempeña en el club puntero de la Superliga. En este momento allí viven 48 chicos.
River Plate: herramientas para el semillero
Gustavo Grossi ocupa el cargo de director deportivo del proyecto infanto-juvenil en el club de Nuñez. Hace dos años la antigua pensión fue rebautizada como Casa River Adolfo Pedernera, y al igual que Racing, el campeón de la Libertadores buscó que desde el nombre los chicos se sintieran cómodos y con sentido de pertenencia.
Unos 70 jugadores viven en el hotel que está en el club, a metros del Monumental. Están divididos según sus edades: 25 chicos del área de Fútbol Infantil por un lado; 45 del Fútbol Juvenil por otro. Los jugadores de cuarta y quinta, al ser mayores, viven afuera del club.
Grossi ratifica que también utilizan el trabajo interdisciplinario para alcanzar sus objetivos. Cuentan con un coordinador General de Casa River, tres psicólogos, cuatro educadores, dos nutricionistas, tres maestras escolares, dos personas que viven con los infantiles de forma permanente y a la Fundación River como soporte en la parte recreativa y social.
En busca de la excelencia, realizan una búsqueda de 70.000 jugadores al año en todo el país y en Sudamérica. Por lo tanto, aquellos 70 que viven en la Casa corresponden el 0,1 por ciento. “Son privilegiados. Reciben educación, alimentación, contención social, obra social y todo lo que necesitan para una buena calidad de vida”, puntualizó.
“La parte intelectual es muy importante para nosotros. Jugador que abandona la escuela también deja el proyecto. Tenemos la responsabilidad de formar futbolistas integrales. No todos llegarán a la Primera de River, pero queremos darles herramientas para que en todo caso puedan ir a otros clubes a desarrollar su profesión”, concluyó.