Los programas de Junior Achievement Argentina funcionan en distintas escuelas del país desde 1991.
—¿Cómo se implementan los programas en el día a día, cómo se articulan y con qué currícula?
—Cada año buscamos financiamiento de terceros para llegar sin costo a escuelas públicas y privadas de cuota baja, que son nuestra población privilegiada. Aunque también nos contratan otros colegios privados. Para la implementación, primero, damos una capacitación inicial de 2 horas a los docentes. Luego, deben tomar un curso online guiado por un tutor, más 4 clases sincrónicas donde trabajan habilidades psicoemocionales. En total es una capacitación de 26 horas, con mucho intercambio de experiencias entre pares. En las clases, los docentes agregan, a lo que deben enseñar a sus estudiantes, herramientas para toma de decisiones, división de roles y armado de un plan de negocio. Nuestro objetivo es que el docente les enseñe a desarrollar un proyecto.
—¿Y cómo se materializa eso?
—Para hacerlo, guiamos a maestros y estudiantes, les facilitamos charlas con profesionales y espacios para ejercitar la búsqueda de financiamiento y la venta de los productos. Cada grupo desarrolla un emprendimiento y para eso cuenta con un mentor externo, que los conecta con el afuera, los inspira, cree en ellos, les aporta conocimientos y experiencia.
—Observando las devoluciones de los y las estudiantes que pasaron por sus programas, vemos que la mayoría reconoce que el programa los motivó para terminar la escuela, conocerse mejor y reflexionar sobre su futuro. A partir de ahí, ¿cuáles serían tus recomendaciones para evitar la deserción en estos momentos?
—La base de todo está en generar en los chicos la posibilidad de proyectarse, la idea de que ellos pueden. Cuando un chico dice: "Yo quiero seguir estudiando", se consiguió el objetivo. Porque nuestro trabajo es generar en ellos la certeza de que ellos pueden. Cuando un chico se siente capaz, siente que otros confían en él, tiene muchas más posibilidades de proyectarse y de hacer posible su deseo. Desde la escuela, poner el foco en lo emocional, la autoestima y el pensamiento crítico, combinado con un puente con el afuera, le da sentido a lo que están estudiando. En general, los chicos toman modelos de los que lo rodea. Cuando se les abre la posibilidad de ver otras opciones, se les amplía el horizonte. Por eso, para nosotros es importante que los chicos salgan de la escuela y que los profesionales y emprendedores entren a la clase para mostrar lo que hacen.
—¿Cómo trabajan en la clase cada uno de los aspectos que mencionaste?
—Para desarrollar la autoestima es necesario que puedan experimentar qué funciona, les proponemos desafíos y les damos herramientas para que puedan resolverlo, frustrándose y equivocándose en el camino. Ahí es donde aparece: “No puedo creer que lo hicimos”, de parte de los estudiantes. Y “no puedo creer que lo hicieron”, de parte de los docentes, que son los que habilitan la experiencia y es necesario que crean en sus estudiantes, que lleguen confiados. Otra variable a desarrollar es la propensión a emprender, que los chicos entiendan sus finanzas. Estos son temas que no están en la currícula. Lo mismo que la preparación para el mundo del trabajo: qué quiero hacer cuando termine la escuela, en qué soy bueno, qué me gusta, qué hay afuera. Para eso hacemos simulacros de entrevistas, desarrollo de curriculum, intercambio con profesionales de las carreras que les interesan, reflexionamos mucho sobre el esfuerzo, las rutinas de trabajo, el respeto de normas.
—¿Qué objetivos persiguen con estas formas de trabajar?
—El objetivo es formar a personas con actitud emprendedora, que sepa generar equipo, trabajar con otros, armar red, ser proactivo, que si se equivoca vuelva a empezar, que siempre esté buscando soluciones a los problemas que encuentra. Todo eso le permite saber que tiene las riendas de su proyecto, de su vida. No importa si luego genera su propio emprendimiento o aplica esa actitud desde un empleo. La última variable es generar confianza en el futuro laboral, que sientan que pueden conseguir un buen trabajo, que saben presentarse en una entrevista, que saben qué valora el empleador. Muchos adolescentes no están en una familia con trabajo estable o de desarrollo dentro de un área. Para ellos, visualizar el camino que hay que seguir para lograr metas es muy importante.
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Esta entrevista fue publicada originalmente en Reaprender, la newsletter sobre educación que edita Stella Bin. Podés suscribirte en este link.
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