La expectativa que genera la Copa del Mundo para los argentinos pone en evidencia la falta de logros colectivos que contribuyan a la cohesión a la sociedad. Un llamado de atención a los líderes políticos, sociales y empresariales.
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El crack. Los países son también las hazañas que alimentan sus relatos colectivos. Así construyen su identidad y su autoestima. La politóloga Belén Amadeo señala que la Argentina no recuerda una proeza compartida desde hace casi treinta años, cuando el binomio Menem-Cavallo derrotó la inflación —entonces parecía que para siempre— después de tres hiperinflaciones brutales. En 1986, Diego Maradona había levantado la Copa del Mundo en el estadio Azteca de México, y con eso parecía que nos redimía del oprobio de Malvinas. Era todavía reciente, además, la recuperación de la democracia que nos ponía de nuevo del lado de los buenos. Era la Golden Age del optimismo colectivo.
Messi lleva un peso inmenso sobre sus hombros. No se le pide sólo que gane un Mundial: se espera que nos salve del desánimo y nos convenza de que somos el gran país que los libros de historia recuerdan que alguna vez fuimos. Tiene que frenar el éxodo de los jóvenes. Tiene que sacarnos del desierto ahora, sin demoras, y llevarnos a un oasis de alegría, de unidad, de banderas celestes y blancas, de abrazos en el Obelisco. Una exorbitancia. Por eso el entrenador Scaloni pide calma e insiste en que sólo es fútbol. Y repite lo obvio: que tanta presión nos juega en contra, que necesitamos calmarnos. Como un profe frente a un grupo de adolescentes ansiosos ante la perspectiva de que se les cancele su viaje a Bariloche.
Además de la necesidad de una hazaña colectiva, la Selección Nacional tiene todos los números de la rifa para cumplir un rol mesiánico que la sociedad argentina le asigna:
- Es un equipo. La Selección es, ella misma, un fenómeno colectivo. Los grupos, en su diversidad, ofrecen más posibilidades de generar identificación que los individuos. Hay jugadores de distintas provincias, con orígenes en las inferiores de varios clubes: para todos los gustos.
- Es representativo. Es fútbol: el fenómeno social más transversal, que supera sesgos geográficos, económicos, sociales y hasta de género. Despierta pasiones en la Puna y en la Patagonia. En el campo y en la ciudad. River y Boca dividen pero la Selección une. Sus megaestrellas, además, juegan en el exterior: no son de ningún bando y por eso pueden ser de todos.
- Tiene al as de espadas. Maradona al frente de los campeones del 86: una especie de superhéroe. Un genio de quien se esperaba que saliera de la lámpara siempre que se lo necesitara. Igual que Messi, que confirma que es capaz de cambiar la historia con un zurdazo y transformar la angustia en esperanza. “Tenemos al mejor del mundo”, repetimos, agregando peso en sus espaldas.
- Encarna una historia de superación. Cada jugador tiene la suya, pero todas tienen en común que pasaron del potrero o del club de barrio a la gloria planetaria. Messi, además, hasta necesitó de un tratamiento para crecer. Épico. Y colectivamente… de las derrotas con los entrenadores Martino, Bauza y Sampaoli, hasta el grupo de gladiadores que gana bajo el mando del líder por quien nadie daba un mango: Scaloni. Un guión de Hollywood.
Si los planetas se alinearan y Messi levantara la copa, subiría para siempre al panteón de los héroes. La alegría sería desbordante. Pero aun así seguiría pendiente un éxito colectivo con impacto real en la vida de la gente. Y un relato que le dé sentido. Eso excede a la Pulga: es tarea de otros líderes. Todavía no aparece quién se haga cargo.
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Tres preguntas a Majeed Mogharreban. Es un speaker profesional estadounidense, fundador de ExpertSpeaker.com. Trabaja con la idea de que las historias tienen el poder de cambiar el mundo y ha entrenado a políticos, CEOs, emprendedores, deportistas de élite y celebrities.
—¿Qué te movió a apasionarte por cómo contamos historias?
—Los que cuentan las historias manejan la sociedad. Platón dijo eso hace más de 2.400 años, y sigue siendo verdad. Los líderes cuentan historias. Pero ¿por qué? Hace unos años, yo estaba dando una presentación sobre emprendedurismo en un colegio, con el objetivo de inspirarlos a emprender, así que empecé con mi historia sobre cómo empecé con mi negocio cuando tenía 16 años. Dos años después uno de los estudiantes me escribió diciéndome que mi historia lo había inspirado. Me encantó, hasta que vi lo siguiente que decía: había planeado suicidarse, y había desistido. Ese email cambió mi vida. Me obsesioné con la idea del poder que tienen las historias. Eso me llevó a investigar por qué y cómo contamos historias, y encontré un estudio fascinante de neurociencias que muestra cómo las ondas del cerebro de quien cuenta una historia y el de quien la escucha se sincronizan, si se las escanea con un tomógrafo. Lo que ve, siente o huele el narrador, lo ve, siente o huele el receptor.
— ¿Cómo se logra que una historia conecte con la audiencia?
—Hace un tiempo una ONG basada en Washington DC me pidió que ayudara a sus voceros a hacer presentaciones más efectivas. Sus powerpoints estaban llenos de gráficos, datos, números y estadísticas, pero no tenían historias. Entonces reescribimos una presentación en torno a una historia, la de Felipe, el productor de café de Guatemala que se levanta temprano y trata de no despertar a sus dos hijas pequeñas mientras se alista para trabajar, y viaja en colectivo una hora hasta la plantación de café y trabaja bajo el sol, y vuelve a la tarde cansado, lleno de polvo, justo a tiempo antes de que sus hijas se acuesten, y escucha un sonido familiar. Es el ruido del estómago de sus hijas que se acuestan con hambre, porque Felipe no recibe un sueldo suficiente para mantener a sus hijas. Ahora los voceros cuentan esa historia y conectan con el corazón de sus audiencias, y luego suman datos y gráficos, pero tiene sentido porque antes generaron interés y empatía. Se conectaron el corazón y el cerebro.
— ¿De qué manera los líderes más efectivos estructuran sus historias?
—Lo hacen de un modo que yo llamo el viaje de la “isla del dolor” a la “isla del placer”. La “isla del dolor” es el lugar en el que estamos y del que queremos salir, pero no sabemos cómo salir. El bote para salir de ahí es la idea para salir del mal lugar para ir al que queremos. El discurso “I have a dream” de Martin Luther King dice eso: estamos en la “isla del dolor”, ese mar de injusticias para los afroamericanos… Vamos a la “isla del placer”, eso que sueño, la sociedad igualitaria donde los hijos de los esclavos y de los amos se sienten juntos en una misma mesa. El bote para llevarnos a todos ahí es el movimiento de los derechos civiles. Eso inspiró a cientos de miles de personas a unirse a ese movimiento. Eso hace un líder: inspira a la gente para que se pongan en movimiento, para que dejen la “isla del dolor” y lleguen al destino que desean. Steve Jobs hizo lo mismo: la “isla del dolor” eran los smartphones poco amigables. La “isla del placer” era: imaginá tu teléfono haciendo magia, siendo creativo y artístico… El bote: comprá un iPhone. Jobs inspiró a millones a comprar iPhones.
Las tres preguntas a Majeed Mogharreban se tomaron de la presentación “How Leaders Tell Stories”, dada en el contexto de TEDxSunValley. Para acceder a la charla completa podés hacer click acá.
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PR campaigns. Una campaña de PR tiene, típicamente, dos objetivos: convertir en fuente a un vocero de la organización o hacer un anuncio. Este artículo de Chelsea McKee repasa algunos de los elementos que construyen una buena campaña: desde el monitoreo de las tendencias de la industria hasta la identificación de los periodistas más adecuados para el caso. Desde el planteamiento oportuno del tema hasta la espera del “estoy interesado” y, sin demoras, un segundo contacto con más información mientras el asunto sigue caliente para no perder momentum. Un simple “no estoy interesado” no es derrota: una respuesta negativa es mucho mejor que ser ignorados. Nada nuevo bajo el sol, y a la vez un útil repaso de lo conocido.
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Academia. Son múltiples los recursos para mejorar la influencia de los líderes sobre sus seguidores. El modo en que cuentan historias es una de las más eficientes: ayuda a explicar ideas, a construir una visión compartida y a resolver conflictos pacíficamente. Este artículo, a partir de un análisis teórico del liderazgo y la narración, explica el modo en que el storytelling aborda las emociones de las audiencias y puede superar las barreras que las personas construyen para protegerse contra el mundo exterior y las nuevas ideas. Materia prima útil para políticos y otros líderes que buscan reducir las resistencias emocionales de sus audiencias.
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Oportunidades laborales
- Sigue abierta la búsqueda de PedidosYa de Corporate Affairs Director LatAm.
- Netflix mantiene su búsqueda de Marketing Manager, South of LatAm.
Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a comms@redaccion.com.ar
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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