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Renuncias masivas a los trabajos, sindicalización, reclamos: tendencias en los Estados Unidos que tienen sus réplicas en otros países, explicables a partir de cambios sociales que las empresas no deberían ignorar. Y que hacen a los profesionales de la comunicación más relevantes que nunca.

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Intervención: Victoria Guyot.

¡Buenos días! Renuncias masivas a los trabajos, sindicalización, reclamos: tendencias en los Estados Unidos que tienen sus réplicas en otros países, explicables a partir de cambios sociales que las empresas no deberían ignorar. Y que hacen a los profesionales de la comunicación más relevantes que nunca.

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Intervención: Victoria Guyot.

Megatrends. Se habla desde hace meses de The Great Resignation, ese fenómeno que empezó en los Estados Unidos en julio de 2020, cuando millones de americanos renunciaban a sus trabajos, insatisfechos con sus salarios y otras condiciones. Una rareza, en momentos en los que la economía temblaba bajo los efectos del covid: las renuncias suelen suceder cuando hay sobreoferta de trabajo, no cuando la economía se contrae. De ahí que académicos y analistas todavía debatan sobre el tema, a la búsqueda de una explicación plausible. No se ponen de acuerdo.

Esta semana se conoció un episodio que hace juego con “la gran renuncia”. Miles de empleados de Starbucks se organizaron en un sindicato para reclamar por condiciones laborales que consideran hostiles: salarios bajos, horarios demasiado extendidos, máquinas que se descomponen y demoran en arreglarse, clientes cada vez más impacientes. Howard Schultz, el fundador y CEO de la compañía, intentó mostrar que era sensible a los reclamos y frenar el proceso de sindicalización pero no tuvo éxito. El descontento crece.

Las renuncias masivas y el fenómeno de los reclamos parecen tener puntos de contacto que, si se detectan a tiempo, pueden anticipar conflictos. Una posible clave, la vida online. Veamos:

  • Menor tolerancia a la inequidad. Los reclamos de los empleados de Starbucks cada tanto traen a colación que Schultz, con un yate de 130 millones de dólares y otros lujos, vive fuera de la realidad. Buena parte de los detalles de su vida glamorosa están al alcance de un click. Demasiado para un empleado de 20 años que tolera varias horas al día, de pie, la irritación de los clientes.
  • Diferente percepción del tiempo. La paciencia es un capital de las generaciones que estaban obligadas a esperar un recital, un capítulo de una serie, un simple dato. Los nativos digitales no conocen esa experiencia: todo está disponible en el acto, con la única condición de la conexión a Internet. Los minutos siguen teniendo 60 segundos, pero subjetivamente duran más para quien nunca tuvo que esperar. Las consecuencias sociales y políticas de esto todavía no se estudiaron lo suficiente.
  • Cambio de miedo. El miedo dominante de un mayor de 40 años es a perder su empleo; el de los más jóvenes parece ser a desperdiciar sus vidas haciendo algo que odian. La oferta online de mundos posibles, potencialmente infinita, alimenta esta tendencia. Entenderlo puede resultar una brújula clave para políticos, empresarios, consultores y headhunters.
  • Sentir que cuento. Expertos en recursos humanos coinciden en que a mayor nivel educativo, mayor valoración de “lo que tengo para aportar a mi empresa” versus “lo que la empresa me aporta”. Lo primero, la propia opinión. Las redes, además, llevan al menos una década alimentando ese hábito. Muchas organizaciones ya lo tienen en cuenta.

Renuncias masivas, sindicalización, cambios de hábitos de las nuevas generaciones. El mundo evoluciona y los líderes políticos y empresariales corren por el andén para no perderse un tren que pasa a toda velocidad.

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Tres preguntas a Carlos Cardini. Mexicano, es egresado de la Licenciatura en Ciencia Política y Relaciones Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), y estudiante del MBA del London Business School.

—¿Cómo se puede hacer para que lo que decimos o escribimos sea más recordable?
—En 2018, una investigadora llamada Rook Sao Yang y su equipo monitorearon a 200 voluntarios para entender la calidad y cantidad de las conversaciones que tenemos, cuán significativas son y el tipo de emociones que producen. Encontraron que, en promedio, tenemos unas 12 conversaciones por día, lo cual es bastante, y con mucho ruido interfiriendo. Es un desafío lograr que la gente recuerde lo que decimos, y la clave está en entender que nos lo jugamos no en el qué, sino en el cómo. Podemos incrementar la fuerza de lo que decimos y hacer memorables nuestras palabras, como si estuvieran marcadas con un resaltador en un texto, si tenemos en cuenta tres principios clave: 1) si la hacemos inmersiva con detalles, porque la gente puede recordar lo que es capaz de imaginar; 2) si la hacemos personal, incluyendo emociones; y 3) si la hacemos significativa, explicitando lo que aprendiste con lo que estás diciendo.

—¿Qué ejemplo se puede dar de un relato con detalles que lo haga más recordable?
—Hagamos una prueba: imagínate sentado frente a la computadora a punto de tener, vía Zoom, esa entrevista para lograr ese trabajo que deseaste por mucho tiempo, y miras el reloj (son las 2:57, casi la hora), y ves que está todo en orden, chequeas tus notas en las que argumentas por qué eres el mejor candidato para la posición. Y a las 2:58, faltando dos minutos, ves que tienes cerca el vaso de agua. Y a las 2:59 sientes que las palmas de tus manos transpiran un poco por los nervios, pero te recuerdas a ti mismo que estás listo, que estás preparado, que naciste para ese trabajo. Tres, dos, uno, pides acceso. ¿Ves? Esto te hace sentir inmerso en la historia, participar en ella. Hay ciencia detrás de esto. En una de mis investigaciones favoritas, de 1980, a un grupo de estudiantes les dieron un texto narrativo y otro con datos, y resultó que eran capaces de retener el doble de información del texto en el que se usaban técnicas narrativas.

—¿Qué rol cumplen las emociones en los relatos?
—Los seres humanos no nos sentimos atraídos por los datos, sino por los sentimientos. Las historias recordables son las que nos inspiran sentimientos. Lo personal inspira sentimientos. A nadie le importa cuánto sabes hasta que saben cuánto les importas. La historia que conté hace un momento se vuelve relevante si te cuento que me sucedió hace seis años, y que así conseguí un trabajo que permitió que mis sueños se vuelvan realidad. Que logré un ingreso que me permitía mudarme a Polonia, a siete husos horarios de distancia de México, y lograr un trabajo en una empresa importante, siendo apenas un graduado en Ciencias Políticas de una universidad mexicana. La persona que me entrevistó estaba fuera de sus cabales, creo. Me dijo: “Carlos, si en esta entrevista me muestras que te mereces este trabajo, lo tienes”. Y ahí dije que amaba la nieve (en México no tenemos nieve siquiera) y no sé cuántas cosas más. Bueno, lo que acabo de contar está estudiando también por la ciencia: un relato como este genera un efecto espejo en el cerebro de quien escucha, y su funcionamiento copia el mío. Eso lo hace recordable.

Las tres preguntas a Carlos Cardini se tomaron de la presentación “How to become louder without raising your voice” dada en el contexto de TEDxLondonBusinessSchool. Para acceder a la charla completa, podés hacer click acá.

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Confianza. Una de las maneras de medir la salud de la democracia es el acceso de los ciudadanos a fuentes confiables de información: solo así pueden tomar decisiones sobre las instituciones y los funcionarios que los gobiernan. Este artículo comenta una investigación reciente del Pew Research Center, según la cual la confianza en los medios va cayendo en los últimos años en los Estados Unidos, con un mayor escepticismo entre los republicanos que entre los demócratas. A la vez, un estudio de Common Sense Media señala un aumento de la confianza en los influencers, particularmente entre los jóvenes. Un tema al que prestarle atención: la gente confía más en “alguien como yo” que en los profesionales de la información, con lo bueno y lo malo que eso trae consigo. Enorme desafío para los medios tradicionales.

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Academia. A medida que se puede medir la actividad de las distintas áreas del cerebro, más se sabe sobre el “efecto espejo” que se produce entre los cerebros de quien cuenta una historia y quien la escucha. Este artículo ilustra el uso de las narrativas personales en el trabajo social. Los autores colaboraron con estudiantes, supervisores de campo y entre ellos mismos en la construcción de vínculos reflexivos entre acciones pasadas, presentes y futuras. Al contar y volver a contar historias de experiencias vividas en torno a las tareas del trabajo social, todos los jugadores involucrados fueron capaces de alcanzar niveles cada vez más profundos de comprensión. Neurociencias aplicadas a la comunicación, en este caso interpersonal: un mundo que se abre a la investigación académica.

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Oportunidades laborales

  • The Institute for Study Abroad abrió la búsqueda de Director para Argentina.

Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a comms@redaccion.com.ar

¡Hasta el miércoles que viene!

Juan

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