En la entrevista que viene a continuación, este cronista de la intimidad de una generación me habla sobre su nuevo libro: la historia de una relación prohibida que devoró sus propias tinieblas para iluminarse en un amor cotidiano.
“Yo te cuento algo íntimo y vos me seguís”, me dice Libertella, “y ese pacto no se tiene que romper, y para que eso suceda, el tono es el tesoro que hay que preservar”.
Plus: los libros creativos, raros y oraculares de Ana Laura Caruso.
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Me acuerdo de juntarnos en una esquina del barrio de Caballito, bajo el cartel de dos calles que nunca había pisado –Martín de Gainza y Felipe Vallese– y besarnos durante horas, con la rara euforia de poder ser descubiertos en cualquier momento.
Me acuerdo de la ropa que ella usaba en esa época. Unas calzas negras, ajustadas, y una remera roja con una pintura de Miró. Me acuerdo de una camisa blanca con rayas rojas, que a veces combinaba con un saco verde, y yo le decía: Esta es tu ropa nouvelle vague.
Me acuerdo de estar en reuniones y fiestas, ella con su novio, yo con la mía, y mirarnos desde lejos tratando de elucidar los pensamientos del otro. De encontrarnos «de casualidad» en un pasillo o en la puerta del baño y tocarnos brevísimamente, de manera casi imperceptible, una mano que quema la pierna, unos dedos que queman el brazo.
Me acuerdo de la primera vez que ella me dijo lo que sentía por mí, todo lo que le pasaba. Estábamos en su cama y fue hermoso y terrible y pensé: Ahora sí esto no tiene vuelta atrás.
? Estos son algunos de los párrafos de uno de mis capítulos favoritos de Un futuro anterior, el nuevo libro de Mauro Libertella. Un futuro anterior es lo que los americanos llaman una memoir —el cuento de algo vivido— y es parte del mosaico autobiográfico y generacional que Libertella inició hace casi diez años con Mi libro enterrado, una memoir sobre los días finales de su padre, el escritor Héctor Libertella (Mauro Libertella también es hijo de una escritora: la muy apreciada Tamara Kamenszain, fallecida hace pocos meses).
Lo interesante del libro de Libertella es que, como lo anuncia su título, todos esos recuerdos, y tantos otros, llegan hasta el día de hoy y van hacia mañana: ¿qué pasó y qué pasará con el que recuerda? ¿Qué pasó y qué pasará con la que es recordada?
Un futuro anterior es la historia de una pareja y de un destino, de una metamorfosis y de una evolución, y es también la historia del amor, porque cada pareja lo inventa y lo reinventa con movimientos propios.
En otras palabras, Un futuro anterior es la historia de Mauro y de Leticia, de cómo se conocieron en una fiesta, de cómo se enamoraron aun estando de novios con otras personas, de cómo no pudieron evitarlo, de cómo crecieron juntos, de cómo, al fin, lograron fundar una pareja y después una familia.
Narrar el amor cotidiano y la felicidad de cada día, con sus tropiezos, sin recurrir a todos los lugares comunes —o a las listas de palabras para enamorados en Google— no es fácil. (Lo discutimos ya en SIE7E PÁRRAFOS). Pero Un futuro anterior ofrece una gran lección.
En la entrevista que viene a continuación, Libertella me cuenta sobre el fin de la juventud, la verdad oculta en el tono de un texto, los límites a la hora de escribir sobre la intimidad y el desafío de encontrar su voz como narrador.
No de casualidad, hace un tiempo Leila Guerriero dijo: “Pocas cosas resultan tan emocionantes como ver surgir un gran talento literario. Pocas cosas resultarán más emocionantes que sumergirse en las páginas de Mauro Libertella por primera vez”.
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- ¿Cómo es tu proceso de escritura?
Cada libro es distinto a su modo y todos se parecen, como se parecen los hermanos, de una manera muy íntima, casi biológica. En general, tomo notas sueltas durante meses e incluso años; como mis libros tienden a la autobiografía, esas notas suelen ser recuerdos, viejas impresiones, a veces ideas, muchas veces citas de autores. Luego retraso el momento de la escritura todo lo posible, un poco por pánico, otro porque se que una vez que empiezo ya no puedo hacer otra cosa, y tengo que acomodar los elementos de la vida de un modo que me permitan esa inmersión total durante unos meses. Y de pronto me siento y las primeras páginas son un intento torpe, vergonzoso, hasta que capturo el tono, lo encuentro no se bien cómo, de un modo casi esotérico, pero lo encuentro, y ahí ya solo se trata de avanzar. Las notas que había tomado durante esos meses o años a veces las uso, a veces no. Pero están ahí, como un amuleto; las necesito cerca y siento que si las pierdo el libro se va a romper. Luego viene un largo proceso de corrección y reescritura, que al principio disfruto mucho hasta que en algún momento ya fueron tantas las versiones que paso del disfrute al hastío y ese es el momento en el que el libro, fatalmente, está terminado.
- ¿Cuánta distancia se necesita para escribir sobre una vivencia? Escribiste Mi libro enterrado después de cuatro años; y Un futuro anterior, después de diez.
No sé si hay una aritmética definitiva sobre el tema. Yo necesito al menos unos años porque no me gusta escribir “en caliente”: siento que una cercanía excesiva con los hechos que voy a narrar arruinarían el material. O, dicho de otro modo: si escribo muy pegado a los acontecimientos no puedo encontrar la distancia –una especie de pátina de nostalgia que reviste todo lo que hago, como si estuviera evocando siempre un mundo perdido– que define la melodía de mi escritura. Quizás en algún momento decida cambiar de música y me ponga a escribir texto más en caliente, para ver qué pasa, para cambiar.
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- ¿Un futuro anterior se puede leer como una novela de amor contemporáneo?
Supongo que sí. También se puede leer como una novela sobre Buenos Aires, o sobre el fin de la juventud, o sobre ser hombre, o sobre la amistad, o sobre la paternidad, o sobre el miedo y la culpa y la neurosis. Ahora que lo pienso así, me gusta que el libro contenga muchos temas y que ninguno esté completamente desarrollado, de modo que no termine de opacar al resto. O quizás esto que digo sea una coartada, una excusa para no decir que es un poco sobre todo y un poco sobre nada.
- En tu manera de escribir hay un tono muy sincero, muy honesto. Pero ¿cuál es el límite para contar la intimidad? Me lo pregunto, por ejemplo, en relación a la infidelidad o a otras cosas no tan fáciles de confesar.
Creo que la palabra “tono” de tu pregunta es acertada, porque en el tono está finalmente la verdad: los hechos pueden ser reales o inventados, pero la sinceridad se aloja en el grano de la voz, como diría Barthes. Me da la impresión de que lo que yo escribo establece un cierto pacto de honestidad con el lector: yo te cuento algo íntimo y vos me seguís y ese pacto no se tiene que romper, y para que eso suceda el tono cumple una función capital, delicadísima. Es el tesoro que hay que preservar, y escribir quizás sea sobre todo cuidar eso. Luego hay límites “temáticos” con los que yo mismo negocio. Creo que en Un futuro anterior corrí un poco mis propios límites, los llevé un poquito más allá de lo que me hubiera imaginado. En ese sentido, Knausgård es una referencia, Carrère supongo que también: si cuando los leés sentís que especularon con hasta dónde llegar, algo se puede romper. Por lo demás, ese límites temático es siempre una construcción, un artificio, y ahí está la literatura.
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- Siendo hijo de escritores, ¿cuál fue el desafío al encontrar tu voz como autor?
Supongo que fue un proceso más psicoanalítico que literario, aunque la generación de mis padres cruzó psicoanálisis y literatura ya para siempre y yo soy un poco heredero de ese cruce, con el que siempre juego. Para escribir teniendo padres escritores tuve que hacer un largo proceso para sacarme de encima el miedo a la comparación, para no sentir que estaba profanando un espacio que era de ellos. Creo que mi primer libro fue muy sanador en ese sentido, justamente porque lo pude tematizar: es un libro sobre mi viejo pero es también un libro sobre cómo empezar a escribir teniendo padres escritores, y creo que una vez que ese libro se publicó algo cedió en mi y encontré que mi lugar, mi voz, no era ni la de mi padre ni la de mi madre sino una especie de derivado imposible, de golem hecho de sus escrituras (porque están en mi, eso es inevitable) pero también de muchas otras cosas que solo pertenecen a mi generación y a mi época.
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Estas ? son dos piezas del maravilloso universo de las ediciones independientes y aún más: ultraindependientes (delicadamente terminadas de coser a mano). El libro de las cuerdas invisibles (2021) y Dedicatorias (2019) surgieron del biblio-laboratorio de Ana Laura Caruso, una exeditora de Penguin Random House que escribe y compila libros lúdicos, creativos y, ahora, también oraculares. Y los publica Taller Perronautas, de Córdoba.
El libro de las cuerdas invisibles (“un libro para los amantes de la sabiduría y el conocimiento”) reúne 72 listas que Caruso —según cuenta en el prólogo— encontró manuscritas en unos papeles abandonados en la calle, mientras daba un paseo prohibido en la cuarentena fría de 2020. Son listas referidas a todos los órdenes de la vida. Mis favoritas:
- Cómo nombrar a su pareja en distintos momentos del día en caso de que se llame Nora
- Cómo volver a ser un niño de seis años
- Cómo saber si lo que usted está teniendo es sexo
- Cómo guardar libros
… Un I Ching surgido de las entrañas de la era pandémica ?
Dedicatorias tiene más de 80, y no se aclara ni de qué autor ni de qué libro han sido tomadas… lo que las engrandece o, a veces, las empequeñece y las ridiculiza. Caruso es fan de las dedicatorias: ¡en dedicatoria.com.ar lleva recopiladas más de 700!
“Hay misteriosas, graciosas, hay para los hijos o para amantes”, me dice ella. “En la selección quise que se formara algún tipo de relato que abriera la imaginación”. Una, de muestra:
Empecé este libro para Holly
lo terminé para Maddy
Por último, acá va algo que Caruso escribió en 2011: Red social. Es un relato breve y no ficticio que captura el pulso caleidoscópico de Facebook y demuestra con una simpleza sorprendente cómo es el entrecruzamiento de clanes en el que aún vivimos. Muy interesante.
POSTDATA- Los libros que SIE7E PÁRRAFOS regaló en Navidad ahora están listos para retirar. Si te tocó uno, ya te avisé por mail. Qué lo disfrutes ☺️
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [sieteparrafos@redaccion.com.ar] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
- Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos por ahí,
Javier