La final de la Copa del Mundo de Qatar 2022 fue, según muchos, la más emocionante de la historia. Los argentinos gozamos y sufrimos hasta extremos inimaginables. Sin proponérselo, quizá Leo Messi haya inaugurado una nueva era en la Argentina.
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Histórico. Fanáticos del fútbol insomnes, prendiendo velas y haciendo promesas: si ganamos… dejo de fumar, me tatúo, me rapo, voy caminando a Luján. Y outsiders de todo pelaje, de los que no entienden la ley del offside, taquicárdicos, angustiados, contagiados por la fiebre albiceleste, sucumbiendo a las cábalas con una única consigna: ganar. Y el estallido de emoción, con lágrimas incluidas, después del penal de Gonzalo Montiel. ¡Somos campeones del mundo! ¡Messi campeón! ¡Messi es el mejor de la historia!
Son pocas las cosas realmente importantes en la vida. Una de ellas es el fútbol. También el arte, la cocina o la moda. O la política o la religión. O sea, lo que nos hace humanos. “Nuestras únicas necesidades son cosas innecesarias”, exageraba el genial Oscar Wilde: lo que necesitamos de verdad son canciones, películas y libros memorables. Discursos, gestos, viajes. Pasos de baile, rituales, ceremonias. Juegos olímpicos y Copas del Mundo. Todo eso, la cultura, es lo que nos hace humanos. El resto es pura biología. Nada.
Pero… ¿por qué tanta pasión? ¿por qué el argentino lo lleva hasta ese extremo? No hay respuestas definitivas, sólo hipótesis:
- Justicia. Todos creemos, en el fondo, que hay algún tipo de equilibrio universal. Un pueblo que vive exiliado de sí mismo porque nunca está donde debería, busca permanentemente un hecho, un gesto, un indicio que le diga que el universo, al final, pondrá las cosas en su lugar. La Copa del Mundo es, para muchos, ese guiño cósmico.
- Identidad. No somos ya el granero del mundo. Los premios Nobel van quedando lejos. Seguimos empantanados en problemas que otros —aun los vecinos más díscolos— van dejando atrás. El título de “la tierra de Diego y de Lionel”, de semillero de genios, nos reivindica, nos devuelve una identidad de la cual podemos sentirnos orgullosos. Hasta el Himno se resignifica: cantado por la Scaloneta es un grito de guerra, un juramento de vivir coronados de gloria y si no, de morir en el intento.
- Modelo. Cualquier triunfo vale, pero el de esta Copa del Mundo vale más: cuando el argentino estaba desorientado, sin esperanza, surgió un símbolo. Un DT sobrio, humilde, que trabaja. Un equipo de estrellas que declinan sus egos. Que sufren, que lloran, que dejan la vida en cada jugada. Y que ganan: Copa América, Finalissima, Copa del Mundo. Entonces si trabajo, si me rompo el alma, si me levanto después de cada caída, se me puede dar. Hay futuro.
Borges decía que hay un momento en la vida de cada hombre en el que sabe para siempre quién es. Quizá Leo Messi lo supo el domingo, cuando levantaba la copa. Quizá, en algún lugar de su corazón, sospechó que lo suyo era refundar. Que venía a proponer una ética nueva para los argentinos: la de quien sabe que recibió un don y dedica todas sus fuerzas, todas, a hacerlo crecer. En equipo. Y disfruta con eso.
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Tres preguntas a Dewitt Jones. Es un fotógrafo, escritor, director de cine y conferencista estadounidense, conocido por su trabajo como fotoperiodista independiente para National Geographic y su columna en Outdoor Photographer Magazine.
—¿Cómo cambió tu vida ser fotógrafo de National Geographic?
—Pasé buena parte de mi vida siendo fotógrafo de National Geographic, el mejor trabajo del mundo. Ese trabajo cambió mi vida de una manera sorprendente. Todo empezó mucho antes: mi familia compraba la revista desde hacía muchos años, y cuando fui capaz de leer, empecé a apasionarme con ella. Me pedían que apagara la luz de noche, y me quedaba recordando las fotos maravillosas que reflejaban lo que el mundo tiene para ofrecer. Nunca pensé trabajar para ellos, pero ya entonces cambiaron el modo en que yo veía el mundo. National Geographic tiene una visión extraordinaria, enormemente simple y profunda a la vez. La misión que me daban, cada vez que me mandaba a algún lugar, era celebrar lo que está bien en el mundo. Eso, en lugar de poner el acento en lo que está mal. Por eso guardamos esas pequeñas revistas de bordes amarillos: es un sacrilegio tirarlas. Si una casa está por derrumbarse, se mantiene firme porque está apoyada en columnas amarillas que están en el sótano…
—¿En qué consiste el cambio de perspectiva que te dio tu trabajo?
—Cuando empecé en National Geofraphic no tenía idea de cuán poderosa podía ser esa visión de celebrar lo que está bien en el mundo, cuánto podría cambiar mi vida. Pero nuestras visiones controlan nuestras percepciones, y nuestras percepciones se convierten en nuestra realidad. Las montañas más altas, los ríos iluminados por un atardecer, las cataratas y los arcoíris: en todos los lugares a los que miraba, me encontré con una belleza indescriptible a la que fotografiar. Y el ser humano forma parte de esa belleza. Y cuanto más miraba, más belleza encontraba en las caras de los que trabajaban, en el lenguaje gestual de los que jugaban, en los más jóvenes y en los mayores. He visto rostros que no sólo reflejan un brillo, sino que lo emiten. Es de personas que tienen el coraje de dejarlo salir. La naturaleza misma se muestra así, en una flor o en un atardecer. A medida que pasaba el tiempo, más fuerte era para mí el contraste entre la visión del mundo de National Geographic y otras visiones con las que crecí: la ley de la selva, el más fuerte prevalece, salir segundo es ser un perdedor. Una manera deprimente de mirar el mundo.
—¿Cuál crees que es la lección que te dio la naturaleza?
—La naturaleza muestra una belleza increíble simplemente saludando. No dice: “Algún día llegará un gran fotógrafo y sacará una foto de mí, y los demás fotógrafos serán unos perdedores”. Se expande, se muestra, sorprende con un paisaje inmenso o con una pequeña semilla. Expresa una filosofía elegante, una manera compasiva de mirar el universo. En cierto momento, yo simplemente decidí abrazar esa mirada, en un mundo que te hace decidir entre una mirada hiriente y atemorizante y una basada en la posibilidad, decidí esta última. No importa cuán seco y desolado sea un paisaje, aparece ahí un indicio de vida, un algo de esperanza. Por eso una de las mayores lecciones que te da la naturaleza es que hay más de una respuesta correcta. Hay miles de maneras de ver algo, y todas son extraordinarias. Un campo de lirios es un mar blanco tomado desde la superficie, es una increíble figura geométrica desde el aire, es una flor perfecta y única si se achica el ángulo y se la mira desde cerca.
Las tres preguntas a Dewitt Jones están tomadas de la presentación “Celebrate what is right with the world”, dada originalmente en el contexto de TEDxSouthLakeTahoe. Para acceder a la charla completa podés hacer click acá.
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Tribu. “La Selección es a la Argentina lo que la corona británica a Inglaterra: lo que da sentido de pertenencia nacional y permite tolerar la frustración”. Así lo dice Pola Oloixarac en este artículo filoso. El criollo saca pecho con orgullo cuando piensa en la albiceleste, quizá pensando que encarna la grandeza que alguna vez tuvimos y nos empeñamos en perder a fuerza de votar mal una y otra vez. Y Messi, su emblema máximo, encarna a un tipo de argentino gris, frecuente, apolítico, esencial: el trabajador que desea que lo dejen dedicarse a lo que ama, hacer su vida y que lo dejen en paz. Imperdible Pola.
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Academia. La transparencia es cada vez más esencial para la confianza de los stakeholders en las organizaciones. Sin embargo, no siempre se entiende con claridad su significado. Este artículo sintetiza diversas investigaciones que contribuyen a una definición conceptual de transparencia y a definir su alcance. También propone herramientas que pueden usar las organizaciones para lograr una mayor percepción de transparencia entre sus públicos.
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Oportunidades laborales
- AstraZeneca activó su búsqueda de Regional Communication Manager.
- PedidosYa mantiene activa la búsqueda de Managing Director Argentina.
Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a comms@redaccion.com.ar
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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