A fines de septiembre, L-Gante agotó las entradas de su primer show grande, realmente grande, en la ciudad de Buenos Aires: un Movistar Arena con 15.000 personas en el que durante dos horas cantó sus hits de cumbia-trap con un vestuario —digamos— original, pirotécnicos juegos de luces, dos bandas de músicos, 12 bailarines y 15 artistas invitados.
“Espero les haya gustado, dejamos todo en la cancha PA! L O S S U E Ñ O S S E C U M P L E N ?”, escribió después en su cuenta de Instagram, donde tiene 3,7 millones de seguidores. Su vida, desde que Cristina Kirchner lo nombró el 1 de julio (“… yo les recomiendo que lo escuchen…”, dijo la vicepresidenta además de mencionar que L-Gante compuso sus primeros hits con una notebook de Conectar Igualdad), se ha vuelto tan extraña como —justamente— un sueño. Y nosotros soñamos con él.
Antes del discurso de Cristina Kirchner, este chico de 21 años y respuestas rápidas, cuyo nombre es Elián Valenzuela, era una figura como Duki o Wos: un ícono para cualquier sub-25; un “ni idea” para alguien mayor. Venía haciendo lo que se espera de un cantante de la escena underground (o al menos periférica) de la música urbana argentina: crecía —bastante— gracias a las redes sociales y a los videos de YouTube (cantar el abecedario en un video viral y ser anunciado como orador de la charla TEDx de la Villa 31 habían sido sus últimas novedades), se había ido de gira por México y España (donde Ibai Llanos lo entrevistó en junio), había hecho en marzo un tema con Bizarrap, el productor del momento, y tres con Damas Gratis (➡️ mirá acá “Perrito malvado”), que es casi lo mismo que tocar el cielo con las manos. Y de hecho, lo tocó cuando Pablo Lescano dijo: “Me siento identificado con L-Gante”.
Luego de ser mencionado por Cristina Kirchner, sus videos se hicieron masivos: la escena en la que saca un humo denso y marihuano de sus entrañas, la otra en la que baila con un revólver en la mano, la que lo muestra tomando vino en tetrabrick junto a cuatro chicas con poco aspecto de santas. Todo eso, y más, ahora está en las pantallas de todos. Su voz juvenilmente gutural y su estilo onda Tego Calderón ya son material de hits instantáneos. El presidente Alberto Fernández lo recibió en Olivos: fue una coronación para L-Gante... ¿o quizás para Fernández?
"Yo soy Elian Ángel Valenzuela, mas conocido como L-Gante; con tan solo 21 años me las arreglé como pude y logré muchas cosas, como formar y sacar a mi familia adelante o que el Presidente me reciba para saber lo que él piensa y yo hacerle saber mi pensamiento", dijo el cantante en sus redes sociales luego de que lo criticaran por el encuentro con Fernández. "A mí no me importan los partidos políticos, a mí me importa el pueblo y que su voz se escuche", aclaró también.
El trap es el nuevo emergente cultural… “Y no hay manera de comprender su expansión sin ver el triunfo cultural de la cumbia”, dice Alejandro Seselovsky, periodista, escritor especializado en cultura masiva, y profesor de la UBA (adonde quiere llevar a L-Gante). “Duki como padre fundador en la tapa de Rolling Stone, L-Gante en boca de Cristina y Wos en Intrusos con la China Suárez son apariciones que exceden el trap y lo meten en la conversación pública, aunque no lo escuchemos. Y L-Gante es la última gran novedad del trap”.
Pablo Alabarces, profesor titular de Cultura popular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y autor de varios libros, coincide en que L-Gante trabaja sobre las tradiciones de la cumbia villera. “¿Por qué gusta L-Gante hoy? Por las mismas razones que dábamos respecto de la cumbia villera: son ritmos muy contemporáneos e interpela la cuestión territorial a sus seguidores como un lugar mítico. Además, su aparición se dio como la de una figura simpática para cierto populismo ortodoxo”.
L-Gante, que debutó con su productor DT Bilardo en 2017 con el track “A escondidas”, se movió, por esas cosas de la atención mediática y por su propio carisma, al centro de la vidriera: pasó de cantar “siempre María, nunca careta” en el video de “Titubeo” a preguntar con una sonrisita pícara en la mesa de Almorzando con Mirtha Legrand: “¿Qué opinan de lo que se está debatiendo de la marihuana?”. Ese carisma es el que hace de él, según escribió Lucas Garófalo —exeditor de Rolling Stone—, un “mesías criollo y tumbero”.
“Él estaba rodeado de su familia y sus amigos”, dice ahora el periodista Osvaldo Bazán, que estuvo sentado a su lado en el programa de Juana Viale, “y me llamó la atención lo claro que tenía algunos conceptos que para muchos de nosotros son fundacionales del ser argentino: la familia o la responsabilidad de seguir trabajando en una fábrica aun cuando tenía ya millones de reproducciones en YouTube”.
Sigue Bazán: “L-Gante es un emergente en un principio no escuchado en los medios tradicionales, a los que llega por la mención de la vicepresidenta, aunque no lo entiendan y él no los entienda tampoco. Podría haberse mareado pero no lo hizo; agradeció pero no creyó fundamental adscribir después a Cristina. Eso habla de una idea de libertad y de respeto por sí mismo que está muy presente en las clases populares y que la clase media y los dirigentes suelen subestimar. Por un lado, L-Gante marca una ruptura en su modo de difusión, pero por otro mantiene una continuidad en los valores tradicionales argentinos que uno creía que estaban un poco perdidos y sin embargo no lo están tanto”.
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Días después del programa de Juana Viale, L-Gante presentó en sociedad a su hija recién nacida, llamada Jamaica. Una caravana de fans fueron por la ruta con él y su pareja, persiguiéndolos en ciclomotores y motos desde el sanatorio hasta su casa en el Barrio Bicentenario de General Rodríguez, allí donde, en su habitación, una pared está pintada con la bandera de Jamaica y el logo de Nike. Todo este episodio de su nueva vida loca estuvo en vivo en Instagram, su mejor herramienta.
Pero curiosamente, ahora que está en la cresta de la ola del hype, L-Gante demuestra que… al final no es tan malo como se lo ve en sus canciones. De hecho, en Polémica en el bar, adonde apareció vestido de Minguito, invitó a su madre a sentarse a la mesa (también la invitó a subir al escenario del Movistar Arena, vestida con un equipo deportivo estampado con billetes) y al lado de ella explicó que junto a Tamara Báez, la única novia que ha tenido, buscó el embarazo: “Para hacerme cada vez más responsable”.
De nuevo: al final no es tan malo como se lo ve en sus canciones. Y nos devuelve una imagen real del esfuerzo cotidiano en un hogar monoparental en el que su madre nunca menospreció los momentos dedicados por su hijo a la música (según contó ella en A la tarde), o una escuela secundaria abandonada, o el trabajo en una fábrica de plásticos, o la fama desbordada que incluso lo arrojó a ShowMatch: La Academia, o el consumo de drogas y especialmente de marihuana que aparece siempre o casi siempre en sus tracks. Y que discutió con Eduardo Feinmann en una demostración de valentía propia, metiéndose en un espacio incómodo donde también se apreció cuán valioso es conversar si pensamos distinto.
“Me parece que L-Gante abre un arco narrativo interesante”, dice Diego Flores, uno de los creadores de @thewalkingconurban, “porque en una sociedad hiperpolarizada él puede contar con total desparpajo que inició su carrera gracias a una computadora de un gobierno kirchnerista y puede ir de igual manera a lo de Feinmann y contar cómo le pega el porro”.
“Es hijo del conurbano no solo en términos puramente catastrales”, sigue, “sino y sobre todo porque es un hijo de su territorio y de su época. L-Gante nació en un barrio humilde del conurbano que le impidió tener acceso un montón de bienes. Remarco lo del conurbano porque el detrimento de acceso a los consumos de bienes culturales es todo un tema: a medida que nos alejamos del centro de la Capital hay menos teatros, menos escuelas de arte, menos posibilidades de acceder a talleres y a actividades socioculturales. Evidentemente, eso hace que uno se arregle con lo que tiene a mano para hacer lo que le gusta”.
L-Gante, mientras tanto, está de gira por la Argentina. Y hace unas semanas, en Instagram escribió cosas como esta: “Hoy en día tengo una madre orgullosa y una hija en camino a la cual le podré brindar todo… hasta lo que nosotros no tuvimos ❤️”.