¡Hola, amigos! Hoy voy a hablar sobre una relación perfecta: los libros y las mascotas. Tienen una relación bastante larga... y a esta altura no se me ocurre una mejor.
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1
La metáfora perfecta. El año pasado me fascinó un libro de una autora que no conocía: Sigrid Nunez. En El amigo (Anagrama) irrumpe la presencia de una bestia inoportuna, Apollo, un gran danés que hereda la protagonista de parte de su amigo recientemente suicidado.
- Se me ocurre ahora que ese perro gigante y artrítico, incómodo para las dimensiones de Nueva York, es al mismo tiempo un perro y una metáfora del dolor que se arrastra cuando los amigos se mueren. Se van los amigos --parece decir Sigrid-- y en nuestra casa entra un cuadrúpedo insufrible que muerde nuestros sillones, al que apenas entendemos, que se acuesta a los pies de nuestra cama custodiando un sueño que ya no tenemos. Apollo es un perro y es el duelo.
- “Sentada en el despacho del terapeuta, con Apollo a mi lado, no puedo evitar sonreir. Es como si estuviéramos en terapia de pareja --escribe Nunez--. Solo que nos llevamos bien”.
2
Hebe Uhart, reina de los animales. Hay un cuento de Hebe sobre su gato que simplemente amo. Se llama “Mi gato”, y como Hebe era medio gatuna, es una radiografía perfecta y minúscula de lo que puede ser un gato. Se lee en dos minutos, pero te queda grabado.
“La intuición de la unidad del cosmos que Schopenhauer atribuye al santo y al genio, quienes han vencido las estratagemas de la razón, él (su gato) las tiene sin ninguna necesidad de ascetismo ni de vencerse a sí mismo. La única diferencia está en que si se le presentara un pajarito, abandonaría su intuición cósmica y ese estado de beatitud para hacerlo pelota desplumándolo en dos minutos”.
3
Un tigre de entrecasa. Joseph Méry decía que Dios creó al gato para concedernos el placer de acariciar a un tigre.
Esa cita la saqué de uno de los libros más agradables y distinguidos que traten exclusivamente de gatos. Se trata de El tigre en la casa, y es una historia cultural del gato, escrita por Carl Van Vechten, considerado uno de los personajes más iconoclastas e influyentes de la Nueva York de principios del siglo XX. Si te gustan los gatos tanto como a Instagram y te gusta leer, te acabo de recomendar tu libro de cabecera.
4
La mejor historia de amor. Acá la editó Beatriz Viterbo en 2010, se llama Mi perra Tulip, y la escribió J. R. Ackerley, un personaje espectacular.
Ackerley, dice, nunca sospechó que le pudieran gustar los animales: era un hombre de letras, excéntrico y distinguido, homosexual declarado en un momento en donde eso no se decía, parco e impredecible. Pero pasando los cincuenta conoció a esa ovejero alemán que rápidamente se convirtió en su mejor amiga, en ese compañero ideal que buscó largamente en los barrios bajos de una Londres de posguerra. Mi perra Tulip es el relato de esos dieciséis años de relación y es una reflexión sobre la extrañeza que hay debajo de todas las relaciones, y es el relato más bello de un amorío imposible.
Según Truman Capote, es uno de los mejores libros escritos por un ser humano en el mundo. Y según Isherwood, uno de los mejores libros sobre animales.
5
Un estreno. Y se sabe, Jack London es quizás la primera persona en la que pensamos cuando hablamos de animales y libros, pero en su caso siempre son un poco más salvajes. Nos imaginamos nieve y frío y vientos gélidos y perros que te muerden los tobillos y muerte y destrucción y barro. Otra bestia salvaje de la que estoy perdidamente enamorada le va a dar vida a este universo de London: Harrison Ford. En unos días, Disney estrenará en todas las salas del país una trasposición de El llamado de la selva, de Jack London, otra nouvelle que habría que releer.
Y aquí, los libros de no ficción de la semana:
Cuando la ciencia despertaba fantasías: Prensa, literatura y ocultismo en la Argentina de entresiglos, de Soledad Quereilhac, comentado por Eliana de Arrascaeta. "Hubo un tiempo en el que los 'avances' de las ciencias de la naturaleza parecían no tener límite, y tampoco un único método científico. Soledad Quereilhac nos sumerge en ese período fascinante, donde la credulidad ocupa un espacio difuso, una frontera inasible. Las ciencias imaginadas –así las llama la autora-, como el espiritismo, magnetismo, teosofía y otras fantasías razonadas con ambiciones cientificistas, alcanzaron gran impacto en la prensa y en la literatura'. Aquí, el comentario completo.
Diez grandes novelas y sus autores, de William Somerset Maugham, comentado por Pablo de Santis. "William Somerset Maugham (1874-1965) suele ser recordado por sus cuentos y novelas, tantas veces llevados al cine. Pero fue también un ensayista tan ingenioso como Gilbert K. Chesterton, tan inspirado como Thomas de Quincey. Su especialidad eran los retratos: se ocupó de Kant, de H.G.Wells, de Edith Wharton, del pintor Francisco Zurbarán. Aún del ensayo sabía hacer una narración, al mezclar la exposición de su tema con los hechos de la vida del retratado. Solía ser un poco malicioso con aquellos que había conocido: en alguna página señala que los personajes de Henry James hablan como Henry James, o que las obras de Bernard Shaw tienen mucho más éxito en Berlín que en Londres porque en Alemania las dan en versiones abreviadas". Aquí, el comentario completo.
Espero que te haya gustado el envío de hoy. Yo me retiro a seguir buscando libros. ¿Dudas? ¿Sugerencias? ¿Lecturas? Escribime a sieteparrafos@redaccion.com.ar
Fuerte abrazo,
Flor.