Desde la iluminación de las calles hasta las puertas: cómo se diseñan las ciudades para prevenir el delito - RED/ACCIÓN

Desde la iluminación de las calles hasta las puertas: cómo se diseñan las ciudades para prevenir el delito

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

La prevención del delito a través del diseño ambiental (CPTED por sus siglas en inglés) es una metodología que busca disuadir a los delincuentes mediante el diseño del entorno urbano y la gestión de entornos naturales y construidos. La práctica se ha extendido a más de 50 países en el mundo, pero aún cuesta incorporarla en la Argentina.

Desde la iluminación de las calles hasta las puertas: cómo se diseñan las ciudades para prevenir el delito

Mejorar la inseguridad es un objetivo central en todo el mundo. Sobre todo en América Latina donde combatir el delito es tan urgente como desafiante. En este contexto, las estrategias de prevención de la delincuencia mediante el diseño ambiental buscan influir en las decisiones de los potenciales delincuentes. Se tratan de intervenciones del entorno urbano; desde la utilización estratégica de arbustos hasta la forma de construir un barrio entero, o tratar que la calle se pueda controlar desde las casas. Las comunidades son partícipes del proceso como vigilantes naturales. La Prevención del Delito a Través del Diseño Ambiental (CPTED por sus siglas en inglés), tiene un enfoque multidisciplinario de prevención del delito que trabaja con el diseño urbano y arquitectónico y la gestión de entornos naturales y construidos. 

“Lo que distingue a la CPTED es que busca reducir las probabilidades de la oportunidad delictiva y disminuye la motivación criminal. A su vez, hace bajar la percepción de inseguridad y aumenta la cohesión comunitaria y la habitabilidad de los entornos donde se aplica”. Quien habla es Macarena Rau Vargas, arquitecta, magíster en Arquitectura, doctora en Urbanismo y presidenta mundial de la Asociación Internacional de CPTED (ICA por sus siglas en inglés), quien lleva 23 años de práctica de la CPTED. Nació en Chile, fue la primera arquitecta hispana en certificarse en Canadá y le tocó transferir la metodología a Hispanoamérica. ICA es una asociación sin fines de lucro que capacita y promueve el uso de la CPTED a nivel mundial. También apoya a las organizaciones, profesionales y comunidades que aplican sus principios para lograr comunidades más seguras.

Espacios con mucha visibilidad, vallados claros y bien iluminados, como en esta plaza de Puente Alto, Chile, disminuyen las oportunidades de delincuencia. (Imagen: gentileza Olga González del Riego)

Tal como se explica en la plataforma de evidencias del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el diseño urbano-ambiental y la arquitectura en la construcción de entornos agradables que fomenten la convivencia y la sensación de seguridad hoy constituyen un área de prevención de la violencia en sí misma. CPTED —que se pronuncia 'sep-ted'— propone sumar a esto la cohesión comunitaria y pasos metodológicos concretos.

La CPTED busca reducir las probabilidades de la oportunidad delictiva y la motivación criminal, mientras disminuye la percepción de inseguridad y aumenta la cohesión comunitaria, explica Macarena Rau Vargas, presidenta mundial de ICA (en la imagen a la derecha). (Imagen: gentileza Macarena Rau Vargas)

Fortalecer la seguridad ciudadana

En la práctica, la metodología incluye distintas estrategias. Por un lado, se emplea la denominada vigilancia natural: calles con mejor flujo peatonal y ciclista, ventanas de las casas con vista a las calles y persianas abiertas, tráfico vigilante, reducción de lugares para esconderse, recepciones transparentes en edificios, buena iluminación que no encandile en zonas críticas y sin puntos ciegos, en vías peatonales luces para que se vean las caras de las personas, entre otras. Y esto se puede complementar con medidas mecánicas como cámaras.

Otra de las estrategias es el control natural de los accesos, que sirve para diferenciar espacios públicos de privados y bajar el delito. En la práctica, esto implica, por ejemplo, que haya un único punto de entrada, identificable, un camino claro a la recepción de edificios, baños públicos sin doble puerta, plantas espinosas bajo ventanas bajas, eliminar diseños con acceso a través del techo, no incluir puerta entre el patio delantero y trasero, poner cercos sin plantas para que no que impidan la interacción con vecinos, cercos altos y sólidos para separar las residencias de las veredas, que no bloqueen la visión.

En relación con lo anterior, también se emplean estrategias de refuerzo natural del territorio, es decir, se establecen límites a la propiedad mediante cercos, vallas, señales, iluminación y plantas, con especial énfasis en el mantenimiento de estos aspectos. Todo esto ayuda a que las personas se sientan más seguras y los potenciales delincuentes perciban el riesgo de detección o aprehensión, a la vez que fomenta el apoyo entre vecinos. 

En el municipio de Puente Alto, en la región Metropolitana de Santiago de Chile, aplican la metodología CPTED desde el 2003. En el 2012, además de contemplar la prevención de la delincuencia en el diseño de espacios, sumaron la participación comunitaria. “Sobre todo en la recuperación del espacio público, el fortalecimiento de la identidad y la identificación con el barrio. Las comunidades, al sentirse parte de un barrio que les es propio, lo cuidan, lo atienden y se apoderan del espacio público. Esto ayuda a evitar algunos delitos”, cuenta Olga González del Riego, abogada diplomada en Políticas Públicas y Seguridad Ciudadana y directora de Seguridad Pública de la Municipalidad de Puente Alto.

Ella cuenta que, por ejemplo, en el municipio contaban con algunos parques peligrosos que recuperaron “y hoy son espacios verdes, bien iluminados y con mobiliario urbano. También trabajamos mucho con el mosaico comunitario: recuperamos espacios que a veces tienen paredes. Lo diseñamos junto a la comunidad en una sede y después se pega en la pared. Esto permite reforzar la identidad y pertenencia al barrio, que la gente conozca a sus vecinos y se forme el tejido social, fundamental para la prevención del delito”. “Además de las intervenciones aplicadas en el espacio urbano, los programas sociales que se utilizaron en Puente Alto fueron 24 Horas de Trabajo con Jóvenes Infractores y el NNA (Niños, Jóvenes y Adolescentes). Se logró una reducción de robos del 23 % en el espacio público en un año”, cuenta Rau Vargas.

El recorrido de la prevención 

La CPTED nació en 1972 cuando el criminólogo y ecólogo C. Ray Jeffery publicó un libro con ese nombre. Pero ya desde la Escuela de Sociología de Chicago en 1920 —con el primer mapa de violencia juvenil— se estudiaba la relación entre localización espacial de variables de violencia y la configuración espacial urbana. En 1962, Jane Jacobs, periodista urbana en Estados Unidos, escribió el libro Vida y muerte en las grandes ciudades americanas, donde habló sobre la vigilancia natural, el contacto humano para la empatía y cuidarnos mutuamente, entre otros temas que fueron precursores a la metodología.

Rápidamente, esta práctica se transfirió a Canadá, donde se fundó en 1996 la ICA. Actualmente, bajo el paraguas de esta asociación, la CPTED se ha difundido en más de 50 países, como Colombia, Estados Unidos, el Reino Unido, Uruguay y Chile. “Además, desde el año 2021 contamos con un estándar ISO CPTED 22341:2021 que nos ha permitido seguir incorporando esta metodología”, explica Rau Vargas.

Mosaico comunitario como parte del abordaje CPTED en el Barrio Carol Urzúa de Puente Alto en Chile. (Imagen: gentileza Olga González del Riego)

Desafíos y resultados

Aunque la CPTED pareciera no impedir directamente el delito, los cambios que propone ayudan a disuadir al posible delincuente. 

Según el informe del BID mencionado, programas como CPTED reducen los índices de violencia y aumentan la sensación de seguridad de las personas. Al analizar las estrategias de la vigilancia orientada a problemas (un abordaje específico que identifica y analiza problemas delictivos, y que es conocido como POP, por sus siglas en inglés) el informe advierte que en el 57 % de los casos exitosos, los policías aplicaron la planificación urbana, con algún tipo de cambio en el entorno físico, y con esto disminuyeron episodios de violencia.

América Latina es la región del mundo con la tasa más alta de crímenes, sobre todo de homicidios dolosos, según informes internacionales como el de Héctor Hiram Hernández Bringas, Homicidios en América Latina y el Caribe: magnitud y factores asociados (2021) que publica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En el 2018, en la región se registraron 23 homicidios por cada 100.000 habitantes. Según el informe, factores socioeconómicos —sobre todo la pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades— así como la debilidad de muchos Estados, son factores que favorecen el delito. Asimismo, la impunidad muchas veces hace que la violencia se extienda a otros ámbitos más allá de los propios de la delincuencia organizada, como los espacios públicos y privados.

“Por eso también tenemos muchos nuevos capítulos y personas que quieren aprender”, detalla Rau Vargas. A través de su portal de aprendizaje, disponible en varios idiomas, ICA ofrece recursos para cualquier persona que quiera aprender sobre CPTED (principiantes o profesionales). Hay información para la inscripción en capacitaciones pagas con certificación y mucho material de aprendizaje gratuito. Como por ejemplo el seminario web Guía CPTED para escuelas (2022), al que se le pueden configurar subtítulos en español o en el idioma deseado. También están desarrollando un curso en línea que lanzarán en los próximos meses. 

“El problema delictivo no tiene soluciones mágicas. Requiere un enfoque basado en evidencia para su mejora o solución.  Y de un buen diagnóstico con instrumentos validados por la metodología, que son: análisis, recomendaciones, plantear un diseño de intervención. Es siempre lo que se sugiere como estándar ISO CPTED. Además, se promueve implementar y monitorear esta intervención con participación ciudadana activa. En CPTED se llama ‘participación del nativo experto ambiental’. Todo esto está validado por información ya publicada”, aclara Rau Vargas. Esta evidencia muestra que cuando CPTED se combina con programas sociales puntuales, no sólo disuade, sino que contribuye además, en la reducción del delito de oportunidad.

Argentina

Mientras que la CPTED es una práctica muy extendida —desde los 70 en las comunidades de habla inglesa, y desde fines de los 90 en Chile y luego toda América Latina—, “quizás la Argentina sea el lugar donde más ha costado incorporar la práctica”, dice Jorge Luis Jofré, que desde 2019 preside CPTED Argentina. Tiene 55 años y vive en la ciudad de Córdoba. Es abogado, diplomado en Prevención del Delito y director de las diplomaturas en Seguridad Ciudadana y en Ciencias Forenses e Investigación Criminal de la Universidad Blas Pascal. “Nos falta una cultura fuerte sobre la necesidad de protocolos y matrices para cada paso de las intervenciones y para evaluar procesos y resultados”, explica.

“Más allá de anuncios, como más policías, más cámaras o más móviles, que generan impacto visual mientras el delito sigue, la CPTED promueve diagnósticos participativos que revelen las formas del delito. En contexto territorial, con trabajo interdisciplinario e interinstitucional y alianzas multisectoriales. Con evaluación, y, sobre todo, con prevención”, explica Jofré, que se capacitó en el primer módulo en castellano en 2008 y comenzó a difundir la práctica. “Entre los factores de la inseguridad en la Argentina está la falta de una mirada estratégica en la prevención. Un enfoque similar es el ‘urbanismo táctico’, que, a partir de intervenciones focalizadas, busca mejorar las condiciones de disfrute en espacios públicos. Esto en ocasiones embellece un barrio o espacio urbano, pero baja los índices de violencia y delito, porque no se integra con un análisis del crimen en el lugar; en un diagnóstico, como lo hace la CPTED”, agrega Jofré.

Para Jorge Luis Jofré, abogado especializado en prevención del delito, en la Argentina falta cultura sobre la importancia de protocolos para la evaluación de procesos y resultados. (Imagen: gentileza Jorge Luis Jofré)

Por eso, el abogado sostiene que mejorar la imagen y agregar policías no alcanza. Según sus datos, la cifra media de policías en el mundo es de 300 cada 100.000 habitantes (en países del norte de Europa es menos de 200); en la Argentina supera los 614. En la Ciudad de Buenos Aires, hay 800 policías por cada 100.000 y en Córdoba, cerca de 700, entre policía administrativa y policía antinarcotráfico. 

“Si queremos generar cambios que impacten en el presente y definan nuestro futuro, debemos sumar herramientas de intervención preventiva que sean sostenibles en el tiempo. Y tenemos que involucrar a comunidades, actores públicos y organizaciones sociales en el desarrollo de objetivos fundados en diagnósticos sólidos y que desplieguen acciones de prevención basadas en la evidencia”, cierra Jofré.

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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.