El renacimiento del género epistolar llega vía email. Si una carta es “la mitad de un diálogo”, ¿qué es una newsletter? Por otro lado, ¿tienen cartas, emails y newsletters la misma potencia a la hora de contar una historia? En estas semanas aparecieron tres libros que usan esos tres formatos para narrar su cuento y, quizás, para revelar algo sobre nuestra comunicación personal.
Plus: tres preguntas a Afri Aspeleiter, que a los 26 años dirige Concreto, una de las editoriales independientes del momento.
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El 17 de marzo de 2020, Olivia Gallo y Tamara Talesnik comenzaron a intercambiar los mails que le darían sustancia a su newsletter Intranquilas y venenosas, que se extendió hasta octubre y que tuvo alrededor de mil suscriptores y 22 escritoras invitadas; entre ellas, Silvina Giaganti, Marina Mariasch y Tamara Tenenbaum (quien a su vez había hecho junto a Lucila Pinto, en 2017 y 2018, una newsletter parecida: Amigas por correspondencia). Intranquilas y venenosas es también el título del libro que recopila esos mails y que acaba de salir. Es como un diario juvenil de cuarentena.
“En la semana en la que arrancó el aislamiento obligatorio en CABA, estaba esta fantasía de que había que aprovechar el tiempo para nuevos proyectos y le propuse a Oli escribir algo juntas”, me cuenta Tamara Talesnik, que tiene 26 años y estudió guión en la ENERC. Su coequiper Olivia Gallo tiene la misma edad y en 2019 publicó un libro de cuentos, Las chicas no lloran.
“Pensamos en lo epistolar y en inventar dos personajes ficticios para exponernos menos, pero lo descartamos rápido. Y así empezó Intranquilas. Ahora me parece medio una gilada esa idea hiperproductiva sobre el tiempo libre, pero lo mejor que hice en esos meses fue escribirme con Olivia”.
¿Para qué cosas es mejor, para dos amigas, escribir mails que hablar por audios de WhatsApp? “Creo que escribir este tipo de mails te hace pensar más en el estilo; podés demorarte el tiempo que sea en mandarlo, podés borrar y reescribir las veces que quieras, podés tenerlo en borrador varios días e ir sacando o agregando cosas”, me dice ahora Olivia Gallo. “Todo eso hace que el contenido sea mucho más rico. También creo que siempre que se escriba un mail largo hay algo de dedicación especial hacia la persona a la que se lo mandás. Creo que es un muy buen canal para expresar lo que quiera ser expresado de manera profunda, y por eso es, además, material literario muy jugoso”.
? Esa newsletter llegó a tener una mención aquí mismo, en SIE7E PÁRRAFOS: “Como los personajes de la serie Girls, pero sin su departamento en Brooklyn, [las autoras] son urbanas, veinteañeras, inteligentes y neuróticas”, escribió mi antecesora, Florencia Ure.
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“¿Qué comunica la carta?”, se pregunta la escritora María Rosa Lojo en un ensayo sobre el género epistolar publicado en la revista Bepé. “Potencialmente, todo. Nada humano le es ajeno”.
Sigue: “Quizá como ninguna otra forma escrita, la carta es proteica, dinámica, y también, nudo de paradojas. Si se la ha comparado con una conversación (o con ‘la mitad de un diálogo’) el hecho de escribir coloca ante una relación con la lengua forzosamente distinta de la espontaneidad oral. Las inscripciones de la página han de sobrevivir a la fugacidad irresponsable de la palabra hablada, se convertirán en documentos que pueden incluso volverse contra su autor”.
- Yo me pregunto: ¿qué comunica la newsletter? Y respondo lo mismo: “Potencialmente, todo”. Pero hay una condición: si una newsletter existe es porque tiene una comunidad que la sustenta y que participa de la conversación. Aprovecho (¿cuándo mejor?) para agradecerte por ser parte de SIE7E PÁRRAFOS…
- ... y te invito a ver todas las newsletters que tenemos en RED/ACCIÓN (son muchas y de temas muy variados) y a suscribirte. Checkealas acá.
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Una muestra de género epistolar joven y contemporánea es “Walking distance”, el cuento de Tali Goldman incluido en su libro Larga distancia. Recrea el intercambio de mails entre un hombre y su cuñada, quien escribe desde el correo de su marido ya muerto.
“Surgió a raíz unos mails reales que un tío le envía a mi mamá con mucha frecuencia”, me cuenta vía email Goldman (que además escribe Norma Pla, una newsletter sobre derechos sindicales en LatFem). “Una vez me leyó uno y me pareció maravilloso y le empecé a pedir que me los reenviara cada vez que le llegara otro, hasta que me di cuenta de que había literatura en esos textos”.
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- Esta ??es la lista de las newsletters favoritas de Martina Rua (¡incluye SIE7E PÁRRAFOS! ?). Muy útil. Yo me suscribí a varias. Recomiendo seguir a Martina en Twitter para más info.
- ¡Extra! Mansalva, la editorial de Francisco Garamona, presenta Retratos ciegos, un intercambio de cartas de Albertina Carri y Juliana Laffitte.
- A veces, la diferencia entre una carta y una newsletter no es gran cosa. “Si hay algo que me encanta de una newsletter, es esta idea de jugar por un momento a que estoy enviando un puñado de cartas con sobre y estampillas a cada uno de los lectores”, escribió Malena Higashi en un envío de su newsletter sobre ceremonia japonesa del té y cultura pop. Higashi es mi esposa —y la heroina del libro Camino al Este— y yo soy un fan de su newsletter. Te la recomiendo, podés suscribirte acá.
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Betina González acaba de publicar La obligación de ser genial, una antología de ensayos afilados sobre el modo en que nos relacionamos con los libros que escribimos y que leemos. Como novelista, ganó el Premio Clarín y el Premio Tusquets, y además es profesora de literatura y de escritura. Le pregunté por la evolución del género epistolar. Me respondió:
"Cuando se subastaron las cartas de amor de Keats, Wilde escribió un soneto en el que lamenta que las palabras secretas de dos personas se vuelvan mercancía. Hoy la vida privada está expuesta en todas partes, de hecho, hay una sobreoferta de artículos del yo. Pero las cartas no son cualquier artículo, siempre admiten el exabrupto, la sorpresa, la historia que se cuenta entre líneas. Así está escrita la novela más atrevida de Jane Austen, y también Las relaciones peligrosas".
"Cocteau decía que el diario o las cartas de un héroe deben estar llenos de cuentas de hotel y ropa sucia. No leí libros que antes fueron newsletters pero dudo que en ellos predominen esas cosas".
"Sospecho que al exhibir estos intercambios desaparecen dos elementos: la posibilidad de crear suspenso novelesco y la de revelar verdaderos secretos. Quienes participan lo hacen recurriendo a una máscara, un performance del yo que admite la exhibición de algunas verdades pero es poco probable que nos enteremos de que alguna de las participantes es una asesina, una mala amante o una traidora, esos giros deliciosos que ofrece el género epistolar. Queda, es cierto, el mundo íntimo compartido, la puerta entreabierta a la casa ordenada, la conversación para otros. Y por supuesto, la inadvertida deriva de que lo epistolar se transforme en ensayo, manifiesto o resistencia colectiva".
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No sé si una vida, o una parte interesante de una vida, puede ser narrada a través de unas cuantas newsletters, pero sí de muchas cartas. Eso es lo que ocurre en Papeles de Ana, la nueva novela de María Inés Krimer, una escritora paranaense a quien conocíamos por sus extraordinarias historias policiales, que la llevaron a dos nominaciones al premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón (donde se define qué es lo mejor de la novela negra en castellano).
Esta vez, Krimer trae una novela de iniciación: una chica entrerriana se instala en Buenos Aires en la década de 1960 y quiere ser escritora. ¿Por qué Krimer recurrió a las cartas para contar esta trama? “Facilitan el desplazamiento entre la confesión íntima, propia de un diario, al espacio público, en el que cualquier personaje entra sin llamar”, me dice.
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- 4.227: las cartas enviadas desde que empezó Fantasma Edita.
- 974: las cartas enviadas en pandemia.
Con esas cifras, está claro que el género epistolar, o mejor dicho: la práctica epistolar —eso de mandar y leer cartas— nos sigue conectando. Fantasma es una editorial de fanzines literarios que llegan por correo postal. Hay textos clásicos y contemporáneos: checkeá su catálogo.
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Tres preguntas a Afri Aspeleiter. Tiene 26 años, estudia Artes de la Escritura en la UNA y a los 23 —con 8.000 pesos que le prestó su madre— lanzó Concreto, que hoy se volvió una de las editoriales independientes más interesantes. Mientras trabaja como UX Writer para una app, publica libros de Malén Denis, Ana Montes, Antonella Saldicco y Tali Goldman.
- ¿Qué es lo más importante a la hora de empezar un sello editorial?
Para mí, como editora, la sensibilidad a la hora de leer y no perder de vista la búsqueda del catálogo. Como proyecto, la constancia es importante y trabajar para que los libros encuentren a sus lectores. En el camino está el mayor aprendizaje: en cometer errores y aprender. Sirve mucho estar cerca de colegas que puedan darte sus consejos y transmitirte sus experiencias, pero el mayor aprendizaje aparece en el camino. Es imposible tener todo controlado cuando empezás con la editorial, surgen necesidades nuevas cada día, en la medida en que el sello toma forma y se va moldeando gracias a les lectores y la aparición de nuevos títulos. Creo que terminé siendo editora porque, por un lado, me interesa la literatura y, por el otro, me gusta hacer cosas, emprender, tomar las riendas de algo y, sobre todo, compartir.
- ¿Estamos viviendo la edad de oro del relato de mujeres jóvenes?
No sé. Que en la actualidad hay mayor acceso al know how, a herramientas y procedimientos que nos permiten que circule, quizá, más material literario de autoras jóvenes que en otro momento, seguro. ¿Si eso es bueno o nos favorece de algún modo? No sé. Lo que me importa a mí, y que intento plasmarlo en el catálogo que dirijo, es la literatura. Si estamos viviendo la edad de oro del relato escrito por autoras jóvenes, no lo sabremos todavía.
- ¿Qué fue lo mejor que leíste últimamente?
Lo que para mí es la trilogía de Lorenza Mazzetti: El cielo se cae, ¿Puede prestarme su pistola, por favor? y Con rabia, publicados en español por Periférica.
Hoy mencionamos 5 libros en SIE7E PÁRRAFOS:
1⃣ Intranquilas y venenosas, de Olivia Gallo y Tamara Talesnik.
2⃣ Larga distancia, de Tali Goldman.
3⃣ Retratos ciegos, de Albertina Carri y Juliana Laffitte.
4⃣ La obligación de ser genial, de Betina González.
5⃣ Papeles de Ana, de María Inés Krimer.
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [sieteparrafos@redaccion.com.ar] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
- Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos,
Javier