La comida orgánica se caracteriza por contener alimentos que se producen sin el uso de pesticidas sintéticos, herbicidas, fertilizantes químicos y otros aditivos artificiales o conservantes.
En su lugar, se utilizan fertilizantes y herbicidas naturales que no afectan la calidad del suelo y el agua o el resultado final de las frutas, verduras, lácteos y carnes. Tampoco cuentan con modificaciones genéticas para tener otros tamaños, colores o sabores.
Este tipo de alimentos se ve cada vez más en ferias, dietéticas y hasta supermercados porque son ampliamente demandados por los consumidores que buscan eliminar de su dieta los alimentos que fueron producidos con sustancias químicas.
Además, este tipo de cultivos colabora con el ambiente porque no daña el suelo y, por lo general, utiliza un sistema de rotación de cultivos para obtener un uso eficiente de los recursos.
Según los especialistas, este tipo de alimentos es más saludable para el cuerpo humano porque garantizan un nivel de nutrientes mucho más alto que los productos industrializados.
La desventaja de estos productos se encuentra en los costos. El precio de la comida orgánica es más cara que la industrializada porque lleva un proceso de producción más artesanal. Además, suelen ser de consumo rápido ya que, al no contener conservantes ni químicos, pueden echarse a perder más rápido.
Comida procesada
La comida procesada se refiere a los alimentos que han sido alterados de su estado original para extender su vida útil o mejorar su visibilidad o calidad.
De hecho, según el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA), los alimentos procesados pueden ser “cualquier producto agrícola crudo sujeto a limpieza, molienda, corte, picado, calentamiento, pasteurización, escaldado, cocción, enlatado, congelación, secado, deshidratación, mezcla, envasado” y agregados de “conservantes, sabores, nutrientes y otros aditivos alimentarios que alteren el estado natural de los alimentos”.
Además, algunos de los productos procesados suelen tener agregados de sal, azúcares o grasas para su rápida ingesta.
Algunos ejemplos pueden ser los enlatados, conservas, quesos, levaduras, yogures en general, aceites vegetales, pan artesanal y otros productos de panificación como pastas, azúcar.
Según la Universidad de Harvard los alimentos procesados pueden ser “beneficiosos para la salud” por contener algunos nutrientes agregados que fortifican el producto.
Además el secado, lavado y algunos procesos de industrialización permiten que los productos no generen enfermedades en las personas. Sin embargo, “dependiendo del grado de procesamiento, muchos nutrientes pueden destruirse o eliminarse”.
Comida ultra procesada
Finalmente, la comida ultra procesada se caracteriza por incluir alimentos que han sido sometidos a múltiples procesos industriales y contienen aditivos artificiales, como conservantes, colorantes, saborizantes y otros ingredientes sintéticos.
Estos productos contienen pocos nutrientes y son ricos en calorías, grasas y azúcares añadidos.
Los ejemplos de alimentos ultraprocesados son las gaseosas y aguas saborizadas, jugos de fruta endulzados, bebidas energizantes y deportivas, postres lácteos, panes industriales, productos de copetín o snacks, comidas listas para consumir, productos preformados congelados como bastones de merluza, carnes procesadas como salchichas, aderezos, salsas listas para consumir, leche chocolatada entre otros.
Según la Guías Alimentarias para la Población del Ministerio de Salud, el consumo prolongado puede perjudicar la salud ya que, su consumo en exceso “aumenta el riesgo que aparezcan condiciones de salud como la diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular y cerebrovascular, entre otras”.