Los más atentos se habrán dado cuenta de que, en los últimos años, las ciudades más grandes han dejado de estar teñidas de amarillo y naranja por la noche para pasar a ser cada vez más blancas e iluminadas por la tecnología LED. A un ritmo paralelo, cada vez vemos menos estrellas en el cielo, mientras que en 2016 un equipo de astrónomos informó que la Vía Láctea ya no era visible para un tercio de la humanidad (principalmente europeos y norteamericanos).
Estos acontecimientos no son independientes, sino que son parte de la contaminación lumínica, un fenómeno que empeoró a pasos agigantados en los últimos años. En el citado informe de 2016, Fabio Falchi (del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica en Italia) ya hablaba de una “pérdida cultural de una magnitud sin precedentes”.
El mayor uso de diodos emisores de luz (LED) en iluminación exterior, alumbrado público, publicidad e instalaciones deportivas y su uso indiscriminado en aras de la “seguridad” (¿más luz reduce la cantidad de delitos?) está cegando nuestra visión de las estrellas, indicó The Guardian.
De acuerdo a una investigación del físico Christopher Kyba (del Centro Alemán de Geociencias) el cielo nocturno se ilumina (con luz artificial) a un ritmo de un 10 % más al año, aumento que amenaza con borrar de nuestra vista, progresivamente, las estrellas menos brillantes.
Tal es así que, un niño nacido donde hoy se ven 250 estrellas por la noche solo podrá ver unas 100 cuando cumpla los 18 años (en el mismo lugar) lamentó Kyba en un comunicado de prensa de enero de este año.
Publicado en la revista Science, el estudio del físico consistió en el análisis de más de 50.000 observaciones a simple vista realizadas por colaboradores de todo el mundo entre 2011 y 2022 como parte del Proyecto de ciencia ciudadana "Globe at Night".
“Nuestros ojos son más sensibles a la luz azul por la noche, y es más probable que la luz azul se disperse en la atmósfera, por lo que contribuye más al brillo del cielo”, explicó Kyba y advirtió que “la velocidad a la que las estrellas se vuelven invisibles para las personas en entornos urbanos es dramática”.
Tal como lamentó el doctor en Astrofísica Alejandro Gangui en su cuenta de Twitter, la contaminación lumínica es “perder el cielo nocturno, es perder parte de nuestra naturaleza, de nuestra cultura y de nuestras memorias. Es perder para siempre la mitad del paisaje que nos rodea”.
? https://t.co/2S3F988Qap pic.twitter.com/8SGngb02dN
— Alejandro Gangui (@algangui) May 30, 2023
Además de bloquearnos el cielo estrellado y la Vía Láctea a los simples caminantes, otros perjuicios de la contaminación lumínica son:
- Altera comportamientos y procesos fisiológicos de los seres vivos que están determinados por los ciclos diarios de noche y día.
- Está contribuyendo a un "apocalipsis de insectos", según un estudio de 2019 que evidenció cómo la luz tiene un gran impacto en la forma en que las especies se mueven, buscan comida, se reproducen, crecen y se esconden de los depredadores, informó New York Post.
- Destruye una parte importante de nuestro patrimonio cultural, por ejemplo, para comunidades originarias cuyas tradiciones se basan en los astros.
- Impide la observación para astrónomos y el avance del conocimiento.
De todas formas, aún no está todo perdido. “La introducción de un paquete cuidadosamente seleccionado de reglas de planificación para controlar la luz molesta, respaldado por influencia legal y sanciones por incumplimiento, podría marcar diferencias importantes”, señaló The Guardian.
Al respecto, Rees y su equipo elaboraron un documento que recomienda varias políticas que ayudan a disminuir la iluminación desmedida con LED.