El primer hombre
James R. Hansen
Debate
Selección y comentario por Federico Kukso, periodista científico. Se especializó en historia de la ciencia y STS (Science and Technology Studies) en el MIT y en la Universidad de Harvard. Es miembro de la comisión directiva de la World Federation of Science Journalists (WFSJ) y autor de los libros "El baño no fue siempre así", "Todo lo que necesitás saber sobre ciencia" y "Dinosaurios del Fin del Mundo".
Uno (mi selección)
Como Clark Kent -que creció en Smallville, Kansas-, los primeros y últimos años de Neil Armstrong transcurrieron también en el corazón de Estados Unidos. En su caso, en una granja de Ohio. Desde ahí, como un Superman no kriptoniano sino terrestre, se elevó a los cielos. Y con su hazaña nos elevó a todos como especie. (...)
(sigue mi comentario)
(...) La vida del primer ser humano que estampó su humanidad --y a la Humanidad-- en la Luna está cruzada por una contradicción: uno de los hombres más conocidos del siglo XX es, a la vez, uno de los más desconocidos. Tal vez porque este hombre-ícono, héroe de una época en la que el espacio estremecía la imaginación, hasta el día de su muerte el 25 de agosto de 2012 fue un enigma: frío, contemplativo, modesto y de nervios de acero, este explorador taciturno le rehuyó a las cámaras y a la fama, antes y después de su pequeño paso y salto gigante. A diferencia de su colega y compañero de hazaña Buzz Aldrin que aún hoy le exprime el jugo mediático a la gran hazaña del siglo XX, Armstrong se exilió del mundo.
Ahí reside la monumentalidad del trabajo de su biógrafo, el historiador James Hansen, quien a través de entrevistas exclusivas desnuda en El primer hombre los secretos del Robinson Crusoe moderno, el viajero obsesionado, el padre, el esposo, el hijo.
"Siempre me ha parecido sorprendente que uno de los mayores logros del milenio, la llegada de Neil Armstrong a la Luna, un triunfo de valor y tecnología, no haya tenido prácticamente ninguna influencia en el mundo en general -escribió desilusionado el escritor inglés J. G. Ballard-. Neil Armstrong puede que sea el único ser humano de nuestro tiempo en ser recordado dentro de 50.000 años pero para nosotros su logro significa prácticamente nada."
El libro -y la biopic recientemente estrenada, basada en el trabajo de Hansen- apunta a recomponer esta falta: nos acerca al hombre que fue más lejos.
Dos (mi selección)
El comentarista Heywood Hale Broun, de la CBS, más conocido por su irreverente periodismo deportivo, vivió el despegue con varios miles de personas en Cocoa Beach, a unos veinticinco kilómetros al sur de la plataforma de lanzamiento, y dijo a las decenas de millones de espectadores de Cronkite: "En un partido de tenis miras a un lado y a otro. En el lanzamiento de un cohete, no dejas de mirar hacia arriba. Tus ojos ascienden, tus esperanzas también y, al final, toda la multitud, como si fuera un enorme cangrejo con muchos ojos, mira hacia arriba sumida en un gran silencio. Se oye un pequeño "Oooh" cuando sube el cohete, pero, a partir de entonces, todo son miradas y gestos. Es la poesía de la esperanza; si se quiere, una esperanza no hablada, sino percibida en los gestos de concentración que hace la gente al seguir el ascenso del cohete".
Tres
Neil Armstrong nunca relacionó la decisión de ser astronauta con el fallecimiento de su hija: "Para mí fue difícil dejar lo que estaba haciendo, que me gustaba mucho, para irme a Houston. Pero, en 1962, el programa Mercury estaba en marcha, todos los proyectos futuros estaban bien diseñados y la misión lunar iba a hacerse realidad. Llegué a la conclusión de que si quería salir de los límites de la atmósfera y adentrarme en las profundidades del espacio, esa era la manera de hacerlo".
Cuatro
Los Nuevos Nueve (Neil Armstrong, el comandante Frank Norman de las Fuerzas Aéreas, el teniente Charles Conrad Jr., el capitán James A. McDivitt de las Fuerzas Aéreas, Elliot M. See Jr., los capitanes de las Fuerzas Aéreas Thomas P. Stafford y Edward H. White II y el capitán de corbeta John W. Young) eran un grupo extraordinario. En opinión de los máximos responsables del programa espacial tripulados de Estados Unidos, era, sin duda alguna, el mejor elenco de astronautas de la historia. La media de edad del grupo era treinta y dos años y medio, el peso 73,2 kilos y la altura un metro setenta y ocho. Con un metro ochenta y setenta y cinco kilos, Neil estaba un poco por encima de ese rango. Todos estaban casados, ninguno se había divorciado nunca y todos tenían hijos.
Cinco
Ante las críticas internacionales, Kennedy pensó que solo una hazaña espectacular restituiría la respetabilidad de Estados Unidos, así que echó mano del programa espacial con tripulación. Él veía en la NASA y sus astronautas un medio para un fin político. "Ahora es el momento de dar pasos más grandes, el momento de una gran empresa estadounidense, el momento de que esta nación adopte un liderazgo claro en los hitos del espacio, que en muchos sentidos guardan la llave de nuestro futuro en la Tierra". Con estas históricas palabras, expresadas durante una sesión conjunta del Congreso el 25 de mayo de 1961, el presidente lanzó el guante: "Creo que esta nación debería comprometerse a conseguir el objetivo de llevar a un hombre a la Luna y devolverlo sano y salvo a la Tierra antes de que termine la década".
Seis
Algunas mujeres sospechaban que sus maridos tenían aventuras extramatrimoniales; es posible que algunas lo supieran a ciencia cierta. Los periodistas que cubrían las actividades de la NASA tenían conocimiento de algunas indiscreciones, pero en el Estados Unidos de los años sesenta no se hablaba de esas cosas. La presión para las mujeres de los astronautas era extraordinaria. Todas ellas llevaban una pesada carga, pues debían aparecer en público como la Sra. Astronauta y la Madre Típicamente Estadounidense. Sabían lo que esperaba de ellas la NASA, e incluso la Casa Blanca. Para la esposa de un astronauta, elegir vestuario iba mucho más allá del estilo o incluso de la vanidad de una mujer. Había que respetar el aspecto saludable y santificado del programa espacial y de Estados Unidos.
Siete
(04.13.24.13 h) Armstrong: "Voy a salir del módulo lunar".
Los millones de personas que vieron lo que ocurrió a continuación nunca olvidarán el momento en que Armstrong dio el primer paso sobre la superficie lunar. Contemplar las oscuras imágenes en blanco y negro que llegaban desde 400.000 kilómetros de distancia se hizo eterno hasta que Neil, con la mano derecha en la escalera, pisó finalmente la Luna con la bota izquierda.
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