Hace una semana, al cumplirse 35 años de los dos goles magníficos de Maradona a Inglaterra en el Mundial de México '86, el hashtag #DiegoEterno se volvió trending topic en Twitter. Más allá de la belleza maradoniana en todo su esplendor, hubo algo de nostalgia también por una época, por un ícono justiciero, por un país que se redimía. Y por el ritmo. Porque ¿qué serían los ’80 sin música?
Plus: los suscriptores de SIE7E PÁRRAFOS conversaron con Hernán Casciari, un creador de historias muy inquieto.
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“Era como la flor en el tacho de la basura”, escribió hace poco Bobby Flores sobre la música de Virus. Un grupo de new wave y synthpop con celestiales teclados digitales, estribillos imborrables y un cantante atrevido, afinado y muy especial: Federico Moura. No había mucho de eso en la Argentina dictatorial y Virus surgió en ese campo cultural devastado, en 1981.
Años después, cuando llegó el primer stop de Virus, en 1990, Moura ya estaba muerto —ocurrió el 21 de diciembre de 1988, víctima de VIH— y su banda había marcado a fuego a la década de 1980: una década en la que demasiadas cosas habían pasado en la Argentina y en la que el rock había dado también a Soda Stereo y a Sumo. Virus: Una generación, un libro que los periodistas Daniel Riera y Fernando Sánchez publicaron por primera vez en 1995, acaba de ser reeditado y va a fondo con toda esta historia.
“Virus representa un cambio de época en la sociedad argentina antes de que este se produzca”, me cuenta Riera, que publicó varios libros, incluido Ventrílocuos, y grandes crónicas en Rolling Stone y en otros medios.
Esta nueva edición de Virus: Una generación está muy corregida y muy aumentada. El libro fue reescrito y mucha información fue agregada: todo lo que le pasó a Virus desde 1995, algo sobre un demo mítico de Moura, otro tanto sobre el paso a la clandestinidad de su hermano guerrillero (miembro del ERP, desaparecido en 1977) y la historia de Luis María Canosa, el cantante de Dulcemembriyo, la primera banda en la que intervino Moura (Canosa fue asesinado en la Masacre del Pabellón Séptimo, en 1978, y es mencionado por el Indio Solari en dos canciones: “Toxi-Taxi” y “Pabellón Séptimo (Relato de Horacio)”). “Toda esta puesta en contexto realza la idea de una generación que intentó cambiar el mundo”, cuenta Riera. “Ahora se nota más por qué el libro se titula Virus: Una generación”.
“Ellos ya eran post-Malvinas en 1981… Quizás nada retrate mejor a los hermanos Moura que ese permanente destiempo”, señala el escritor Eduardo Berti en el prólogo. La aparición de Wadu Wadu en 1981 se da en una sociedad cerrada y la revista más progresista de la época, Humor, le hace una crítica dura. La fama llega recién a partir del tercer disco, Agujero interior, que sale a la venta el 10 de diciembre de 1983, el día en que asume el gobierno democrático de Raúl Alfonsín. “O sea que Virus triunfa cuando la sociedad ya está preparada para percibir su estética, sus ideas y su mensaje”, dice Riera.
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Moura falleció a fines de 1988, a los 37 años. En aquella misma nota Bobby Flores rescata algo que una vez dijo: “Creo que Federico [Moura] es la única perdida irreparable del rock argentino”. También Luca Prodan y Miguel Abuelo habían muerto en esa época, pero el cantante de Virus se convirtió en un personaje de culto a su propio modo.
“Elegancia, sensibilidad, confianza en la inteligencia del oyente, ausencia de demagogia”, enumera Riera cuando le pregunto por los rasgos que hacían de Moura un artista diferente. “Su legado son las canciones, la música que incluye una obra maestra: Superficies de placer. ¿Qué queda de él en la música de hoy? Prefiero no especular con eso, yo creo que está en todas partes”.
- En esas canciones había un aliado secreto: el letrista. Era un reconocido artista y sociólogo llamado Roberto Jacoby, que había pasado por el Instituto Di Tella y que había escrito un libro sobre el Cordobazo. “Jacoby le da un filo político, estético y erótico a las letras de Virus; le da toda clase de refinamiento”, dice Riera. “Fijate la polisemia absoluta de ‘Todo lo sólido se esfuma’, la frase que inicia el Manifiesto Comunista, en la canción ‘Polvos de una relación’, de Superficies de placer. Es un ejemplo del aporte de Jacoby a la multiplicidad de sentidos que tenían las canciones de Virus”.
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¿Qué fueron los ’80? ¿Por qué son tan poderosos, incluso hoy? Se lo pregunté a José Esses, quien junto a Dalia Ber publicó el libro Los 80: La década, que es un recorrido cultural, social y político. Me respondió:
“Así como no hay una sola forma de ser argentino tampoco hay una sola década de los 80. Cada uno tiene su recorte, su golosina preferida, su película, su banda, su galán, y hay para elegir, en todo sentido: del asesinato de Lennon (1980) a la caída del muro de Berlín (1989), de Videla a Menem, de Mau Mau al Parakultural, del Festival de la Solidaridad Latinoamericana (1982, pro Malvinas) a Amnesty (1988), de los Cazafantasmas al Batman de Tim Burton, hasta Seinfeld o Los Simpsons. Todo está guardado en los ochenta".
“La recomposición ochentosa (de Graduados a Stranger Things) nos trae de nuevo a manosantas, mannequins, cortes de luz, parques de diversiones y boliches. La democracia pudo restablecerse en los últimos veinte días de 1983; los casi cuatro años anteriores, llenos de muerte, devaluaciones y represiones de todo tipo, esconden historias menos glamorosas, divertidas o exitosas que las vinieron después. Allí están enterrados, escondidos, negados, los tesoros de los que viven aquellos que se animan a romper el sentido común y el tic generacional. Los ochenta nunca se van, por el contrario, están acá”.
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En 1989, Eduardo Berti —hoy novelista radicado en Francia; en ese entonces periodista de Página 12 y de la revista El Porteño— publicó Rockología, un libro ambicioso sobre el rock de los ’80 con una mirada transversal sobre su cultura y su industria. Ahora aparece la cuarta versión (¡!) de ese libro. “Es un documento de época y desde una época”, escribe en el cuarto prólogo. Del legendario Rockología tomé estos textuales de nuestros viejos héroes rockeros ochentosos:
- “Las canciones están llenas de imágenes que se van uniendo en una historia. Yo trabajo así, como si estuviera viendo un video […] No me banco a los más intelectualosos, que agarran una lupa para estudiar mis letras, ni al boludito al que no le importa nada; la normalidad está entre ambas actitudes” — Gustavo Cerati.
- “Ser under no es una meta, sino una circunstancia. Recordemos que el origen de esta vocación es el cabaret político, que surgió en épocas de gran opresión” — Indio Solari.
- “Se imagina viejo, sí, pero canchero, piola, rodeado de un harén de varias edades, para todos los gustos, y también se imagina tranquilo en una casa, con una mujer y un hermanito de Miguel” — Eduardo Berti sobre Charly García.
- “Nosotros decimos que fuimos punks, pero que ya se nos pasó” — Pil Trafa, Los Violadores.
- “A veces creo que va a dejar de existir el disco, van a inventar nuevos instrumentos, alguien descubrirá una música totalmente extraña, pero el rock & roll va a seguir existiendo” — Juanse, Ratones Paranoicos.
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Hernán Casciari escribió un fabuloso cuento sobre el gol ochentoso en el que Maradona desparramó al equipo inglés. Se titula “10.6 segundos” y empieza así: “Menos de once segundos antes, cuando el jugador argentino recibe el pase de un compañero, el reloj en México marca las trece horas, doce minutos y veinte segundos”. Casciari lo leyó y lo subió a Twitter la semana pasada, en el aniversario del gol.
“Antes los libros empezaban con cuatro páginas describiendo la casa donde iba a transcurrir la historia”, nos contó el último martes, en un encuentro con 85 suscriptores de esta newsletter. “La gente tenía tiempo para leer. Hoy no podrías hacerlo, sos un loco si intentás hacerlo, un insensato. Me parece que tiene que ver más con la sensatez de saber quién está del otro lado, cuánto tiempo tiene y dónde está”.
Fue en “Un Café con Hernán Casciari”, la tercera edición del espacio en el que todos los meses invitamos a referentes de distintos rubros para conversar con miembros co-responsables. Casciari respondió preguntas, contó cómo cambió su vida después del infarto que tuvo, cómo se adaptó a las nuevas plataformas, cómo trabaja la creatividad y cómo es que tiene una relación tan personal con sus lectores.
? Si querés ver el video completo ?, hacé click acá.
Si no pudiste estar y seguís a Casciari, te cuento que…
- Vendió los derechos del libro El mejor infarto de mi vida a Disney para una serie.
- Está produciendo la película La uruguaya, basada en la novela de Pedro Mairal.
- En octubre Pampa Films rodará Más respeto, que soy tu madre, basada en su libro.
- De lunes a sábados, de 9 a 19 horas, está abierta su librería en Mariano Acha 2513, Buenos Aires. Una vez por semana él da el presente sin que nadie lo sepa y sorprende a sus lectores. Te podés asomar a sus libros en este link.
Hoy mencionamos 4 libros en SIE7E PÁRRAFOS:
1⃣ Virus: Una generación, de Daniel Riera y Fernando Sánchez.
2⃣ Los 80: La década, de José Esses y Dalia Ber.
3⃣ Rockología: Documentos de los 80, de Eduardo Berti.
4⃣ El mejor infarto de mi vida, de Hernán Casciari.
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [sieteparrafos@redaccion.com.ar] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
- Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos,
Javier