El Diario de Ana Frank se publicó en junio de 1947. Durante décadas fue un texto sagrado sobre la esperanza y el horror; un texto intocable. Pero ahora, tanto tiempo después, hay novedades: la historia se mueve.
“Seguramente”, propone la autora estadounidense Dara Horn, “no queda nada más que decir sobre Ana Frank, excepto todo lo que queda por decir sobre ella: todos los libros que nunca vivió para escribir”.
Plus: vamos a la FED y al Borgespalooza.
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Muchos tienen la idea de que el Diario de Ana Frank —que es uno de los documentos testimoniales más importantes del Holocausto— es solo uno, pero en realidad el trabajo de Ana es más amplio, leo en la web de Anne Frank House. Ana, una niña judía alemana de 13 años, había recibido el 12 de junio de 1942 un diario para su cumpleaños. En su primera entrada, escribió que esperaba poder confiar todo en esas páginas.
Ana llevó consigo su diario cuando la familia se escondió en la casa de atrás de la fábrica de la calle Prinsengracht 263, en Ámsterdam. Fue una de las primeras cosas que empacó. La última vez que escribió en ese cuaderno fue el 5 de diciembre de 1942, cinco meses después. El diario aún no estaba completamente lleno: todavía había varias páginas en blanco y más tarde agregó algunos textos aquí y allá. Aparentemente, Ana consideraba que su diario estaba lleno y pasó a escribir en otros cuadernos, que recibió de su hermana Margot y de sus vecinos protectores. La última entrada del diario fue del 1º de agosto de 1944, tres días antes del arresto.
Pero Ana había escrito mucho más: 34 cuentos cortos; un cuaderno de frases y pasajes que copiaba de los libros que leía en su escondite; La vida de Cady, un proyecto de novela; y La casa de atrás, un proyecto de libro sobre el período en el escondite, basado en los textos de su diario.
“Me parece que lo mejor de todo es que, lo que pienso y siento, al menos lo puedo escribir; de lo contrario, me asfixiaría completamente”, anotó el 16 de marzo de 1944. Soñaba con convertirse en una escritora o periodista famosa y aunque de vez en cuando dudaba sobre su talento, igual quería escribir.
- La policía descubrió el escondite el 4 de agosto de 1944… Hasta el día de hoy, no se sabe cómo. Después del arresto de Ana y de otros siete escondidos, las vecinas protectoras Miep Gies y Bep Voskuijl encontraron los textos de Ana en la Casa de atrás. Miep los guardó en un cajón para devolvérselos alguna vez. Cuando se enteró de que Ana murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen en 1945 —a los 15 años—, le entregó todo al padre, Otto Frank.
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En enero de este año, un libro titulado Het verraad van Anne Frank (La traición a Ana Frank), de la canadiense Rosemary Sullivan, identificó a una persona sospechosa de haber traicionado a Ana Frank y a su familia para entregarlos a los nazis. Un equipo de investigadores, entre los que se cuenta un exagente del FBI, señaló a Arnold van den Bergh, una figura de la comunidad judía en Ámsterdam.
El equipo pasó seis años investigando el caso. Utilizó técnicas de investigación modernas, como algoritmos, que permitieron hacer conexiones entre distintas personas y lugares, algo que —dicen, pero… mmmm…—hubiera tomado “años” si se hubiera hecho manualmente.
“Cuando Van den Bergh perdió toda la protección que lo había eximido de tener que ir a los campos, tuvo que proporcionar algo valioso a los nazis con los que había tenido contacto para que él y su esposa quedaran a salvo”, le dijo Vince Pankoke, el exagente del FBI, al programa 60 Minutes.
- Pero la investigación fue muy criticada. Muchos historiadores señalaron errores fácticos; la editorial holandesa del libro se disculpó y anunció que no imprimiría una segunda edición hasta que el equipo investigador hubiera aclarado dudas. John Goldsmith, presidente del Fondo Ana Frank con sede en Basilea, dijo al diario suizo Blick que la investigación “no contribuye a encontrar la verdad, sino a la confusión y también está lleno de errores”.
Después de dos meses, la editorial indicó que ya no publicaría el libro debido a las dudas sobre sus hallazgos. “Hemos decidido que, con efecto inmediato, el libro ya no estará disponible", dijo el editor Ambo Anthos.
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Hace menos de un año, la autora estadounidense Dara Horn lanzó un libro provocador, inteligente y duro (atención, editores en español ?): People Love Dead Jews (La gente ama a los judíos muertos).
“Es más fácil lamentar a Ana Frank que tolerar la existencia del Estado de Israel”, es su foco, según una crítica del escritor Matti Friedman. “Horn aborda el tema con una comprensión profunda de la historia y un compromiso personal con la tradición judía viva, con un sentido del humor tradicional que aparece de vez en cuando, y también, refrescante y necesariamente, con ira”, escribe Friedman.
Leí People Love Dead Jews hace poco de un tirón y me quedé pensando mucho sobre, bueno, qué significa ser judío. Pero yendo al punto de Ana Frank, hay un capítulo entero, con ideas nuevas, dedicado a ella.
Algunas líneas (la traducción es mía):
- “Seguramente no queda nada más que decir sobre Ana Frank, excepto todo lo que queda por decir sobre ella: todos los libros que nunca vivió para escribir. Porque ella era sin duda una escritora talentosa, poseía tanto la habilidad como el compromiso que requiere la verdadera literatura. […] El diario de Frank no fue obra de una ingenua, sino de una escritora que ya planeaba su futura publicación. Frank había comenzado el diario de forma casual, pero pronto percibió su potencial.”
- “… los editores han dado a entender que a través de su fama póstuma, se lograron sus sueños de escritora. Pero cuando consideramos sus ambiciones reales de escritora, es obvio que sus sueños fueron de hecho destruidos, y que la escritora que habría surgido de la experiencia de Frank no se parecería en nada a la escritora que la propia Frank originalmente planeó convertirse.”
- “El problema con esta hipótesis sobre la adultez inexistente de Frank no es solo la imposibilidad de saber cómo podría haberse desarrollado la vida y la carrera de Frank. El problema es que todo el atractivo de Ana Frank para el mundo en general, a diferencia de aquellos que la conocieron y la amaron, radica en su falta de futuro.”
- “Hay una facilidad exculpatoria para abrazar a esta ‘jovencita’, cuyo asesinato es casi tan conveniente para sus muchos lectores entusiastas como lo fue para sus perseguidores (…) Una Ana Frank que viviera podría no haber querido representar a ‘los niños del mundo’, en particular ya que gran parte de su diario está preocupado por que la tomen en serio, que no la perciban como una niña. Sobre todo, una Ana Frank que viviera podría haber contado a la gente lo que vio en Westerbork, Auschwitz y Bergen-Belsen, y a la gente podría no haberle gustado lo que tuviera que decir.”
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Dara Horn, la autora de People Love Dead Jews, dijo en una entrevista que no quería escribir este libro, pero que sintió que no tenía otra opción. Lo escribió como respuesta al aumento del antisemitismo en todo el mundo, que también se vio en los Estados Unidos.
“Mi libro no trata realmente sobre el antisemitismo en la forma en que la gente suele pensar en él”, dijo. “Se trata del papel que juegan los judíos en la imaginación del mundo no judío. Se trata de las formas en que las sociedades no judías prestan atención a los judíos muertos. Estas sociedades cuentan historias sobre judíos muertos que las hacen sentir mejor consigo mismas, al tiempo que borran y degradan a los judíos vivos”. Una vez que Horn notó este patrón, dijo, ya lo vio en todas partes.
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Cambiamos de tema. Vuelve la Feria de Editores (FED): se realizará el 5, 6 y 7 de agosto, de 14 a 21 en el C Complejo Art Media, en avenida Corrientes 6271.
La FED es un evento anual que, desde su primera edición realizada en 2013, fomenta el encuentro cara a cara entre las y los lectores, y quienes editan.
- Este año, habrá más de 280 sellos y charlas con la autora mexicana Margó Glantz; la filósofa, socióloga y teórica jurídica eslovena Renata Salecl; la especialista canadiense en urbanismo y género Leslie Kern; y desde Brasil la escritora feminista y crítica literaria Amara Moira.
Además, serán parte María Negroni, Betina González, Eugenia Almedia, Luisa Valenzuela, Julián Gorodischer, Liliana Villanueva, Luis Gusmán, Liliana Viola, Inés Ulanovsky, Alexandra Kohan, Luis Chitarroni, Melina Pogorelsky, Julia Coria, Guillermo Piro, Paula Puebla y Patricio Foglia, entre otros.
Y se entregará el Premio a la labor librera, con 350.000 pesos para comprar libros en la FED y un 50% de descuento en los stands adheridos. El año pasado lo ganó la librería El gran pez, de Mar del Plata. El objetivo es reconocer el trabajo de las librerías de todo el país más allá de la venta de libros, es decir, focalizando en las tareas de difusión y dinamización del pensamiento y la literatura.
Más info: click acá.
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Y… el Borgespalooza se realizará presencial en el Centro Cultural San Martín. Es el ciclo que organiza el periodista Daniel Mecca. Será el 20 y el 21 de agosto, con Luis Gusmán, Sylvia Iparraguirre, el actor Peto Menahem, y el ensayista y traductor Jorge Fondebrider.
“Desde su origen en 2020, el #BorgesPalooza busca acercar a Borges a una nueva generación de lectores, pensando su obra desde múltiples ángulos, sacando solemnidad a su figura que muchas veces lleva la marca de un acto de fe. Se parece mucho a lo que el propio escritor decía de los libros clásicos: a Borges se lo lee ‘con previo fervor y misteriosa lealtad’”, explicó Mecca a Télam.
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [sieteparrafos@redaccion.com.ar] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
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Nos vemos por ahí,
Javier