Solo hay que pensar en las 9 horas y 19 minutos diarias que, de media, pasamos en nuestros puestos de trabajo, donde convivimos con compañeros y compañeras, clientes, jefes, representantes o proveedores, para entender la relevancia del trabajo en equipo.
Por si fuera poco, en los últimos años hemos asistido a diferentes acontecimientos que han revolucionado el trabajo en equipo y la colaboración: desde la globalización y la mezcla de culturas laborales, pasando por la súbita llegada (con el confinamiento) del teletrabajo, el trabajo no lineal o, más recientemente, el asentamiento de la inteligencia artificial y otras tecnologías punteras.
Este panorama está obligando a las empresas y a los departamentos de recursos humanos a priorizar la búsqueda de nuevas formas de trabajar en equipo para hacerlos más eficientes, mejor comunicados y más humanos. En definitiva, para tener éxito. Al promover la colaboración para la consecución de objetivos surge la denominada colaboración 4.0.
¿Cómo aprovechar este paisaje para potenciar el trabajo en equipo?
Hay cuatro pautas que pueden resultar útiles en este escenario:
- (Re)conoce a tu equipo: Aunque parezca obvio, la colaboración necesita del reconocimiento de los otros, de aquellos que también conforman el equipo de trabajo. La máxima del líder debe ser: “Ellos no son sin ti pero tú no eres sin ellos”. El equipo de trabajo está conformado por un grupo de personas con conocimientos y habilidades valiosas, con una trayectoria profesional de aprendizajes y retos superados. ¿Conoces esas cualidades y recorridos diversos, múltiples y heterogéneos? Resulta fundamental sacar el máximo partido a esa pluralidad, pues cada miembro del equipo es único, tanto en sus aportaciones como en sus necesidades.
- Mantente humano: Si conocer y reconocer a los y las colaboradoras es importante, no lo es menos permanecer humano. Y es que la cualidad fundamental de los colaboradores debe ser reconocerse en unión con los demás. Vivimos en sociedad y, por tanto, debemos reconocer abierta y explícitamente la necesidad que tenemos de los demás para trabajar, para disfrutar o para vivir. No somos nadie sin los demás.
- Tecnología: ni buena ni mala pero tampoco neutra: Si algo hemos aprendido de la súbita implementación del teletrabajo, de las videollamadas o del chatGPT, es que la tecnología no nos va a destruir pero tampoco vendrá a salvarnos. Por tanto, sus bondades dependerán de los usos que le demos y de nuestra capacidad creativa. Esto se aplica al trabajo colaborativo y en equipo. La tecnología nos ha acercado a clientes de otros países y territorios donde las relaciones, los valores o prioridades pueden ser distintos a los que conocemos. También ha automatizado tareas que antes necesitaban de un ingente número de personas y, mediante el teletrabajo, desafiado los modos en que nos relacionamos con los y las compañeras.
- Delega y vencerás: Si algo nos permite la tecnología en cuanto a la colaboración 4.0, es la posibilidad de automatizar la gestión y la planificación de las tareas más repetitivas o administrativas. Así, el líder puede centrarse en cuestiones como la escucha activa, la participación por diferentes vías, la mayor recogida y análisis de información, y también poner en el centro otros modos de trabajo, que tomen en cuenta la conciliación, el cuidado o el enfoque de género. Y de paso, se puede contribuir a la justicia social mediante, por ejemplo el cumplimiento de algunos de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030, como la igualdad de género, el trabajo decente o el crecimiento sostenible.
En síntesis, podemos decir que el trabajo colaborativo es más necesario que nunca. La tecnología y la cuarta revolución industrial solo enfatizan esta necesidad, tan valorada por las empresas y que desafía las concepciones clásicas sobre el trabajo individual del eslogan neoliberal del empresario hecho a sí mismo y la competencia desenfrenada.
Enrique Baleriola Escudero, Profesor Lector en Psicología Social y del Trabajo, UOC - Universitat Oberta de Catalunya
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.