En abril comenzó a funcionar en Argentina una herramienta que puede ayudarnos a saltar la grieta. Se llama Mi País Conversa, y es la edición local de My Country Talks, una plataforma que ya se usó en más de 30 países para fortalecer la cultura democrática. La versión argentina es la primera en América Latina y español y nos permite, mediante un algoritmo, conectarnos con personas que piensan distinto y concretar un diálogo.
¿Qué se busca con esta plataforma?
“El objetivo es combatir la resignación ciudadana y la polarización, generando una conversación entre dos personas que piensen de manera diferente. Es una herramienta para ejercitar y fortalecer la democracia, que incluye participar, informarse, escuchar y conversar por parte de la ciudadanía”, explican en el sitio web del proyecto.
¿Cómo funciona?
En este sitio respondés sí o no a 5 preguntas sobre economía, política y sociedad, temas de agenda del país y preguntas generales sobre intereses personales. Un algoritmo identifica a otra persona que contestó de manera opuesta. Y propone un encuentro entre ambos, presencial o virtual, para la última semana de abril.
¿Por qué puede ser una herramienta útil?
“La democracia sufre de dos grandes problemas: la resignación y la polarización (‘grieta’). Una, implica que no hay margen para cambiar las cosas; la otra, divide a la ciudadanía. Ambas afectan la cultura democrática”, argumentan desde Mi País conversa. Y destacan que “la democracia refiere, además de a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, a un grupo de hábitos, valores y costumbres, tales como: participar, informarse, escuchar, reflexionar y conversar por parte de la ciudadanía”.
Escuchamos a menudo que uno de los grandes problemas de la sociedad argentina es la grieta política que creció a lo largo de los últimos años. Una brecha ideológica entre bandos, que parece encapsular a las personas en sus posturas y dificultar diálogos constructivos.
“Hay experimentos que muestran que cuando la gente conversa solamente con los que piensan igual sus opiniones se vuelven más extremas y homogéneas. Pero para tener una democracia saludable ¿no necesitamos que los que piensan distinto logren conversaciones amplias, honestas y profundas?”, se preguntaba Guadalupe Nogués en una famosa charla TED.
En una nota, ella me contó lo importante que es construir diálogos “en donde cada uno tenga el propósito de comprender y no de convencer”. Y que muchas personas que parecen ubicarse en extremos ideológicos opuestos (de política o de cualquier tema) suelen tener más puntos en común de los que piensan.
Como sea, conversar con quienes piensan distinto es enriquecedor. Estudios psicológicos señalan que tendemos a juntarnos solo con quienes comparten nuestras ideas y que esto nos llena de sesgos y limita nuestra creatividad.
¿Quiénes impulsan en Argentina My Country Talks?
En Argentina, el proyecto es impulsado por la Fundación Bunge y Born (https://fundacionbyb.org/) con My Country Talks, una iniciativa de origen alemán. Además,colaboran y acompañan la Universidad Tres de Febrero, Universidad Torcuato Di Tella, Ashoka, Cenital y la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI).
¿Cómo nació My Country Talks?
“¿Cómo podemos resetear la conversación en relación a las divisiones políticas?”. Esta fue la pregunta que se hicieron en la redacción del medio alemán ZEIT ONLINE en 2017. Desde entonces, han desarrollado distintos programas para fomentar las conversaciones. My country talks es el nombre de su programa pionero, que busca llevar a ciudadanos al debate sobre temas de impacto nacional. También cuentan con una versión similar (My city talks) para romper con la polarización con temas que impactan a comunidades más pequeñas. Y han desarrollado un programa para fortalecer comunidades en temas de nicho, en el cual trabajan junto a ONG (My community talks).My Contry Talks Han replicado su modelo en distintos países y logrado que 200.000 personas con visiones políticas distintas conversaran, además de impulsar a docenas de periodistas a contar estos encuentros que fortalecen la democracia.