El atentado contra CFK lleva al siguiente nivel la confrontación en la Argentina. Todavía en shock, miembros de uno y otro bando buscan confirmar sus prejuicios y justificar sus posiciones políticas. Un escenario en el que, si no se puede aspirar a generar grandes cambios, al menos cabe intentar entender mejor lo que sucede.
Este envío de COMMS llega un día más tarde de lo habitual por un inconveniente surgido ayer. Disculpas por eso.
Compartí esta newsletter o suscribite
1
Sesgos. Cerca de las 9 de la noche del jueves 1 de septiembre, cuando Cristina Kirchner entraba en el edificio donde vive, rodeada por una multitud militante, el brasileño Fernando André Sabag Montiel logró acercarse a menos de un metro y le gatilló apuntándole a la cara con una Bersa calibre 32. La pistola tenía cinco balas en el cargador pero ninguna en la recámara. El destino, la mecánica o la impericia del atacante no quisieron que saliera el disparo. CFK salió ilesa del ataque (se enteró varios minutos más tarde de lo que había pasado) pero parte de la dirigencia argentina encontró el pretexto perfecto para pasar a la fase siguiente de desmesura y confrontación.
Decía Ortega y Gasset que los pueblos jóvenes, como la Argentina, tendían a caer en la inflación lingüística. Hiperbólicos, conspiramos sin darnos cuenta contra nuestra propia credibilidad cuando llamamos desplome a un descenso, estallido a un conflicto o embestida a un simple desacuerdo. A veces la política baja a ese mismo barro: Wado De Pedro dijo que no se trata de “un loco suelto ni es un hecho aislado: son tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a los discursos violentos” y Axel Kicillof, Gabriela Cerruti y otros interpretaron que el ataque a CFK fue “un atentado a la democracia”. De la exageración a la falsedad hay un paso. Y a veces ni siquiera uno.
A pesar de los riesgos que conlleva, el exceso tiene sus adeptos por razones de las que no siempre hay plena conciencia:
- Sesgo de diferenciación. La exageración acentúa los contrastes: pone la realidad en términos de blanco o negro, bueno o malo, amigo o enemigo, y nuestro cerebro siente que de algún modo vuelve a casa. El homo sapiens lleva diez mil años entendiendo la realidad según la oposición peligro-placer y eso nos trajo hasta acá con algún éxito. De ahí nuestra atracción ancestral por los héroes inmaculados y los villanos malvados. El gris es un invento moderno que nos acompaña desde hace pocas generaciones. No siempre estamos cómodos con él.
- Sesgo de confirmación. El atentado contra CFK ya es lo suficientemente grave en sí mismo, pero nos sentimos mejor si le asignamos además un valor apocalíptico o conspirativo: así confirmamos nuestros prejuicios. Sus seguidores confirman que los gorilas odian a Cristina al extremo de quererla matar. Sus detractores, en el otro extremo, confirman que quien siembra vientos cosecha tempestades, y que Sabag Montiel solo reaccionó —con el exceso de un desequilibrado mental, es cierto— a la aversión que provoca CFK con sus dichos y actitudes. Y los antigrieta confirman que la confrontación política nos está llevando a la locura colectiva. Así, todos celebran que tienen razón.
- Sesgo de justificación. Si la confirmación del prejuicio aporta claridad conceptual, la justificación aporta satisfacción moral. No basta con tener razón: hay que corroborar que el otro bando está formado por odiadores porque eso justifica mi rechazo hacia ellos. Si el otro no solo se equivoca, sino que además es malo, puedo sentirme bueno por estar en el bando opuesto. Y confirmar que somos parte de la tribu correcta produce un subidón de oxitocina irresistible. Nada más primitivo.
A la vez que algunos se preparan para la confrontación porque “si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”, circulan ahora reportes de social listening que muestran que buena parte de la población cree que el atentado fue una puesta en escena del kirchnerismo: otra vez los tres sesgos que hacen improbable que alguien modifique su modo de pensar. Está en juego la propia identidad. Y con eso no se juega.
2
Tres preguntas a Tim Ferriss. Es un empresario, inversor, conferencista y podcaster estadounidense. Es el autor, entre otros libros, de The 4-Hour Workweek, Tools of Titans y Tribe of Mentors.
¿Qué te llevó a interesarte por los estoicos?
Estaba en el último año de la universidad cuando decidí que iba a suicidarme. Estuve muy cerca de hacerlo, y si no lo hice fue por una serie de coincidencias afortunadas. Después de eso, me volví muy metódico buscando maneras de manejar mis altibajos emocionales, porque sufro de trastorno bipolar. La mayoría de las personas tienen entre 6 y 10 episodios depresivos en su vida. Yo tuve hasta ahora más de 50, y me enseñaron mucho. Puedo compartir cómo evitar la autodestrucción y la parálisis, y lo que me ayudó incluso a tomar buenas decisiones de negocios (pero eso es secundario). Mi receta es el estoicismo. Sé que suena aburrido pero no lo es. Bill Belichick, el entrenador de los Patriots, que tiene el récord de triunfos en el Super Bowl, extendió la filosofía estoica como medio para entrenar la mente en la NFL, con resultados extraordinarios. Y los padres fundadores Thomas Jefferson, John Adams y George Washington, por nombrar solo tres, fueron grandes estudiosos del estoicismo. Washington llegó a escribir Cato, una tragedia, una obra inspirada en la filosofía estoica para mantener motivadas a las tropas en Valley Forge. Y funcionó.
¿Qué aplicación práctica le encontraste al estoicismo?
El tema parece muy académico pero yo propongo pensarlo de una manera diferente: como un sistema operativo para tener éxito en entornos de alto estrés, para tomar mejores decisiones. Lo importante es enfocarse en distinguir lo que puedes controlar de lo que no, y luego hacer ejercicios para concentrarse exclusivamente en lo que puedes controlar. Eso reduce la reactividad emocional y puede convertirse en un superpoder. Descubrí una cita de Séneca el Joven, un famoso autor estoico, que dice: “A menudo, sufrimos más en la imaginación que en la realidad”. Esto me llevó a probar un ejercicio , la premeditación de los males (“premeditatio malorum”). Se trata de una previsualización del peor de los escenarios que temes, que te impide actuar. Hacer una lista de lo que puede salir mal, y otra de lo que puedes hacer para evitarlo o al menos atenuarlo. Y una tercera de cómo podría repararlo, si saliera mal. Ahí aparecen múltiples soluciones. Y una pregunta que muchas veces motiva: “¿Alguna vez alguien menos inteligente o menos motivado salió de un problema así?”. Lo más probable es que la respuesta sea: sí.
¿Cómo se completa el ejercicio?
Se completa con una segunda y una tercera página. La segunda página tiene otra lista: ¿cuáles serían los beneficios de un intento o un éxito parcial? Seguramente aparecen ahí ganar confianza o desarrollar habilidades. Y otra lista más: ¿y los beneficios de que saliera bien o muy bien? Y una tercera página en la que consigno: ¿cuáles son los costos de la inacción? Somos buenos para imaginar lo que podría salir mal, pero no solemos poner en la balanza el costo de mantener el statu quo, de dejar las cosas como están. Y esto aplica a la vida profesional y también a la persona, por supuesto. Una manera de verlo es: “¿Si esquivo esta decisión cómo podría ser mi vida en seis meses, en un año, en tres años?”. Más allá de eso, el tiempo parece intangible... Este tipo de ejercicios me sacó de la parálisis, hizo que me animara a tomar decisiones que me aterraban, y no ocurrió ningún desastre. En mi caso, me animé a dejar mi negocio por un mes por vacaciones (creía que todo se hundiría sin mí), acabé extendiendo mi viaje (eso fue la base de mi primer libro) y hoy tengo el ejercicio de poner mis miedos bajo una lupa para conjurarlos y salir adelante.
Las tres preguntas a Tim Ferriss se tomaron de la presentación “Why you should define your fears instead of your goals”, dada originalmente como un TED Talk. Para acceder a la charla completa, podés hacer click acá.
3
Distinguir. El atentado contra Cristina Kirchner generó múltiples análisis de todo tipo. Hernán Iglesias Illa desafía en este artículo dos ideas que, sin que las respalden evidencias, se instalaron prácticamente como inobjetables entre algunos analistas políticos y periodistas: que el ataque a CFK es un ataque a la democracia y que el clima de polarización que vivimos los argentinos es responsable, de algún modo, de que Sabag Montiel empuñara un arma e intentara matar a la vicepresidenta. Sin minimizar la gravedad del ataque, Iglesias Illa aporta claridad conceptual al problema: la democracia no es una persona, y en todo caso está en peligro cuando quien gobierna restringe “libertades civiles, avanza sobre otros poderes o usa el Estado para su propio beneficio”, por ejemplo. Una voz a la que prestarle atención, con independencia de su adscripción partidaria.
4
Academia. Las estrategias de PR, además de impactar en públicos externos, tienen un efecto en los colaboradores de las organizaciones. Este estudio de Cen April Jue examina cómo las percepciones de los empleados sobre el uso de estrategias de relaciones públicas de puente y amortiguamiento de las organizaciones afectaron sus respuestas positivas al cambio organizacional. A partir de dos marcos teóricos —la teoría del intercambio social y la gestión estratégica de las relaciones públicas—, el estudio probó que las propuestas de comunicación proactiva generaron cambios organizacionales positivos, con apertura al cambio, mientras que las defensivas, con ocasión de algún desafío o ataque externo, no.
5
Oportunidades laborales
Estée Lauder mantiene abierta la búsqueda de Digital Commerce and Marketing Coordinator.
Michael Page busca Gerente de Marca.
Radio Mitre abrió la búsqueda de Comunicación Interna JR.
Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a comms@redaccion.com.ar
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
Podés leer todas las ediciones de Comms en este link.
Con apoyo de
Media Partner
* El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país. *