Grupos ecologistas empiezan a cambiar su estrategia clásica de reclamo y compran acciones de las compañías para poder influir en sus decisiones desde adentro. Casos aislados, por ahora, que podrían obligar a algunas empresas a acelerar sus procesos de transformación.
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Caballo de Troya. Hace diez años, un guionista de Hollywood se habría llevado un Oscar por imaginar una historia en la que un grupo ecologista, en lugar de boicotear a una petrolera desde afuera, compra parte de ella para transformarla desde adentro. Tarde: ya está pasando en la vida real. A mediados de 2021, Engine No.1, un fondo de inversiones ambientalista, después de adquirir acciones de Exxon Mobile, logró imponer tres miembros en el directorio. Contaba con el apoyo de otros accionistas a los que alineó con argumentos de rentabilidad en el largo plazo. Ahora tienen influencia en las decisiones más estratégicas de la compañía.
Unos meses después, ClientEarth, una organización especializada en derecho ambiental, accionista minoritaria de Shell, demandaba a 13 miembros de su directorio por “fallar en prepararla adecuadamente para la transición energética”, en supuesto incumplimiento de lo que establece el UK Companies Act y el Acuerdo de París. Como en el caso de Engine No.1 con Exxon Mobile, las razones que esgrime ClientEarth no son de tipo ambiental, sino de negocios: que se estarían comprometiendo los objetivos financieros de largo plazo por atender a los inmediatos. El caso está en manos de los jueces.
Con independencia de si las razones de Engine No.1 y ClientEarth son válidas o no, estos casos recuerdan tendencias a las que conviene prestar atención:
- Capital. El mercado, desde hace tiempo, trata mejor a las compañías con una agenda sustentable robusta. Los organismos multilaterales de crédito, además, no sueltan un dólar a quien no considere el triple bottom line: impacto económico, social y ambiental. Y ya se sabe: sin crédito, no hay crecimiento.
- Talento. Las organizaciones son las personas que trabajan en ellas. Las más talentosas sólo se quedan si sienten que ahí pueden concretar sus propósitos vitales más profundos. Si no, se van. Por eso el desafío de encontrar respuesta a la pregunta: ¿cómo es que esta empresa contribuye a mejorar el mundo? Su futuro se juega ahí.
- Mercado. Cada quien tiene su estrategia comercial y hay públicos para todos los gustos. Lo seguro es que las compañías que venden a gran escala sólo sobreviven el mediano plazo si entienden la sensibilidad de la época: igualdad, diversidad, ambiente de trabajo seguro, cuidado ambiental... Lo que se sale de esa agenda incrementa el riesgo reputacional y, a la larga, reduce las ventas.
- Regulación. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, antes o después, impactan en la legislación local. En la Argentina, ya se tradujo en el Acuerdo de Escazú. Y es sólo el comienzo. No hay magia: el camino es anticipar el marco regulatorio e implementar estrategias de lobby para que el legislador conozca a tiempo los desafíos del sector que regula.
Los guionistas de Hollywood quizá deban imaginar ahora a directores de compañías globales contratando abogados para que los defiendan de nuevas acusaciones. Y a expertos en PR procurando moderar el daño reputacional, porque los juicios no sólo se definen en la corte, sino también en Twitter (o donde sea). Coca-Cola y pochoclos para todos.
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Tres preguntas a Finnegan “Finn” Harries. Es un activista, comediante y bloguero británico. Junto a su hermano gemelo Jack, contribuyeron con éxito a instalar en la opinión pública debates sobre temas como la salud mental y el cambio climático.
- ¿Cómo empezaste a interesarte por el cambio climático?
Por años puse al cambio climático como un tema nada relevante para mí, hasta que en la universidad tuve que hacer un trabajo sobre cómo salvar a la ciudad de la inundación por el aumento del nivel del mar, y eso me impactó mucho. Todavía pienso en eso y me pregunto si seremos la generación que dedica todos sus esfuerzos a tratar de remediar los desastres ambientales que generamos los seres humanos. Y esa experiencia, más lo que leí de ambientalistas como Bill McKibben y académicos como Jerry Rifkin, fueron el catalizador que me empujaron a actuar, a tratar de entender qué causa el cambio climático y, más importante, qué podemos hacer individualmente para impactar positivamente en esto. Así llegué a enterarme sobre esa reunión que organizaba Al Gore en Cedar Rapids, Iowa, donde se planteaba el objetivo de entender el problema y proveer las herramientas a los participantes para liderar a sus comunidades en relación al tema. Lo que vi ahí me hizo explotar la cabeza. Me llenó de optimismo comprobar que hay una generación dispuesta a inspirar a otros para cambiar sus conductas a gran escala.
- ¿Qué se puede hacer para impactar positivamente en el desafío del cambio climático?
La respuesta es simple. Se trata de tres cosas. La primera es educación. Tenemos que educarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean. Hay que entender lo que dice la ciencia, familiarizarnos con la evidencia sobre el tema. Tuve el privilegio de sumarme a un viaje a Groenlandia organizado por la WWF para registrar con cámaras la rápida reducción que están teniendo las masas de hielo, y ver los registros que se están tomando desde hace más de 20 años. Mi hermano y yo compartimos estas imágenes en nuestro blog, y más de un millón de jóvenes las vieron en pocos días, lo cual tuvo un gran efecto multiplicador. La segunda acción es organizarse, porque el objetivo es global, y sólo se puede lograr escala si uno está organizado. El derecho a la libertad de expresión y a protestar de manera pacífica se ha mostrado eficaz en la lucha contra el apartheid, o en defensa de los derechos de las mujeres. Sumar gente a marchas locales, siempre pacíficas, es una buena manera de darle visibilidad al problema. La tercera acción es liderar, liderar con el ejemplo.
- ¿Cómo se manifiesta este liderazgo?
Todos tenemos la posibilidad de hacer pequeñas cosas que tienen impacto directo y además influyen de manera positiva en las conductas de otros. Mi escuela de diseño logró un acuerdo con la dirección de tránsito de NYC, y nos están permitiendo reemplazar algunos espacios para estacionar autos por unas plataformas de bambú, con mesas y sillas, y macetas de plástico reciclado, donde la gente puede sentarse al aire libre a conversar. Tienen, además, paneles solares para alimentar la iluminación nocturna de estos espacios. El bambú genera 30% más de oxígeno que otros árboles cuando crece y, ya cortado, es enormemente resistente si se lo usa bien. El resultado es que hay más lugar en la ciudad para los transeúntes, a la vez que se disuade de entrar a ciertas zonas a los que van en auto. Estos espacios, que son evidentemente amigables con el ambiente, son además piezas de comunicación: generan condiciones para iniciar conversaciones sobre el cuidado ambiental, y así vamos contribuyendo a una cultura distinta.
Las tres preguntas a Finn Harries se tomaron de la presentación “A Creative Approach to Climate Change”, dada originalmente en el contexto de TEDxTeen. Para acceder a la charla completa podés hacer clic acá.
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Acuerdo de Escazú. Aunque data de 2018, no todos los profesionales de la comunicación y los asuntos públicos conocen detalles sobre este Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, más conocido como Acuerdo de Escazú (se firmó en esa ciudad de Costa Rica). Es el primer acuerdo regional ambiental de América Latina y el Caribe y el primero en el mundo en contener disposiciones específicas sobre defensores de derechos humanos en asuntos ambientales. Fue suscripto por 24 países de América Latina y el Caribe, incluida la Argentina. Clave, por sus implicancias actuales y potenciales en diversas industrias.
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Academia. En 1987, la Comisión Bruntland publicó su informe, Our Common Future, en un esfuerzo por vincular los temas del desarrollo económico y estabilidad ambiental. Este informe proporcionó la definición frecuentemente citada de desarrollo sostenible como “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Este artículo de Rachel Emas analiza esta definición, considera sus componentes y sus implicancias prácticas. Sustento académico para un enfoque de relevancia creciente para las empresas.
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Oportunidades laborales
Dow abrió la búsqueda de Geo Communications Manager Argentina. LINK.
Toptal busca VP of Marketing Operations. LINK.
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¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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