En este #8M quiero referirme a una mujer muy especial, una pionera en varios frentes cuyo nombre de pluma era Nellie Bly.
Se llamaba en realidad Elizabeth Jane Cochran y escribió un libro que se acaba de publicar en español: Diez días en un psiquiátrico (Alquimia). Es un reportaje encubierto sobre las condiciones de vida de las mujeres en el manicomio de la isla de Blackwell, en Nueva York. Año 1887.
Plus: un escritor ucraniano escapa de Kiev y lo cuenta en Twitter.
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“El día 22 de septiembre el New York World me pidió si podía ser internada en uno de los asilos para los insanos en Nueva York, con el objetivo de escribir una narrativa directa y sin barnices sobre el tratamiento de los pacientes, la administración, etcétera”, narra Nellie Bly en su capítulo 1.
“¿Creía yo tener el coraje para atravesar tan penosa experiencia como lo exigía esta misión? ¿Podría asumir las características de la locura a tal grado de poder engañar a los doctores y vivir por una semana entre los orates sin que las autoridades ahí se dieran cuenta de que yo era solo ‘uno entre ellos, tomando notas’? Dije que creía poder hacerlo. Tenía algo de fe en mis propias habilidades como actriz y pensaba que podía fingir locura por el tiempo suficiente para cumplir con cualquier misión que se me encomendara. ¿Podría pasar una semana en el pabellón de los locos en la isla Blackwell? Dije que podía y lo haría. Y lo hice.”
El libro muestra una época en la que la depresión posparto y la epilepsia eran parte de lo mismo: histeria, un diagnóstico falaz que cubría una serie de trastornos de mujeres. La vida en el psiquiátrico, donde se mezclaban personas de todo tipo y condición —y por supuesto muchas, como escribe Nellie Bly, completamente cuerdas— no era demasiado feliz.
Sigue Bly: “Las instrucciones eran empezar con mi trabajo tan pronto como me sintiera lista. Debía hacer una crónica fiel de las experiencias a las que me sometería, y una vez dentro de las paredes del asilo, descubrir y describir su funcionamiento interno, que siempre está escondido por enfermeras de gorras blancas, al igual que por cerrojos y barrotes, lejos del conocimiento del público”.
“‘No te pedimos que vayas ahí para hacer revelaciones sensacionalistas. Escribe sobre las cosas que encuentras, buenas o malas, alaba o critica como creas mejor, y di la verdad todo el tiempo. Pero tengo miedo de esa sonrisa crónica tuya’, dijo el editor. ‘No sonreiré más’, respondí y me fui a ejecutar mi delicada y, como descubrí, difícil misión”.
Nellie Bly se pasó unos días en un hotel de mujeres trabajadoras. Y, fingiendo demencia, logró despertar la preocupación de todas. La policía fue convocada; un juez también. Fingiendo un poco más, nuestra periodista consiguió su primera victoria: ser enviada al hospital psiquiátrico.
- Como dice este artículo de Vox, medio siglo antes de que el “periodismo gonzo” fuera un producto de la imaginación de Hunter S. Thompson, la cronista Nellie Bly ya lo estaba viviendo. Y probaba una cosa no tan obvia en su tiempo: las mujeres eran fuertes, atrevidas y valientes.
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“En 1887, cuando Nellie Bly ingresó a la isla de Blackwell, los asilos en Estados Unidos eran básicamente cárceles”, escribe en el prólogo del libro Ana María Álvarez, a cargo también de la traducción y de las notas.
“Muchas de las que llegaban ahí lo hacían después de ser detenidas por crímenes tan absurdos como ‘vagancia’ o ‘mendigar’. Gran parte de estas mujeres tenían algún tipo de condición psicológica, pero la pobreza o su condición de inmigrantes eliminaban la posibilidad de ser cuidadas por miembros de su familia, si es que la tenían”.
“Su reportaje sobre las condiciones en la institución expuso las injusticias del sistema, especialmente en la negligencia en las admisiones, que se realizaban con el más mínimo de los exámenes médicos. Las páginas de Bly no sólo revelan el trato siniestro que se les daba a las pacientes en lugares como Blackwell, sino también las historias de varias de sus compañeras, poniéndole rostro al sufrimiento de miles de pacientes”.
El reportaje la catapultó a la fama.
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Después de Diez días en un psiquiátrico, Nellie Bly ingresó como obrera en una fábrica de cajas, luego convenció a un congresista de que era la esposa de un farmacéutico y develó a los políticos que aceptaban soborno, y en 1889 se propuso dar la vuelta al mundo en menos de 80 días, y rompió el récord ficcional de Julio Verne: partió el 14 de noviembre y lo hizo en 72 días, 6 horas, 11 minutos.
Durante el desafío, el diario The World publicó artículos cada día y armó un concurso de adivinanzas: quien estuviera más cerca de acertar el tiempo de Bly al dar la vuelta al mundo se ganaba un viaje a Europa. Hubo casi un millón de respuestas.
Bly pasó por Inglaterra, Francia (donde conoció a Verne en Amiens), Brindisi, el Canal de Suez, Colombo (Ceilán), Singapur, Hong Kong y Japón. A través del telégrafo enviaba informes. A través del correo, artículos. Viajaba en barcos de vapor y en trenes, en rickshaws, en caballos y burros, y en Singapur se compró un mono. Así Nellie Bly se convirtió en una superestrella victoriana que causó sensación varias veces. Había comenzado su carrera escribiendo por cinco dólares a la semana y con el tiempo llegó a ganar casi 100 veces más.
En 1895 se casó con un empresario metalúrgico, Robert Seaman. Ella tenía 31 años; él, 73. Una revista se preguntó si era un ejemplo de su “reportaje de acrobacias” en el que Bly fingiría estar casada y luego escribiría sobre ello. Pero no. Vivieron en Nueva York, viajaron por Europa, ella abandonó por algunos años el periodismo, él murió en 1904.
Tras enviudar, Bly se dedicó a administrar las fábricas de su marido, donde mejoró las condiciones laborales. Durante un tiempo fue una de las principales mujeres industriales en los Estados Unidos, pero su negligencia y la malversación del gerente de una fábrica la llevó a la bancarrota. Volviendo a los reportajes, cubrió el frente oriental de Europa en la Guerra Mundial. Bly fue la primera mujer y una de las primeras extranjeras en visitar la zona de guerra entre Serbia y Austria, y fue arrestada unos días cuando la confundieron con una espía británica.
Siguió escribiendo en varios diarios hasta que murió por una neumonía a los 57 años, en 1922 en Nueva York.
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Y sin embargo… “Bly puede ser criticada porque tuvo la idea de ser ella misma un espectáculo”, dijo en una entrevista Jean Marie Lutes, que escribió la introducción de La vuelta al mundo en 72 días: Y otros escritos, una antología con lo mejor de Nellie Bly.
“Fue la forma en la que pudo dejar de escribir sobre jardinería y moda. Quería estar en primera plana, no en las páginas de mujeres; y lo hizo llamando la atención sobre sí misma. Cuando entrevistaba a la gente, hablaba sobre lo que los entrevistados decían de ella”.
“A la vez, los lectores obtenían lo que ella hubiera llamado hechos claros y sin adornos, hechos de su propia experiencia. Y podían decidir lo que pensaban. Para ella, esa experiencia fue valiosa en sí misma. Y creo que Bly tiene mucho que decirles a las mujeres de hoy. Nellie Bly tenía un exceso de confianza. Siempre creyó que podía hacer lo que quería hacer, siempre”.
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Nota aparte para seguir a nuestro guía (por desgracia) en la guerra ruso ucraniana: el escritor Andrei Kurkov, uno de los más conocidos de Ucrania, que la semana pasada tweeteó: “Lo siento, pero parece el comienzo de la Tercera Guerra Mundial”.
Recomiendo seguirlo en Twitter. Ayer, luego de tener que dejar su casa en Kiev llevando consigo a su familia y a sus mascotas (el gato Pepin y el hamster Semyon), escribió:
Ojalá Kurkov pueda regresar pronto a su hogar, lo mismo que los otros dos millones de desplazados ?
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [sieteparrafos@redaccion.com.ar] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
- Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos por ahí,
Javier