Martín Caparrós habla de Ñamérica, su nuevo libro: un libro enemigo de los mitos y de los lugares comunes, que demuestra a lo largo de 671 páginas (a Caparrós siempre le gustó escribir) que este territorio de 20 países y 420 millones de personas es un lugar que de común tiene cada vez menos.
“¿Qué sería lo más porteño? ¿El tango? ¿Esa combinación de músicas españolas y africanas tocada por unos músicos mayormente italianos?”, dice Caparrós. “Si eso no es puro Ñamérica, que vengan y me cuenten”.
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Ñamérica es la nueva gran aventura temeraria y literaria de Caparrós, a quien Roberto Herrscher definió en el diario español La Vanguardia como “el mejor cronista actual de América Latina: un soberbio entrevistador, un viajero dotado de cultura enciclopédica y de una fina ironía”. Ñamérica es, entonces, el desafío con el que ahora este Godzilla de la noficción se ha propuesto retratar una enorme porción del planeta Tierra.
Con El interior —su crónica sobre la Argentina profunda—, Caparrós marcó a una generación a la que fue como si le (nos) dijera: “Atrévanse a contar historias grandes, muy grandes”. Con El hambre —su crónica sobre exactamente eso—, demostró que las palabras podían servir para entender sin eufemismos y más allá de las cifras anodinas los mayores problemas globales. Ahora, con Ñamérica, Caparrós nos lleva a Ciudad de México, a El Alto, a Miami, a Managua, a las etcéteras de estas distintas latitudes: nos guía por el continente que habitamos y que usualmente conocemos poco, aunque no nos demos cuenta.
Pasaron 50 años desde que Eduardo Galeano publicó Las venas abiertas de América Latina y un poco más desde que Pino Solanas filmó La hora de los hornos, y ambos shockearon para siempre a las interpretaciones de esta tierra. Caparrós comprende que los tiempos cambiaron: Ñamérica es la crónica total de estos suelos hoy, de estas gentes hoy, de estos reggaetones hoy. Ñamérica somos nosotros.
Tres citas del libro al paso…
1️⃣ “En América Latina durante tres siglos no hubo patrias, porque un par de patrias lejanas la ocuparon. Y antes que eso no existía América. Mal o bien que nos pese, América como concepto es un invento de esa invasión: la invención de América.”
2️⃣ “Por eso quiero decir Ñamérica: la América que habla con esa letra, que con ella se escribe. Por eso quiero ser ñamericano: somos los que tenemos esa letra en nuestras vidas.
Ñamericanas, digo, ñamericanos, digo,
señoras y señores, niñas, niños:
la gente de Ñamérica.”
3️⃣ “Ñamérica se mueve: siempre se ha movido […] Como en pocos lugares del mundo, somos la mezcla que resultó de cuatro grandes olas migratorias, definidas, precisas. Después vino la quinta.”
… Y ahora, por favor síganme por aquí abajo? Nos espera Martín Caparrós.
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- ¿Cómo es la ingeniería de un gran libro como Ñamérica? ¿Cómo lo planeás? ¿Qué hace falta para construirlo? ¿Cómo sabés cuando ya está listo?
Es una ingeniería en constante movimiento: primero leo, imagino, preparo, voy armando el proyecto. Y entonces pienso qué estructura podría tener el libro, para suponer que sé qué quiero hacer y poder empezar a trabajar, aunque también sé que esa estructura se irá modificando a medida que la vaya llenando de realidad o sea: de textos. Y me gusta ese ejercicio de re-estructurar, ir moviendo fragmentos y conceptos hasta que me parece que encajan de la mejor manera posible. Y sé, en general, que un libro está listo cuando ya tengo muchas ganas de pasar al próximo.
➡️ Leé un fragmento de ‘Ñamérica’, de Martín Caparrós.
- ¿Cuántos viajes demandó Ñamérica?
No sé. Hice siete u ocho especialmente para el libro, pero también usé materiales de muchos otros viajes anteriores que rescaté cuando me parecían pertinentes. Así que ni idea: 30 años de viajes.
- ¿Y cuánto de tu formación como historiador aparece en Ñamérica?
Quiero creer que bastante. Hay varias cuestiones en las que me parece muy presente. Y una que me enorgullece un poco, con perdón: esta periodización de la población de Ñamérica en cinco olas migratorias –la original asiática, la española, la africana, la sudeuropea y, por fin, los emigrantes actuales– es algo que no había visto antes y me parece bastante ilustrativo e, incluso, casi útil para entendernos un poco mejor.
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- ¿En qué momento y en dónde escribís?
Escribo en muchos momentos, en casi todos los momentos, en mi laptop, en mi libreta negra, en las notas de mi teléfono. Pero el momento de escritura tranquila, final, es en mi computadora de escritorio, amplia, cómoda, con un mate o una shisha, mirando las montañas y la pantalla que, juntas, son dinamita.
- ¿Contra qué escribiste Ñamérica y a favor de qué?
Uy, contra todo un gran set de lugares comunes –mitificadores, victimistas, esencialistas– que suelen ser la forma más habitual en que nos vemos. Aquello del continente rebelde, fuerza de la naturaleza, reducto y producto de sus originarios, víctima sempiterna, todas esas cosas. A favor de la mezcla: somos en la mezcla, esa es nuestra fuerza.
- ¿Cuál es el mito más grande de Buenos Aires, ciudad ñamericana?
Lo europeo, supongo, que somos como un trozo perdido de la vieja Europa. Lo cual nos sirve para no pensar que nosotros también somos la mezcla ñamericana, tan tan claro. ¿Qué sería lo más porteño? ¿El tango? ¿Esa combinación de músicas españolas y africanas tocada por unos músicos mayormente italianos? Si eso no es puro Ñamérica, que vengan y me cuenten.
- Suponer que lo auténtico es lo que hacíamos antes —leo en el libro— es un error. ¿Qué hacemos hoy, qué es lo nuevo en Ñamérica?
Tantas cosas. Por ejemplo, la transformación de un continente rural en uno eminentemente urbano fue pionera en el Tercer Mundo o, como lo llamaba en El hambre, el OtroMundo. Por eso, por ejemplo, decidí empezar el trabajo visitando y contando esas grandes ciudades que hemos producido en estas últimas décadas. Eso para no hablar del reguetón, digamos.
- Pienso en Tepito (Ciudad de México), que ya era un mercado en tiempos precolombinos. ¿Qué cosas no cambian nunca en Ñamérica?
Tantas menos que las que no cambian nunca aquí en España, donde vivo, por ejemplo. Hablas de ese mercado que lo era ya hace seis o siete siglos; ¿sabes cuántas carreteras aquí lo eran hace veinte? ¿O cuántas iglesias llevan 1500 años plantadas en la conciencia de tal o cual pueblito? Creo que justamente Ñamérica es uno de los lugares más dinámicos: uno cuya población, por ejemplo, cuya mezcla particular no terminó de formarse hasta hace un par de siglos: pura juventud.
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- ¿Qué significan el reggaeton y el pollo roaster para Ñamérica?
¿El pollo roaster? Caramba, me agarraste de sorpresa. ¿Será una forma más brutal, más soterrada de poder cultural norteamericano? ¿Una forma de rememorar otras masacres? ¿Uno de esos gestos aspiracionales ahora desdeñados? El reguetón, en cambio, está más claro: es el sonido que nos identifica en todo el mundo. Mal que nos pese –y quien quiere oir, que oiga.
- ¿Dirías que Ñamérica es la región más dinámica, novedosa, aventurera, activa, emprendedora, vigorosa, etcéteraaaaa, del mundo?
No, cualquier “más del mundo” me produce urticaria. Pero sí que es una región bastante dinámica, novedosa, aventurera, activa, emprendedora, vigorosa, etcéteraaaaa. Lo suficiente como para que valga la pena tomarse el trabajo de mirarla, pensarla, intentar contarla una vez más.
- Y por último, ¿aún tiene sentido hablar de “Patria Grande”, de “Nuestramérica”?
Cuando escucho la palabra patria saco mi revólver. ¿Y “nuestra”, de quién sería? Ojalá se pudiera pensar que hay algo que merece un “nuestro” común, aunque no sea América. Por ahora no parece que lo hayamos conseguido. Es más: por momentos, pareciera que nos estamos olvidando de buscarlo.
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Para leer después de Ñamérica, más literatura con Ñ: un libro del historiador Pablo Palomino, titulado La invención de la música en América Latina: Una historia transnacional. Es otro libro demitificador, y estoy seguro de que Manu Chao y David Byrne lo amarían.
Cómo se volvió “latinoamericana” la música, se pregunta Palomino. La heterogeneidad lingüística, étnica y geográfica de esta región también es musical. Entonces, ¿cómo puede un mismo término abarcar corrientes sonoras y poéticas de tradiciones tan diversas como nativas y migrantes, afroatlánticas, andinas, urbanas, rurales, comerciales, vanguardistas, religiosas y nacionales? (La misma pregunta, casi, que guía a Caparrós: ¿qué es y qué no es nuestra región?)
El historiador dijo en una entrevista que en su libro “la música es parte de una serie de proyectos de integración regional, que parte del principio de que el desarrollo cultural de un país es parte del conocimiento de la historia cultural de una región y de políticas que la integren al mundo de manera creativa y virtuosa”.
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Javier