Ojalá las cifras de la pobreza fueran solo cifras- RED/ACCIÓN

Ojalá las cifras de la pobreza fueran solo cifras

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Penosamente no se trata de números ni de estadísticas: son personas.

Ojalá las cifras de la pobreza fueran solo cifras

¡Hola! Hoy queremos reflexionar sobre algo que a menudo escuchamos y leemos. Recordar que los números son personas nos posibilita una mirada más humana que puede ayudar a enfocarnos mejor para cambiar esta realidad.


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Cifras que no son cifras. En los últimos días —y en las últimas semanas, meses y años— se escuchó hablar de las cifras de la pobreza. Y creo que vale la pena hacer dos consideraciones al respecto.

Por un lado, sería una verdadera suerte, una verdadera fortuna, que fueran justamente eso, cifras. Penosamente no se trata de números ni de estadísticas: son personas.

El modo en que se dicen esos números implica toda una mirada: si en lugar de los guarismos imagináramos allí a Alejandro, Agustín, Johana, Martín; a Jorgelina, Susana, María… lo diríamos de otra manera. Por eso, en primer lugar, además de la toma de consciencia que debemos tener sobre este momento tan duro, hay que atender a la forma de comunicarlo, a la ternura al expresarse: esos números representan vidas humanas.

La segunda mirada viene de la mano de lo anterior. Vivimos en un país que es como una gran casa. Algunos estamos instalados en un ambiente acogedor de la casa, más cálido, más abrigado, mientras que afuera quedó la mitad de quienes la habitamos —los que están afuera del sistema, sumergidos en la situación de pobreza—. Es muy difícil ayudarlos si adentro de casa hay una, dos, diez… tantas discusiones, tantos enfrentamientos de a rato.

¿Cuánto tiempo los que estamos un poco mejor, los que estamos en esta casa (que es nuestro país) más cómodos, más abrigados, podemos olvidarnos de los que están afuera, de los que golpean la puerta, de los que hay que incluir? Es muy difícil, en esta condición tan fragmentaria, permitirnos mirar alrededor y ver las necesidades de los que están afuera, de los que están más lejos, de los que están más postergados.

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De la huerta a la olla. La semana pasada nos compartieron información de un proyecto de Rosario que ayuda, al mismo tiempo, a dos sectores muy golpeados en la pandemia: los productores agroecológicos y los comedores y merenderos comunitarios.

Se trata de la iniciativa 'De la huerta a la olla'. ¿Cómo funciona? Se juntan donaciones (ya están cerca de los 400.000 pesos), se compran frutas y verduras a productores ecológicos de la zona y se las llevan a los comedores y merenderos.

Podés donar acá. En busca de transparencia tienen un Tablero de Control donde todos pueden hacer el seguimiento de las donaciones.

“Quisimos ir más allá de la entrega de comida. Por eso los alimentos que se donan provienen de productores agroecológicos”, cuenta Cora Moyano, de la Asociación Civil STS Rosario, que lleva adelante la iniciativa y que “busca colaborar con una sociedad más resiliente, sustentable y equitativa”.

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3 preguntas a Mariela Fumarola [Por David Flier]. Es la fundadora de Caminos Solidarios. En la pandemia, esta ONG abocada a cubrir necesidades básicas se reorganizó: sus voluntarios hoy asisten con comida a 250 personas de CABA en situación de calle y también llevan viandas a domicilio a otras 24 personas que, aunque tienen techo, no les alcanza para el alimento.

—¿Qué lecciones aprendieron con la pandemia?
—Aprendimos que las maneras de ayudar son muy variadas. Se encontraron recursos alternativos para cumplir el aislamiento y seguir ayudando. Algunos voluntarios que deben mantener distancia están coordinando desde su casa las entregas de viandas. Otros consiguen contactos, llevan las viandas…  Otros cocinan desde su casa. Para quien está acostumbrado a ayudar es angustiante no poder hacerlo y eso lleva a que muchos se reinventen.

—¿Cómo notás que viven las personas en situación de calle la pandemia? ¿Les preocupa el COVID-19 o tienen más urgencias por no saber si van a comer?
—Si alguien sabe de preocupación, son ellas. En pandemia, su situación empeora porque es más difícil conseguir comida o techo: los alojamientos están llenos, comedores cierran. Son grandes maestros de estar preocupados, luchando. El COVID-19 ha hecho que tengan que rebuscárselas más aún, teniendo en cuenta la enfermedad, tratando de cuidarse lo más posible.

—¿Cómo ves la solidaridad de los argentinos en estos días?
—Esto evidenció toda la desigualdad que hay en la sociedad. Y sensibilizó a muchas personas, quienes se acercan, se suman como voluntarios, preguntan y se angustian. Hay mucha preocupación y empatía. Hoy la pandemia nos dejó claro que lo importante es tener tu familia, salud, un techo y comida. Algunos tienen familia y salud, pero no techo y comida. Me conmueve el amor, la empatía, aquel que hace ese primer paso que antes no hacía y, en el sacudón de la pandemia, dijo: “Algo tengo que hacer”. La solidaridad no decayó, pero tenemos que redoblar esfuerzos porque cada vez más gente necesita de nuestra ayuda.

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Un aro de básquet para personas con discapacidad visual. Foto: POSTA.

Conocimiento solidario. El conocimiento es una herramienta clave para la inclusión. Y tres universidades nacionales dieron muestras de ello. La última semana, Página 12 reunió tres historias en las cuales las instituciones de educación superior se dedicaron a crear soluciones para mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad.

Por un lado, profesionales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) realizaron el proyecto Posta, un sitio web que “sirve como un espacio en el que se genera una comunidad entre personas que necesitan tecnologías de asistencia y personas que las hacen”, según Diego Beltramone, docente de la UNC. En www.postaproject.org hay ideas y herramientas para crear tecnologías para personas con discapacidad.

Por otro lado, en la Universidad Tecnológica Nacional, en Buenos Aires, estudiantes de Ingeniería Industrial crearon “Exodia”: un vehículo de tres ruedas y con techo diseñado para que, quienes carecen de movilidad en sus miembros inferiores, puedan andar por las ciudades (se maneja con un manubrio).

Finalmente, egresados de la Tecnicatura en Desarrollo Web de la Universidad Nacional de La Matanza buscaron ayudar a la autonomía de dos trabajadores de la universidad con discapacidad visual. Así crearon “Guiate”, una app para celulares que guía en forma auditiva al recorrer espacios cerrados.

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Foto: AMIA.

Maestros Mayores. En esta cuarentena escuchamos muchas veces que los adultos mayores necesitaban de los jóvenes: que había que cuidarlos, hacerles las compras o enseñarles a usar la tecnología. Pero las personas con más años también pueden dejar muchas enseñanzas.

El último jueves, 1 de octubre, fue el Día Internacional de las Personas Mayores. Para esa oportunidad el área de Adultos Mayores de AMIA listó 10 enseñanzas que registraron a partir de observar y comunicarse con quienes tienen más experiencia. Acá van:

  • Nunca es tarde para aprender.
  • Los vínculos nos sostienen.
  • La gratitud es un tesoro.
  • Recrearnos ayuda más de lo que creemos.
  • La calidad de vida debe ser nuestro norte.
  • No hay que descuidar la inteligencia emocional.
  • Vivir solo no es sinónimo de sentirse solo.
  • Los prejuicios levantan barreras.
  • No hay edad para el empoderamiento.
  • La experiencia acumulada es un gran capital.

Acá podés profundizar en cada una de estas lecciones.

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Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un abrazo.

Juan.