La familia de Andrea Cuevas está compuesta por su esposo, dos hijas —una de 21 y otra de 25 años—, un hijo y un nieto. “Somos tres mujeres menstruando y eso implica que gastamos unos 1.000 pesos en toallitas por mes. Las tres tenemos períodos irregulares por lo que hay meses que el gasto es mayor”, detalla Andrea.
Ella se considera privilegiada porque siempre pudo darles a sus hijas una toallita para que lleven en la mochila. Pero en el barrio Los Hornos, de la ciudad de Santa Fe, donde ella vive, “muchas niñas y mujeres usan trapitos y ni siquiera pueden poner algodón entre las telas”. Eso, subraya Andrea, “hace que los días que menstrúan no vayan a la escuela o falten a los trabajos porque la sangre pasa de largo y se manchan constantemente”.
El domingo pasado, Andrea y su hija más chica recibieron por primera vez un paquete de toallitas descartables de las que entrega el Municipio de Santa Fe a través del Plan de Gestión Menstrual.
Situaciones como las que viven las personas menstruantes —mujeres y varones trans—- del barrio de Andrea se repiten en todo el país, desde siempre. Pero, en 2017 Economía Femini(s)ta lanzó una campaña denominada #Menstruacción que visibilizó esta desigualdad. Comenzó a sacar del ámbito privado de las mujeres esta problemática para instalarla como tema de Estado, reclamando políticas públicas que contemplaran: la provisión gratuita de productos, más investigación e información sobre el tema, y la quita del IVA sobre los insumos de gestión menstrual (que son considerados cosméticos y no indispensables, como realmente lo son).
Inspirados en esta campaña, legisladoras y legisladores municipales, provinciales y nacionales de todo el país comenzaron a presentar proyectos de ordenanzas y leyes buscando garantizar la provisión de elementos de gestión menstrual.
Aunque son pocos los que lograron ser tratados y aprobados, de a poco, el tema se va imponiendo en las agendas de gobierno. Y así llegamos a que, por estos días, al menos tres municipios están poniendo en funcionamiento programas que distribuyen productos gratis. A su vez, un proyecto de ley en la provincia de Santa Fe cuenta con media sanción en Diputados.
Para dimensionar el impacto de estas medidas vale observar que, en promedio, quienes menstruamos lo hacemos más de 2.500 días en el curso de toda nuestra vida. Es decir, pasamos el equivalente a casi siete años usando tampones, toallitas o copas menstruales.
Según datos de marzo de 2020, compilados por Economía Femini(s)ta, en Argentina las personas menstruantes gastan en promedio $244,42 por mes en toallitas. Es decir, el equivalente a $2.933,12 por año. Lo que significa que a lo largo de nuestra vida destinaremos unos $117.324 a la compra de estos productos, durante los aproximadamente 40 años que menstrua una persona.
CUÁNTO GASTO EN PRODUCTOS MENSTRUALES
Para conocer exactamente cuánto gasta una persona en productos de higiene para el período, dependiendo qué elementos use y de qué marca, Economía Femini(s)ta diseñó esta aplicación??, en el marco de su campaña #Menstruacción.
Gobiernos que hicieron punta
La concejala Sandra Yametti, del partido bonaerense de Morón, presentó un proyecto que se convirtió en la primera ordenanza para garantizar el acceso de manera gratuita a estos elementos. Fue el 6 de marzo pasado y, con los retrasos que impuso la pandemia, el intendente la reglamentó el 19 de junio.
A Morón le siguió la ciudad de Santa Fe. En el Concejo Deliberante santafecino, la legisladora Laura Mondino presentó un proyecto de ordenanza el 28 de mayo de 2020, que fue aprobado. La ordenanza ya se reglamentó y se espera la publicación del decreto en estos días. Mientras, ya se avanzó en la compra directa de toallitas y tampones, que se hicieron llegar durante la pandemia a través de los bolsones de alimentos y organizaciones de asistencia.
El mes pasado fue el turno de San Rafael (Mendoza), donde la concejala Andrea Matacotta presentó un proyecto de ordenanza, que fue sancionada el 6 de agosto pasado.
Eugenia Martínez, vive en el barrio Constitución, en San Rafael, y forma parte de Madres Cocinando, un merendero desde el que asisten a vecinos de la zona. Ella explica que en la pandemia se complicó conseguir toallitas porque los negocios de barrio no las tenían y porque hubo que priorizar el plato de comida.
“La mayoría de nosotras, en el barrio, ha usado trapos en algún momento de su vida. Hoy hay niñas de entre 10 y 14 años que llegan al merendero con un trapo. Por experiencia puedo decir que es muy incómodo y que a eso hay que agregar que a veces no se cuenta con los espacios o la intimidad dentro de la casa para cambiarse o lavarlos”, relata Eugenia.
¿Qué tienen en común las tres ordenanzas aprobadas? Consideran que la provisión de estos productos a las personas menstruantes es una cuestión de política pública. Porque no son de uso opcional y comprarlos impacta en la economía familiar, más aún en la pandemia. Además, la imposibilidad de adquirirlos incrementa el ausentismo escolar y laboral.
De los tres municipios que ya cuentan con legislación, el que más ha avanzado en la implementación de su Plan de Gestión Menstrual es Santa Fe, que ya benefició a unas 1.500 personas.
Cómo se entregarán los productos y quiénes podrán acceder
Florencia Costa, subdirectora del Área Ampliación de Derechos de la ciudad de Santa Fe, explica que la entrega de toallitas descartables y tampones se hará en jardines municipales, en centros culturales y educativos a los que concurren jóvenes, y en espacios de cuidados donde van más niños, niñas y adultos mayores.
El Plan de Gestión Menstrual, agrega Costa, también prevé la conformación de un registro de las personas —nombre, apellido, domicilio y teléfono— que retiren productos. “Se les pedirá que lo llenen solo una vez y la idea es que sirva para diseñar nuevas políticas públicas o ajustar las ya existentes. Pero no hay requisitos excluyentes”.
El objetivo, sigue la funcionaria, “es que sea una política pública universal, que si bien partimos de asistir a las personas en situación de vulnerabilidad y a través de los bolsones de alimentos, debe terminar garantizando el acceso a todas las personas menstruantes”.
Costa también explica que es una tarea de su área “concientizar a los privados acerca de que debe haber toallitas gratis para retirar en los baños de los bares o estaciones de servicio, como hay preservativos o papel higiénico”. Pero este, aclara, “es un proyecto a más largo plazo”.
Por su parte, la concejala Andrea Mattacota explica que en San Rafael la aplicación de la ordenanza “no dependerá de un organismo en particular, sino que será transversal a las distintas áreas del municipio vinculadas a las personas menstruantes. Así también se gestiona el Plan de Emergencia Alimentaria. Se reúnen referentes de las distintas áreas y deciden qué necesita cada territorio”.
Si bien la idea es que cualquiera acceda a los paquetes de toallitas, “por este año solo las personas menstruantes en situación de vulnerabilidad podrán recibirlos. Para ello deben estar cargadas en el sistema del municipio, tener el alta a los programas sociales. De todos modos, si no tuviera ese número y consideramos que debe tenerlo, se carga y listo”, detalla Mattacota.
A su vez, la idea del Gobierno es que puedan retirar las toallitas en cualquier espacio municipal. “Y si en ese momento no hay, se le dirá dónde poder retirarlo, en un lugar cercano a su domicilio”, acota la concejala.
En Morón, la secretaria de Género, Cinthia Frías, es quien lleva adelante el programa de entrega de toallitas descartables. Y como los demás municipios, “si bien no habrá requisitos excluyentes para retirar los productos —que estarán disponible desde la próxima semana—, vamos a solicitar datos básicos que nos permitan diseñar políticas públicas o adecuar lo que estamos haciendo. Y, en principio, será para personas en situación de vulnerabilidad”.
En cuanto a los lugares para retirar los productos, Frías sostiene que no quieren “ligarlo a la entrega de alimentos”. Por lo tanto, las entregas se harán en centros de salud, en la Casa de la Juventud y el Centro Vivir sin Violencia —que es un espacio municipal que atiende a mujeres y personas en situación de violencia—.
Para dimensionar lo que significa sacar a la menstruación de lo privado para transformarla en una cuestión de política pública, vale aclarar que sólo un país en el mundo, Escocia, logró diseñar un programa a escala nacional y proveer gratuitamente elementos de higiene menstrual, según el Foro Económico Mundial.
En Argentina, hay varios proyectos presentados en el Congreso Nacional, “pero no está previsto el tratamiento de iniciativas en la materia en el corto plazo”, sostuvieron desde Directorio Legislativo. Sin embargo, a mediados de agosto pasado la Comisión de Salud de Diputados realizó una sesión informativa sobre el tema.
Directorio Legislativo también listó los proyectos que sobresalen y podrían ser considerados en el Congreso: los de Gabriela Estevez, Laura Russo, Jimena López y Camila Crescimbeni.
En tanto, en el Senado se destaca la iniciativa de Norma Durango para crear un programa nacional de promoción de la salud menstrual.
Educación y cuidado del ambiente
Al empezar a hablar de menstruación, se visibilizan otras necesidades relacionadas al desconocimiento. Tanto es así que en la ciudad de Santa Fe, el área que coordina Costa junto al Área de Salud que pertenece a la Secretaría de Políticas de Cuidado del municipio, diseñaron talleres “donde se informa sobre distintos elementos de higiene menstrual, cuáles son los más amigables con el medio ambiente —como las toallas de tela reutilizables o la copa menstrual, que muchas mujeres y varones trans aún no conocen—. También trabajamos en la desarticulación de mitos como que bañarse corta la menstruación”, detalla la funcionaria.
En cuanto a la copa menstrual y las toallas de tela, Costa aclara que si bien son productos que quieren distribuir a futuro, se encuentran con el inconveniente de que en muchos barrios no hay agua potable para higienizar correctamente estos productos. Por eso y porque es el producto que acostumbran a usar la mayoría de las personas menstruantes es que los municipios por ahora deciden entregar toallitas.
De hecho, desde San Rafael, Eugenia cuenta que “es común que en los operativos médicos que suelen hacerse en el barrio a las mujeres se les diagnostican infecciones por el uso de trapos que no están bien higienizados”.
Sin desconocer la realidad, los municipios apuestan a futuro. En Santa Fe ya están hablando con cooperativas de mujeres que hacen toallitas de tela para ayudarlas a que se preparen para ser proveedoras del municipio.
En el mismo sentido, San Rafael está promoviendo la conformación de cooperativas de mujeres, apoyándolas con la compra de máquinas para confeccionar toallitas industriales. “También planificamos, para dentro de un tiempo, la compra de copas menstruales”, puntualiza Mattacota.
Errores de los que aprender
A los municipios que están pensando incorporar estas políticas, Costa les aconseja tener en cuenta que cuando se habla de proveer a los baños públicos de productos para las personas menstruantes, son los baños de varones y los de mujeres. “Fue algo que tuvimos que revisar. La reglamentación de nuestra ordenanza habla de personas menstruantes y en un momento nos dimos cuenta que no eran 200 los baños a proveer, sino 400”.
Mientras que desde la mendocina San Rafael, Mattacota subraya el trabajo requerido previo a la sanción de una ordenanza de este tipo. “Tuvimos que sensibilizar a funcionarios y funcionarias acerca de la problemática. Nos decían que era algo privado y que no era cuestión del Estado garantizar estas cosas. Tuvimos que trabajar en achicar la brecha de desigualdades, cambiar concepciones arraigadas (hablar de cuerpos menstruantes, incluyendo a varones trans). Y también hacer notar que son las mujeres las que principalmente ponen el cuerpo, y más aún en pandemia, para resolver los problemas de la vida cotidiana. Entre otros, si comprar comida o toallitas”.
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