¡Hola! El momento es complejo, pero hay 170.109 de nosotros que pasamos por una enfermedad tan compleja como el covid-19 y la atravasamos. Algunos se curaron también por la generosidad de otros, que donaron plasma. Sepamos que muchos millones, gracias a un país en su capacidad, lograron rescatar a 170.109.
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Cifra virtuosa. En estos días complejos, llenos de historias complicadas y de tragedias, también hay otras cifras y hay un número para rescatar: 170.109. Son las personas que en nuestro país vivieron el impacto tremendo de enterarse de que esta nueva enfermedad los afectó, de sentir el miedo, de pensar un montón de preguntas ("¿A quién contagié? ¿Quién me contagió? ¿Qué hago con mi familia? ¿Me tienen que internar?"). Por esa situación pasaron 170.109 personas, y se curaron de covid-19.
Tres estadios de fútbol repletos, de los más grandes de la Argentina: eso son 170.109 personas. Esa es la imagen de tantos que pasaron por una situación tan compleja y se curaron.
Esto representa también lo que es un país, lo que son sus profesionales: enfermeras, enfermeros, médicos, médicas, personal de salud, un montón de gente que en el campo y en los mercados provee de alimentación, comunicadores que se exponen, personas que cada día se llevan la basura, miles que ponen en juego su vocación y su compromiso tras años de estudios universitarios y de preparación para salvar vidas.
El momento es complejo, pero ese número dice que hay 170.109 de nosotros que pasamos por una enfermedad compleja y la atravasamos. Algunos se curaron también por la generosidad de otros, que donaron plasma. Fueron esas personas que, a pesar del miedo y de la angustia, se curaron y se les ocurrió donar plasma para mejorar la calidad de vida de otros.
Muchos millones, gracias a un país en su capacidad, lograron rescatar a 170.109. Es un número durísimo pero al mismo tiempo representa 170.109 historias maravillosas.
- Si tuviste covid y te curaste, contanos tu experiencia respondiendo a este mail.
- Si donaste plasma, escribinos. Queremos conocer tu historia.
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Un abrigo muy práctico. Para este invierno, Fundación Multipolar (que ayuda a las personas que viven en la calle a conseguir un trabajo) ideó CAMP, una campera que se transforma en bolsa de dormir, destinada a personas que pasan la noche en la calle. La campera es impermeable y tiene un sistema de abrojos que permite ampliarla, y luego hacerla pequeña y fácil de cargar.
La fabrican cooperativas barriales (con ayuda de empresas como Prosegur) y las entregan organizaciones que hacen recorridas nocturnas, como Amigos en el Camino. Usan el dinero recolectado por Multipolar a través de su Tienda Nube, y se dan 25 camperas por semana.
Malena Famá, la directora de Multipolar, sabía que esta prenda tan útil existía en otros países y le pareció bueno replicarlo. “El proyecto es coherente con nuestros valores”, nos cuenta. “Genera trabajo decente para personas en situación de vulnerabilidad, genera economía circular porque recicla camperas usadas, y da una solución en el presente mientras se busca la solución definitiva”.
Famá dice que quieren aumentar la recaudación y triplicar la cantidad de CAMP entregadas. Y que espera que las camperas puedan ser cosidas pronto por personas en situación de calle: “Para eso nos hace falta el lugar donde poner las máquinas, también estamos trabajando para conseguirlo”.
- Si querés saber más sobre Fundación Multipolar, lee la historia de Ignacio Alarcón: De la calle al empleo: cómo es la búsqueda de trabajo de una persona sin techo (y por qué la ayuda comunitaria es indispensable)
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El derecho a un último adiós. El sanatorio Mater Dei, de la ciudad de Buenos Aires, utiliza un “Protocolo de Acompañamiento en el final de la vida” para permitir que los familiares se despidan de alguien que está falleciendo por covid-19. Esto, que puesto así parece natural, es muy infrecuente. “Es legal y es necesario habilitar el derecho a decir adiós”, dijo Cristian García Roig, jefe de Terapia intensiva de Pediatría del Mater Dei y uno de los redactores del Protocolo.
¿En qué consiste el protocolo? Si la evolución del paciente es desfavorable, en algunos casos se permite una visita con preparación y apoyo psicológico previo para la despedida. Se equipa al familiar, se lo capacita y acompaña en toda la visita, para cuidarlo y evitar cualquier riesgo de contagio.
“Es de gran importancia el trabajo del equipo de salud en estos momentos”, informa el sanatorio, “por un lado para facilitar al paciente que pueda morir tranquilo y, de alguna manera, acompañado. Y también para que, por otro lado, los familiares puedan acompañar y expresar sus emociones al paciente que está en los últimos días de vida”.
- La nota de Infobae es muy interesante: Derecho a decir adiós: el Sanatorio que adoptó un protocolo para que las familias puedan despedirse del paciente con COVID-19
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Facundo dona plasma y salva vidas. Cada quince días, Facundo Ahumada, de 27 años, dona plasma. “Después de haberla pasado mal, tanto internado como en casa, los médicos detectaron que tengo el cuádruple de anticuerpos neutralizantes, y por eso mi plasma sirve para el tratamiento para convalecientes”, dijo en una nota. ¡Bravo, Facundo!
Como decíamos en otra edición de OXÍGENO, las personas impactadas por este virus, quienes lo sufrieron y padecieron, llevan en su sangre la posibilidad de salvar otras vidas. Es una paradoja maravillosa y emociona. En esta maleza de información, de angustias, de blancos, negros y grises, aparece un mensaje tan esperanzador de la naturaleza: curiosamente el tratamiento que parece enfrentar mejor a esta pandemia viene del propio organismo de las personas que padecieron la enfermedad y sobrevivieron.
Podés leer más sobre donación de plasma:
- Donar plasma es ayudar a los pacientes con covid-19: la paradoja de la pandemia
- Buscamos personas recuperadas de covid-19 para donar plasma y ayudar a los pacientes
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Sepamos pedir ayuda. Nos lo enseña Elton John, que contó que hace 30 años habría muerto de no haber llamado por auxilio. “Parecía un hombre de 60 años, terriblemente enfermo y triste”, dijo.
“Tenía grandes bolsas bajo los ojos, y un peso excesivo. Emocionalmente estaba muerto, como un cadáver. Vi a Elvis Presley en Washington antes de que muriera. Le miré a los ojos y allí no había nada. Y al final no había nada tampoco en mí”. Si finalmente no hubiera dado el gran paso de pedir ayuda hace 30 años… “estaría muerto”.
En una entrevista con NBC: “Todavía sueño un par de veces a la semana que estoy tomando cocaína. Soy muy afortunado por no tener sida. Desperdicié una gran parte de mi vida. Era un drogadicto y solo pensaba en consumir. La gente, mis amigos, no paraban de morirse a mi alrededor y, sin embargo, yo no hice nada por parar y cambiar mi vida”.
Nos despedimos con el poder reparador de Elton John en esta escena de Casi famosos (que hace poco cumplió 20 años). “Tiny Dancer” es la canción, que es de Elton y que en esta historia da clima a un momento de comunión y viaje, quizás una de las escenas más recordadas de la película.
Cuídate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Les mandamos un abrazo.
Juan.