En El trueno en la sangre, Federico Fahsbender reconstruye la vida de Martín “Banana” Espiasse, un criminal reservado y sangriento. “Su historia tiene viento y polvo y textura, podés casi tocarla, sentirle la piel curtida por el sol”, me dice Fahsbender en esta entrevista. “Es un spaghetti western”.
Plus: el libro de Michel Houellebecq, con prólogo de Stephen King, sobre H.P. Lovecraft.
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En las estadísticas del año 2020 en la provincia de Buenos Aires, casi todos los delitos cayeron. Salvo las estafas, porque mentir es más fácil y menos riesgoso que disparar. Signo de época, como escribe Federico Fahsbender en El trueno en la sangre: Biografía criminal de Martín Banana Espiasse: “Siempre habrá lugar para los artesanales en un mundo de tecnología, pero, ¿quién seguiría a Espiasse para ametrallar un blindado y morir en el intento? No tiene sentido desde una perspectiva contemporánea”.
- Esa es la tesis de Fahsbender en su libro: en una época de cambio de paradigma, Espiasse —un criminal nacido en Trelew— es el último entre los gángsters.
“[Espiasse] fue un lobo fiero y hecho de pólvora en el fin de la era postmoderna del crimen argentino”, leo en El trueno en la sangre. ¿Qué ofrece esta nueva era? “Barrabravas de Boca o del Ascenso que terminan de pistoleros de la mafia china, chicos que compran drogas sintéticas con criptomonedas en la Dark Web”, me cuenta Fahsbender.
“Hoy, los hampones son mucho más sencillos que Espiasse, más insidiosos. Son estafadores de jubiladas. Y son historias que están poco contadas porque el público quiere verse a sí mismo a través del delito, las historias clásicas del hampa hablan de una nostalgia por una de las peores partes de un país que ya no existe, un país donde todavía ese público puede sentir que tiene un lugar”.
A lo largo de su vida furiosa, Espiasse robó grandes cantidades de dinero, tomó rehenes, protagonizó asaltos a bancos en los que hubo policías asesinados por ametralladoras, lideró motines en la cárcel, pasó la mitad de sus días tras las rejas, se mantuvo prófugo mucho tiempo, cambió su nombre varias veces, fue condenado a prisión perpetua y huyó. Su obra delictiva está registrada en expedientes y en archivos. Su vida humana, en cambio, es un misterio que Fahsbender trata de revelar en este libro con una investigación minuciosa y decenas de entrevistas.
“Nunca contó qué pasó con la fuga del penal de Ezeiza, de la que fue parte, no lo dice hasta hoy”, sigue Fahsbender. “Ni siquiera la Justicia resolvió qué pasó con esa huída hace casi diez años. Y es literalmente el último de los artesanales. Los Gordo Valor, los Vitette Sellanes, están jubilados, la Garza Sosa terminó de custodio de un sindicato. Pero Espiasse nunca depuso sus armas, sigue en marcha”.
- Fahsbender es editor de la sección de noticias policiales de Infobae, donde, por ejemplo, hace unos días publicó que detuvieron al hijo de un anciano asfixiado y arrojado a la vera de una ruta, y antes, que el Polaquito, un chico de 15 años con prontuario por asesinato, estaba grave tras ser baleado. Ese tipo de noticias son su pan de cada día. En 2019 hizo el podcast Archivo Negro, también de crímenes. ¿Pero por qué la historia de Espiasse es diferente, al punto de obsesionarlo?
“Merecía un libro tal vez porque el final de Martín está abierto, porque es una biografía literalmente inconclusa”, me dice Fahsbender. “No creo que se haya rendido. Para nada. Hoy, Espiasse tiene 43 años, es abuelo de dos nietos, está condenado a perpetua y a trece años por tenencia de armas y explosivos. En junio del año pasado terminó herido en la Unidad N°6 de Chaco, donde está preso ahora, por participar de un motín a punta de faca para frenar un recuento. Y qué pasa con ese final, en la cárcel, en la calle, donde sea, quizás sea lo más oscuro en toda esta historia”.
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Los desafíos de escribir El trueno en la sangre fueron muchos porque el protagonista nunca quiso contar su historia. “Le envié dos ejemplares del libro a la cárcel y los rechazó”, me dice Fahsbender. “Por otra parte, ¿qué iba a decirme? Hay un culto a la entrevista al delincuente como gran elemento del periodismo policial, pero un delincuente, al menos uno que no se rindió todavía, rara vez te cuenta de sus delitos, de lo que maquina en su cabeza, o las propias miserias”.
“Entonces, fui por el rastro, todo el mundo que lo rodeó, desde tumberos hasta jueces”. Lo que Fahsbender encontró: silencio, casi siempre. “La verdad, o lo que más se parece a la verdad, suele estar en sus documentos. Debo haber leído entre 3.500 y 4.000 páginas de archivos e informes de inteligencia reservados”.
- Y decís que la historia de Espiasse es un spaghetti western. ¿Por qué?
Porque la historia tiene viento y polvo y textura, podés casi tocarla, sentirle la piel curtida por el sol. Ves una película de Corbucci o Leone y ves el reflejo de la luz en la piel curtida o el polvo que flota en el viento. Es una historia que está todo el tiempo en movimiento, de una provincia a otra. Un día Espiasse usa un nombre falso, al otro día a otro, pero jamás deja de ser Espiasse, o de hacer lo que Espiasse hace. Los antihéroes y vengadores del spaghetti western viven desatados en ese mundo que es una guerra contra el Estado. Y sus grandes personajes son hombres que no dicen absolutamente nada, o mienten todo el tiempo, el género es un elogio al silencio. La captura de Martín en 2017 a cargo del subcomisario Miguel Salinas fue literalmente el fin de una cacería, una red de buchones y vigilancias en silencio de un policía peregrino. Y termina en un kiosko rural, en medio de la nada, en un enfrentamiento de pistolas al cinto que fue literalmente un plano americano. Y en ese enfrentamiento Martín no disparó, sino que se rindió.
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Conozco a Fahsbender desde hace 18 años. Es uno de los mejores amigos que me dio el periodismo, y puedo asegurar que es un periodista que nunca se rinde ante lo que tiene enfrente.
Pero, además de todo, es un poeta. Y eso se nota en la prosa al rojo vivo de su libro.
“No podría haber escrito El trueno en la sangre sin la música que comprende la poesía, sin las marcas de tiempo o el juego de la imagen”, me dice. “Además, un género marginal acompaña a otro. La poesía es el género marginal por excelencia en las librerías. Y el periodismo policial es el género marginal del periodismo por excelencia. Empujamos el tráfico en los principales portales, somos el núcleo de los noticieros, escribimos sobre la vanguardia del delito, grandes mafias, estructuras bestiales para las cuales la vida no vale nada. Sin embargo, no se nos considera periodismo de investigación. Periodismo de investigación en la Argentina es hablar de tal o cual político, o una persona vinculada a un político o a su plata. Pero esas personas no tienen sicarios en su agenda, o un homicidio a su nombre, o la pulsión de mandar a matar a sus enemigos”.
? Agrega: “El libro, también, es un discurso de amor a las herramientas de trabajo del periodismo que hago, y lo que pueden decir para definir a una época”.
- ¿Por qué creés que Espiasse no quiso hablar con vos?
Simple: porque hago pública una historia que Espiasse quiere mantener en silencio. No tengo la fantasía de hablar con él, la perdí hace tiempo. Pero me puede llamar cuando quiera.
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Hace ya unas semanas que tengo a mano El trueno en la sangre, pero me pareció que hoy era el día correcto para traerlo a SIE7E PÁRRAFOS porque se cumple un nuevo aniversario (número 85) de la muerte de H.P. Lovecraft, maestro del horror y de las historias con criaturas oscuras y babosas.
Lovecraft no escribió sobre delincuentes, pero quizás el espíritu de un hombre como “Banana” Espiasse no sea ajeno a los sentimientos lovecraftianos. Y, por otro lado, pienso que en algún lugar de la biblioteca de Fahsbender debe haber un ejemplar de Los mitos de Cthulhu; es parte de su imaginario incluso a la hora de escribir periodismo.
Anagrama publicó hace poco H. P. Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida, de Michel Houellebecq, con prólogo de Stephen King. Para Houellebecq, la fuerza de atracción de Lovecraft reside en su tanatismo. O, como apunta Stephen King: “Toda literatura, pero en particular la literatura de lo extraño y lo fantástico, es una cueva en la que tanto lectores como escritores se esconden de la vida. [...] Es solo en esas cuevas, en esos lugares de cobijo, donde nos lamemos las heridas y nos preparamos para la siguiente batalla en el mundo real”.
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Nos vemos por ahí,
Javier