Grimes se separa de Elon Musk y en una performance para los paparazzi lee el Manifiesto Comunista. Leila Guerriero se toma revancha de un maestro maldito en Frutos extraños. Tarantino usa nueve veces la palabra “revenge” en el guión de Kill Bill. Y Leonardo Oyola dicta una sentencia: “Te tocaron algo y tenés que responder, no podés dejarlo pasar”. Hoy es martes de venganza.
Compartí esta newsletter o suscribite
1
La historia es así: Grimes, una chica rara que empezó haciendo música de sintetizadores en un sótano de Vancouver y que terminó convirtiéndose en la pareja más freak de Elon Musk —no sé si él necesita presentación, creo que no pero quizás sí: creador de PayPal, Tesla y Space X, devenido en el hombre más rico del mundo—; decía, Grimes, a los 33, acaba de romper con Musk. Tienen un hijo, que es el primero de ella y el sexto de él: un bebé de un año y medio al que llamaron X Æ A-12 (¿esa cosa que lleva por nombre es legal?), y aunque Grimes y Musk están "semi-separados", parece que continúan criándolo juntos en Los Ángeles.
Me gustaba mucho la música que hacía Grimes unos años atrás, cuando parecía una chica que hasta podría ser tu amiga o la bartendera de algún antro palermitano (recuerdo un show en una terraza de Ciudad de México, otro en una radio, y el gran video de “Oblivion”, su hit de 2012). Después ella acentuó su trip extraño, su música se hizo menos cristalina, más compleja, yo le perdí la pista (y, definitivamente, nunca imaginé que iba a escribir sobre ella en esta newsletter). Hasta que, no sé cómo, un día apareció en la prensa de chimentos tomando el rol de la pareja del magnate tecnológico del momento. Y ya nunca más Grimes fue un secreto de pocos.
Ahora que se distanció del hombre de los 199,8 mil millones de dólares, los paparazzi acosan a Grimes. El fin de semana pasado, ella planeó dos venganzas y las ejecutó en un solo movimiento: se vistió con ropas como de cotillón marciano (según una descripción del diario New York Post) y salió a caminar con un ejemplar del Manifiesto Comunista.
“Grimes fue vista leyendo el Manifiesto Comunista luego de su ruptura con el hombre más rico del mundo”, tituló ese diario. Después ella se rió en Twitter: “los paparazzi me siguieron para sacarme fotos, así que intenté pensar qué podía hacer para obtener el título más extravagante, y funcionó jaja” [➡️ leé el tweet original]. “Todavía vivo con E y no soy comunista, aunque hay ideas muy inteligentes en este libro”, escribió en Instagram. Pero igual la doble venganza —contra Elon Musk (la semi-separación es real); contra la prensa— estuvo lograda.
2
Grimes me lleva a pensar en la venganza —las venganzas— como un inagotable motor de historias. Y quizás la última historia grandiosa de venganza que hayamos conocido es Kill Bill… aunque si hablamos de Quentin Tarantino también hay revancha en muchas de las películas que vinieron después: Bastardos sin gloria, Django sin cadenas y Los 8 más odiados.
Pero la de Kill Bill es una venganza mayúscula, inolvidable por el esfuerzo sangriento que demanda. Un esfuerzo que, por ejemplo, lleva a la vindicadora Beatrix Kiddo, la Novia, a tener que escapar de un ataúd bajo tierra cuando uno de sus enemigos la entierra viva. Eché un vistazo al guión de la primera parte de Kill Bill y encontré que la palabra “revenge” aparece apenas nueve veces. Ni siquiera diez. Pero hay dos de esas apariciones que son líneas impecables:
- “Cuando la fortuna sonríe sobre algo tan violento y desagradable como la venganza, parece una prueba como ninguna otra de que Dios no solo existe, sino que estás haciendo su voluntad” —Beatrix Kiddo, la Novia.
- “La venganza nunca es una línea recta. Es un bosque. Y, como en un bosque, es fácil perderse... perderse… y olvidar por dónde entraste” —Hattori Hanzo.
3
“Cada vez que me siento a escribir soy esa mujer en una caja de madera, sin esperanza pero sin lugar a dudas, entregada a una convicción imposible. Cada vez acaricio la tapa que me cubre, mido la calidad de mi enemigo, cierro el puño y, con una fuerza que no viene del cuerpo, digo: «Bien, Pai Mei, allá vamos». Con la esperanza de erguirme alguna vez sobre la superficie dispuesta a ejecutar mi mejor golpe: los cinco golpes y palma que revientan el corazón”.
Eso escribe Leila Guerriero en “El negocio del miedo”, una pieza acerca del arte de escribir —a veces oscuro, a veces descortés, siempre urgente— incluida en la nueva edición de Frutos extraños, un libro editado por primera vez en 2009 y reeditado ahora con 20 crónicas y once ensayos personales, en un recorrido de nueve años.
Son 580 páginas en las que hay una asesina famosa, un mago con una sola mano, un Freddie Mercury que no es Freddie Mercury, un redondo emperador de la carne, un hombre que casi fue un jugador de básquet famoso pero no lo fue, una madre desgraciada pero, o y, justiciera, y más maravillas humanas, incluida Beatrix Kiddo, “esa mujer en una caja de madera, sin esperanza pero sin lugar a dudas, entregada a una convicción imposible”, como la describe Guerriero al sentirse un poco en su lugar cada vez que se sienta a escribir.
4
Lo que más me gusta del regreso de Frutos extraños es la oportunidad que tenemos de ver la autoinvención de esta escritora tan caudalosa, tan exquisita, tan afilada que es hoy Guerriero: autoinvención que va desde una infancia de muchísimas lecturas hasta una madurez de muchísimos lectores. Escribe ella:
- “¿Han sido alguna vez una niña de doce años soñadora y melancólica viviendo en un pueblo chico con la ambición irracional de dedicarse a escribir? Yo lo fui. Durante demasiado tiempo. Lo fui mucho más allá de la niñez, a lo largo de la adolescencia y de la primera juventud, hasta que un editor que no me conocía leyó un cuento mío, lo publicó, me ofreció mi primer trabajo en una redacción, me hice periodista y ya no quise ser otra cosa. Pero esa niña soñadora y melancólica que fui recuerda perfectamente el desamparo que se siente al mirar desde fuera un mundo al que se pertenece pero al que no se puede entrar. Y sentí ese desamparo muchas veces, incluso años después de haber empezado a practicar el oficio”.
En Frutos extraños no hay historias de venganza, pero hay un montón de episodios vividos en torno a la violencia que deambula cerca del hecho artístico, y hay algo parecido a una revancha con un mentor retorcido que un día regresa.
“Esperó a que todo terminara y, cuando no quedaban más de dos o tres personas, se acercó”, leemos en “Mi diablo”. “Me saludó, me felicitó y me dijo tres palabras en latín: las tres primeras palabras de los versos que solía recitarme décadas atrás, y que son el comienzo del poema fúnebre del emperador Adriano: ‘Anímula vágula blándula’: ‘Pequeña alma, cambiante y vagabunda, huésped y compañera de mi cuerpo, / descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, / donde habrás de renunciar a los juegos de antaño.’ Yo le firmé el libro, le dije ‘Gracias’, y me fui”.
5
“La venganza es poner primera en muchas historias”, dice el escritor Leonardo Oyola en un episodio del programa Bibliómanos. Sus novelas Chamamé y Gólgota son novelas de vengadores. “Hay cosas que uno no puede dejar de hacer. Está en tu naturaleza. Te tocaron algo y tenés que responder, no podes dejarlo pasar”. ¿Un libro sobre revancha? Oyola recomienda El nombre del juego es muerte, de Dan Marlowe. “Ahí donde la ley no te dio justicia, o lo que vos considerás que es justicia, lo vas a hacer cumplir”.
- Entre esta lista con 73 libros que cuentan historias de venganza (¿quién escribe estas cosas?, hay de todo, de todísimo, en Internet…), me quedo con el hermoso y pesadillesco Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley: “Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo”, jura el revivido.
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [sieteparrafos@redaccion.com.ar] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
- Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos,
Javier