La última noche de Patricio Rey: Entrevista con el Indio, Skay y Poli evoca el confuso episodio ricotero terminal, que incluyó una entrevista larguísima con la revista La García, un abrazo fraternal de madrugada entre los tres rockeros y una discusión con insultos sobre videos, negocios y dinero. ¿Por qué decir adiós es tan doloroso?
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Admitanlo o, quizás, admitámoslo: el final de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota no estuvo a la altura de su historia, que es casi como una leyenda. Durante ocho años, entre 2001 y 2009, el Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli —el triunvirato que lideraba a la banda— mantuvieron en secreto los motivos de su ruptura o prefirieron aburridas evasivas del tipo: “Hubo diferencias artísticas”.
Pero en 2009, un cruce de declaraciones periodísticas volcánicas arrojó la verdad: la banda se había acabado porque Solari había acusado a Beilinson y a Poli de guardarse unos cuantos registros en video de algunos de los mejores shows para, evidentemente, hacer un negocio con ellos alguna vez. Luego, en 2019, Solari lo puso así en Recuerdos que mienten un poco, su autobiografía: “La situación me había sorprendido, no podía creer que insistiesen en tratarme como un forro”.
Se refería a la discusión final, que había ocurrido en la madrugada del 31 de octubre de 2001, en la casa de Poli y Beilinson. Es curioso el contexto: los tres venían de charlar durante varias horas en un bar con tres periodistas de la revista La García (Humphrey Inzillo, Martín Correa y Pablo Marchetti). Cuando se despidieron, a las tres de la madrugada, se retiraron caminando abrazados. Nada hacía suponer lo que vendría. Ahora, Inzillo, Correa y Marchetti presentan La última noche de Patricio Rey: Entrevista con el Indio, Skay y Poli, un libro en el que evocan ese episodio ricotero terminal.
- Por qué importa: porque, como escribió Mariana Enríquez en el prólogo de Fuimos reyes: La historia completa de los Redonditos de Ricota (de Pablo Perantuono y Mariano del Mazo), “[l]a influencia de los Redondos es tan insidiosa como inexplicable y a veces incluso ignorada por el influenciado”.
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“En principio pensamos en hacer este libro porque el destino nos puso en una situación extraordinaria”, me dice ahora Humphrey Inzillo. “No sólo hicimos la última entrevista, sino que fuimos testigos de la última conversación en armonía de ellos como banda. Y sentíamos que teníamos que registrar y compartir ese privilegio”.
¿Qué revela sobre la banda esa última entrevista?
Distintas miradas sobre temas históricos o coyunturales, especialmente entre el Indio y Skay. Hay un cruce de opiniones con respecto a Cuba, por ejemplo, y a partir de los entonces recientes atentados a las Torres Gemelas. Pero también creo que es revelador que el Indio cuente, con total naturalidad, que hacía rato que no participaba de los ensayos de la banda. Su visión sobre la música (la que él denominaba “de edición”, principalmente) adelanta mucho de lo que sería su carrera como solista. Si bien en ese momento nunca nos hubiéramos imaginado que la separación era posible, en algún punto (con el diario del lunes) esa conversación permite una lectura distinta a la original. Creo que esa entrevista, igual que las canciones de los Redondos, resiste distintos niveles de lectura.
¿Qué recuerdos olvidados aparecieron al abordar el libro?
Como dijo el poeta, los “recuerdos mienten un poco”. En lo personal, pero estoy seguro de que a Pablo y a Martín les pasó lo mismo, nos hizo revivir buena parte de nuestras vidas, porque los Redondos son un pilar indispensable en la banda sonora de la vida de cada uno de nosotros. Y eso lo contamos en el libro. Pero también nos hizo revivir los años de La García, una revista con una redacción mágica, que fue usina de muchísimos momentos de diversión y, en lo personal, de aprendizaje. Fue allí, con Pablo e Ingrid Beck como directores (y maestros), y con compañeros queridos como Javier Aguirre, Leandro Donozo (quien resultó 20 años después editor de este libro), Pablo “Pantera” Salomone y Marcela Luznik, que me formé en el oficio. De la larga noche, de la entrevista y la posterior pelea, recordábamos la imagen final de la despedida, que Alfonso Barbieri ilustró magistralmente para la portada, pero no recordaba, por ejemplo, la aparición del “Gordo” Luzzi en medio de la entrevista, volanteando un concierto en el Marquee, el boliche que regenteaba. Un personaje legendario del rock argentino, muy querido por el Indio, Skay y Poli. “A él tienen que hacerle una nota”, nos decían. “Tiene mil historias”.
- Más archivos: hace poco, Solari publicó una grabación poco conocida de un show de la banda en 1989, con un público de apenas 200 personas en Laskina Bar, en Montevideo (vía Página 12).
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“Cuando ellos empezaron”, me dijo Pablo Perantuono en una entrevista sobre Fuimos reyes (en esta edición de SIE7E PÁRRAFOS), “eran otros tiempos, y en esos tiempos, lo enigmático formaba parte de la constitución conceptual de ciertos artistas, el secreto era una herramienta más para permanecer en otra esfera, un lugar de cierta inaccesibilidad que los alejaba de lo mundano”.
Pero los secretos que con tanto esfuerzo cultivaron el Indio Solari y Skay Beilinson —el ying y el yang de una banda que lo conquistó todo sin revelar nada sobre sí misma— van saliendo a la luz en los libros. Además de La última noche de Patricio Rey, Recuerdos que mienten un poco y Fuimos reyes, podemos mencionar:
- 100 veces Redondos, de Fernando García y José Bellas
- Solos y de noche, de Daniel Meroni y Germán Rimancus
- Filosofía ricotera, de Pablo Cillo
- Los Redondos, con textos de Horacio González, Enrique Symms y otros
- Redondos: A quién le importa, por Perros Sapiens
- Banderas en tu corazón, de Marcelo Gobello
- A brillar, mi amor, de Jorge Boimvaser
… y seguro que hay más.
“Tengo en mi biblioteca un estante (literal) de ‘libros ricoteros’", me dice Humphrey Inzillo. "Hay biografías y hay compilaciones de anécdotas, hay ensayos de todo tipo, con aproximaciones políticas y filosóficas, con interpretaciones de las letras y del discurso del grupo, hay incluso algunas novelas con los Redondos como banda sonora o como eje. Por un lado, los Redondos siguen siendo un grupo convocante, masivo, impregnado en el imaginario colectivo de varias generaciones de rockeros argentinos, así que probablemente haya siempre un público para esos libros. Pero creo también que al resistir las letras, por ejemplo, tantos niveles de lectura e interpretaciones, posibilita una multiplicidad de producciones culturales, a partir de todos esos abordajes mencionados”.
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¿Cuánto cambió la cultura del rock argentino desde ese 30 de octubre de 2001 en que el Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli pusieron un punto final?
H. Inzillo: Supongo que muchísimo. Un cambio insoslayable es el que generó la tragedia de Cromañón unos años después de aquel encuentro. Pero más allá de eso, yo creo que algo para celebrar es cómo se han ido borrando las antagonías entre los géneros. Hace unos meses, por ejemplo, No Te Va Gustar hizo una colaboración con Nicki Nicole, una trapera. Creo que eso es bueno. Por otro lado, las dinámicas de consumo de música cambiaron muchísimo, y ni hablar con la pandemia. Las redes pasaron a ser indispensables para grupos como La Renga, por ejemplo. Nadie podría haberlo imaginado en ese momento.
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El adiós y los puntos finales suelen ser tristes. Para encontrarles algún sentido, poco hay mejor que leer sobre despedidas. Te dejo una nota de El País con 16 libros para enfrentarse al duelo, entre los que sobresalen También esto pasará, de Milena Busquets, y El año del pensamiento mágico, de Joan Didion.
- Y como dijo William Shakespeare, “la despedida es una pena tan dulce que estaría diciendo buenas noches hasta que amaneciese”.
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [sieteparrafos@redaccion.com.ar] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
- Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos,
Javier