Por qué no tenemos que dejar de buscar a Sofía- RED/ACCIÓN

Por qué no tenemos que dejar de buscar a Sofía

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Sofía Herrera desapareció hace 10 años. Tenía poco más de 3 años. Encontrarla es una deuda pendiente del Estado y la sociedad para con ella y su familia. Recientemente, por la solidaridad de los ciudadanos, han aparecido personas que estaban perdidas hacía décadas y eso renueva las esperanzas.

Por qué no tenemos que dejar de buscar a Sofía

Sofía Herrera desapareció hace 10 años. Tenía poco más de 3 años. Encontrarla es una deuda pendiente del Estado y la sociedad para con ella y su familia. Recientemente, por la solidaridad de los ciudadanos, han aparecido personas que estaban perdidas hacía décadas y eso renueva las esperanzas.

¿Dónde estás Sofía? ¿Quién te llevó? ¿Te están cuidando? ¿Vas al colegio? ¿Quién te abraza cuando la adolescencia duele? Eso me pregunto después de adentrarme en la historia de Sofía Yasmín Herrera. Porque el 28 de septiembre se cumplen 10 años de la desaparición en Río Grande (Tierra del Fuego) de Sofía, una década de la búsqueda más intensa y dolorosa jamás imaginada por su mamá María Elena Delgado (48) y su papá Fabián Herrera.

Ese día, como lo hicieron por primera vez aquel martes 30 de septiembre de 2008, los riograndenses se concentrarán en la céntrica esquina de Belgrano y San Martín para pedir que la justicia siga buscando a Sofía, hasta encontrarla. “El año pasado se difundió una foto con el rostro actualizado de mi hija y entró un juez nuevo – Daniel Mario Cesari Hernández – pero este año no se ha hecho nada. Esto nos desespera, nos sentimos muy solos y abandonados. La justicia ya fracasó, nunca encontraron nada”, se lamenta Delgado.

Aquella mañana la primavera había frenado el frío y a los vientos fueguinos. Con el sol iluminando su carita, Sofía subió al auto familiar para ir con sus papás y otra familia amiga a pasar el día al camping John Goodall.  Pero no hubo asado, ni mate, ni mancha quemada para los chicos. Aquella mañana Sofía desapareció. Tenía 3 años y 8 meses y nunca más se la volvió a ver.

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En estos diez años se dijo de todo sobre la desaparición de la pequeña, desde que pudo haberse caído al mar hasta un ajuste de cuentas con la familia.  Se chequearon miles de datos aportados por ciudadanos que creyeron haberla reconocido en La Pampa, en Córdoba, en Salta, en Neuquén, en Chile, Colombia, incluso en Canadá. Pero lo cierto es que nada se sabe; ni qué pasó, ni quién se la llevó.

Sin embargo, María Elena no pierde las esperanzas de encontrar a su hija con vida. “Si algo malo hubiese pasado en la zona, ya la hubiésemos encontrado porque se buscó con perros y hasta con aviones. Yo creo que se la llevaron, lo que no sabemos es quién y con qué fin. Los perros marcaban una zona del alambrado donde tranquilamente podía estacionar un auto y sacarla del predio”, analiza.

Juan Carr, titular de Red Solidaria, no puede ni quiere especular con hipótesis sobre lo que pudo haber pasado, pero explica que en todos los años que lleva trabajando para generar encuentros aprendió que no hay nada más duro que la palabra nada. “Casos donde la persona no fue secuestrada para pedir rescate, no padecían enfermedades y no están fallecidas. Nada, no hay nada y es muy difícil, muy doloroso. Yo creo que la nada es peor que la muerte”, explica.

Sin comparar las distintas responsabilidades entre un funcionario y la ciudadanía, para Carr lo que falló en la búsqueda de Sofía es la comunidad. Y detalla: “La sociedad argentina es muy generosa y solidaria, pero en ese momento faltó comunidad. Es decir, pensando en el modelo de búsqueda de niños perdidos en los balnearios, cuánto más gente aplaude la posibilidad de reunirlos con sus papás es mayor. Lo que intentamos es que ese aplauso se multiplique. Hoy, diez años después y con Sofía como Norte, tenemos una alerta solidaria conformada por 7700 voluntarios. Es decir, cada vez que desaparece alguien, cada uno desde su celular manda una alerta para que en los primeros 20 minutos la foto de la persona perdida ya esté circulando en por lo menos 520 ciudades”.

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Pero para que esto ocurra es importante que se cumplan rápidamente con los pasos que hacen que la policía, la justicia y la sociedad se pongan en alerta. Según datos de Red Solidaria y el Portal Personas Perdidas hay 520 adultos y 67 niños extraviados.

María Elena limpia, cocina y ordena su casa en silencio, siempre pensando dónde seguir buscando. Su cable a tierra es Yuliana, de 9 años, la hermana menor de Sofía, hermana a la que sólo pudo conocer por alguna ecografía. Aquella mañana de camping, Sofía besaba a su hermana a través de la panza de María Elena y ella imaginaba qué lindo iba a ser tener a sus “princesitas” juntas en casa.  Aún no las pudo reunir, pero sigue luchando. “Yuliana nos dio oxígeno para vivir. Ella se crió con la búsqueda de Sofi, desde que nació sabe que su hermanita está perdida. Le buscamos ayuda psicológica y nosotros tratamos de darle a ella una vida lo más normal posible. Tiene sus actividades, muchos amigos, va a pijamadas. Con ella estoy tranquila, sé dónde está y confío en la gente que la rodea”, cuenta por teléfono.

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— RED/ACCIÓN (@redaccioncomar) September 26, 2018

Todas las noches,  después de acostar a Yuliana, María Elena se sienta frente a la computadora y lee los cientos de mensajes que diariamente recibe en su Facebook: “No te des por vencida”, “Dios los guie y puedan encontrar a Sofía”; “Sofía está más grande, si vos no la encontrás ella los encontrará a ustedes”. María Elena contesta y agradece cada uno de los mensajes.

Cada tanto, aparece el de alguien que dice haber visto a una nena parecida a Sofía y sin descartar ningún dato, los pasa a la policía para que se investiguen. Sin embargo, reconoce que a esta altura, a todo lo toma con pinzas y es cautelosa porque los resultados negativos son un baldazo de agua fría cuando las esperanzas se renuevan. “Fabián es muy distinto. Él se convence de que se trata de ella, se entusiasma, le pone todas las pilas a cada dato que aparece y después se bajonea. Es muy duro levantarse y seguir. Para esta época Fabián está siempre muy triste, muy venido abajo”, cuenta María Elena.

Foto: Lucia Merle


Foto: Lucia Merle

Aunque comprende el dolor que generan las falsas alarmas, Carr asegura que es preferible un montón de gente equivocada al silencio o a que nadie se involucre, por lo tanto apela a la solidaridad de la ciudadanía para que, si ven o se enteran de algo, se comuniquen con el (+54) 0800- 222- SOFI (7634), con Red Solidaria; Missing Children, el portal de Personas Perdidas o la policía. Hay una recompensa de 2.500.000 de pesos.

Al dolor que les genera la falta de Sofía, también se sumaron acusaciones. El año pasado, cansados los Herrera de las declaraciones  de una supuesta clarividente que aseguraba ver a Sofía enterrada en el patio de la familia, hicieron una excavación y convocaron a los medios para demostrar que las acusaciones eran falsas.

“Ahora se sabe que la mujer tiene problemas psiquiátricos y se la declaró inimputable. Por eso no queremos darle trascendencia, pero fue realmente una tortura porque la gente le creía, ensuciaba la causa y a nosotros como padres. Estuvimos con custodia judicial desde septiembre del año pasado hasta febrero de este año. Tiene prohibición de acercamiento, pero no para,” se queja. Hoy en día, asegura María Elena, la mujer sale a tapar las fotos que la familia pone sobre la Ruta 3 y pone carteles insistiendo con la acusación al matrimonio.   

Cauteloso, Carr cuenta que desde Red Solidaria han tenido casos que resultan muy esperanzadores. “Hace dos meses, después de 20 años de búsqueda, encontramos a un joven correntino que su familia daba por fallecido. Hace 3 años encontramos en Medellín (Colombia) a otro chico que se había perdido 12 años antes en Salta. Estos dos casos son historias de dos familias que ahora están en sus casas dándose un abrazo. Con estos ejemplos lo que quiero decir es que es posible y que por lo tanto no hay que dejar de buscar”, invita.

¿Felicidad? No, dice María Elena. Desde aquella mañana, hace 10 años, el matrimonio Herrera ya no puede hablar de felicidad. Su hija menor les aporta las fuerzas y momentos de alegría, pero felices van a ser cuando de una vez y para siempre los cuatro puedan estar juntos.  ¿Su peor pesadilla? Que cierren la causa y la justicia deje de buscar. “Algo nuevo debe haber para la búsqueda de personas. Si bien el caso de Sofía por sus características es único, hay muchos otros niños desaparecidos. Necesitamos que se haga algo, que traigan tecnología de afuera, algo”, ruega desesperada.

Podés ayudar a buscar a Sofía. Si creés tener información sobre ella:
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